La
salud mental de los médicos es preocupante. En especial, la de aquellos que acaban de entrar a formar parte de los sistemas sanitarios y que podrían
arrastrar trastornos mentales durante años de trabajo. Según un reciente estudio, la residencia es un momento crucial en el desarrollo de la depresión porque incluye "largas horas de trabajo y horarios inflexibles que limitan el descanso y la recuperación". La principal conclusión de este estudio es que aquellos que tienen
depresión el primer año de MIR es probable que no se recuperen en años.
"La residencia médica puede ser un
impulsor transitorio de los síntomas depresivos secundarios a un entorno de trabajo desafiante. La identificación de las implicaciones a largo plazo de los
síntomas depresivos de nueva aparición durante el primer año de formación es fundamental para comprender la asociación entre el
entorno de formación y la salud mental, tanto de la fuerza laboral médica en formación como de la de los médicos en ejercicio y para identificar
oportunidades de intervención antes de que los síntomas se agraven", indican los autores del estudio.
Por este motivo, en este análisis se evalúan las puntuaciones del cuestionario de salud que se les da a
los médicos estadounidenses durante una década. El objetivo era cuantificar la persistencia y la gravedad de los síntomas depresivos de los médicos que dieron positivo en la
prueba de detección de depresión y los que no lo hicieron durante su primer año de residencia. De hecho, plantean la hipótesis de que el desarrollo de síntomas depresivos de nueva aparición como interno no era transitorio, sino que "una mayor carga de síntomas depresivos persistiría entre los médicos
mucho más allá de los primeros años de formación".
Consecuencias duraderas de la depresión durante el MIR
¿A qué conclusión llegaron? Los hallazgos de este estudio de cohorte subrayan que el
aumento de los síntomas depresivos observados durante las prácticas médicas, aunque es más notable en el primer año de formación, puede persistir en muchos médicos y estudiantes. "Esta investigación sugiere que
puede haber consecuencias duraderas de los síntomas depresivos mucho más allá de los años de formación médica, lo que pone de relieve la necesidad de
apoyar a los médicos en formación para salvaguardar la salud a largo plazo de aquellos a quienes se les ha confiado la tarea de velar por la salud de los demás", concluyen.
No obstante, reconocen que el estudio
puede tener limitaciones, ya que el diseño observacional limita el establecimiento de relaciones causales. Es decir, no pueden determinar si la depresión que surge durante el año de
MIR aumenta el riesgo de
un médico de sufrir depresión posterior o si la depresión que surge durante este periodo es un marcador de riesgo subyacente. A estas limitaciones se suman que la inscripción de los participantes fue voluntaria, por lo que puede haber un
sesgo de selección.
La diferencia más significativa entre los grupos se observó el primer año de MIR, con
un 21,9 por ciento de médicos con una puntuación elevada como internos que aún superaban este umbral de depresión, un nivel más de tres veces superior al de los médicos que no se sometieron a un cribado positivo para depresión durante su formación. Aunque las tasas de cribado positivo para depresión disminuyeron de manera constante con el tiempo, los médicos que tuvieron depresión todavía tenían
tasas más altas de cribado positivo de depresión 10 años después de completar el MIR. Además de tener tasas más altas que las de sus compañeros médicos, también superaron la prevalencia de depresión entre adultos de edad similar en la población general.
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