Hablar (o escribir) sobre la muerte no es fácil. Tampoco lo es decirle a un paciente que se
acerca el desenlace, ni que ya no hay más opciones de
tratamiento. Hay que estar junto a él, en la habitación. Y los residentes de Medicina no están ni formados ni preparados para ello cuando acaban la carrera, de ahí que sea tan importante la
rotación por las Unidades de Cuidados Paliativos.
"Cuando empezamos la residencia somos conscientes de que muchos pacientes se pueden morir, pero en realidad no es algo que tengamos muy presente", explica
Patricia Toquero, R4 de Oncología en el
Hospital de La Princesa. "Era algo que sabías que podía pasar, pero en la carrera nos hablan más del diagnóstico, del tratamiento, y no se incide tanto en los casos en los que los tratamientos no funcionan o las cosas van mal", detalla Toquero.
Del mismo modo,
Marta Rivilla, residente de tercer año en el Servicio de Medicina Interna del
Hospital de Fuenlabrada se pregunta: "¿Qué hacemos cuando no tenemos tratamientos?". "La carrera está muy centrada en los exámenes y este tema no se aborda lo suficiente", coincide. Sin embargo, hablar y afrontar la muerte de los pacientes es un tema "
vital" para los médicos, y más cuando son jóvenes y se enfrentan por primera vez a este hecho.
"A veces hasta a nosotros mismos nos cuesta afrontar la situación"
|
"Al principio, cuando tienes que contar que las cosas van mal y que es posible que el paciente fallezca, te das cuenta de que estás dando rodeos. A veces hasta a nosotros mismos nos cuesta afrontarlo", detalla la residente de Oncología. "A medida que vas viendo diferentes casos aprendes cómo afrontar la situación con cada paciente", añade. "En ocasiones creemos que el paciente no lo va a soportar, que no va a ser capaz de sobrellevar esa información y en realidad es a nosotros a quienes les está costando y no somos capaces de decirlo. Otras ocasiones, sin embargo, los pacientes sorprenden a los profesionales y les devuelven una lección vital. "Hay pacientes que nos devuelven una experiencia de la que
aprendemos de su forma de vivir y de afrontar su final", señala.
"A todos nos marca. Todavía recuerdo
el primer paciente que falleció al poco de empezar a rotar por la planta y con el que pasé los últimos días. Son cosas que
siempre recordamos", cuenta Toquero. "Los oncólogos, por el tipo de enfermedad que tratamos vemos el día a día de otra forma que otros especialistas. Eso te hace relativizar tus problemas".
En todo caso, es algo que sucede a todos los médicos que tienen que tratar con la muerte. Así, Rivilla invita directamente a ponerse en la piel del médico: "Imagínate cómo sería la conversación con una persona a la que le tienes que decir que se va a morir y hablar sobre cómo va a ser el final de sus días". Además, reconoce que todos los médicos jóvenes salen "afectados" y que no todos lo sobrellevan igual. Y es que en muchas ocasiones "los pacientes te dicen cosas que te hacen reflexionar sobre tu propia vida".
Rotación en paliativos
Ambas especialistas coinciden en señalar la importancia de la rotación durante su residencia, especialmente por las Unidades del Dolor y de Cuidados Paliativos. "Que estés bien formado en este ámbito le da mucha tranquilidad al paciente y a todos los familiares. En ese sentido, la rotación que hacemos en el Hospital de Fuenlabrada por la Unidad de Cuidados paliativos que empezó a funcionar hace un año y medio para mí ha sido vital, nunca mejor dicho", señala la residente de Medicina Interna.
"En esos momentos se generan unas conversaciones trascendentales"
|
En el
Servicio de Oncología del Hospital de La Princesa, los residentes también rotan por las unidades del Dolor y Paliativos. "Una suerte" en opinión de Toquero, puesto que en esas unidades aprenden no solo a hablar con los pacientes y a comunicar el final, sino a abordar el dolor y poder mitigarlo. "Los pacientes de Oncología al final de la vida sufren dolor y es importante que podamos y sepamos controlarlo adecuadamente".
"Es necesario que el desenlace sea en las mejores condiciones posibles –coincide Rivilla– y por eso muy importante tener un buen equipo que sepa paliar los síntomas". De hecho, Rivilla lo enfoca como
una parte más de la Medicina. "Es bonito, de alguna forma, hacer que el final sea lo más agradable y lo menos doloroso posible y que los pacientes se sientan agradecidos por estar acompañados, por resolver sus dudas… En esos momentos se generan unas conversaciones trascendentales", señala.
Labor de las sociedades médicas
Otro de los puntos en común entre ambas residentes es el reconocimiento a las sociedades médicas a las que pertenecen y la labor formativa que hacen en este ámbito. "Creo que es muy importante la formación que recibimos de cara a la comunicación. En la
Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM) todos los años organizan unos cursos de comunicación y cómo transmitir las malas noticias. Es algo muy importante y que se echa en falta durante la carrera", incide Toquero.
"Yo hice un curso de la
Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI) de cuidados paliativos, donde te explican cómo debe ser el abordaje del paciente, te dan técnicas, pero más allá de eso aprendes en el hospital, al lado del paciente", detalla Rivilla. Y es que, al final, aprender Medicina es como la vida, un poco de teoría y mucho de práctica. "Es fundamental toda la formación que podamos obtener. Pero la mayor parte es en el hospital, a pie de cama, sola o con tu adjunto", cuenta la futura internista.
Aunque pueda contener afirmaciones, datos o apuntes procedentes de instituciones o profesionales sanitarios, la información contenida en Redacción Médica está editada y elaborada por periodistas. Recomendamos al lector que cualquier duda relacionada con la salud sea consultada con un profesional del ámbito sanitario.