De norte a sur. De este a oeste. La
crisis de la vivienda se ha extendido por todo el territorio nacional, llegando a abarcar tanto las capitales de las grandes ciudades como el mercado inmobiliario de las provincias. Y
el problema se ha expandido por todos los sectores de la sociedad. De hecho, los
MIR, la mayoría de ellos jóvenes -por debajo de los 35 años-, han vivido de primera mano el que ya se ha convertido en uno de los trances más complejos para su generación.
Redacción Médica ha reunido a varios de estos médicos residentes afincados en las ciudades donde el mercado de la vivienda está más tensionado y todos ellos coinciden: “Se ha vuelto
un problema enorme para los más jóvenes”.
Rocío García (Torrelavega, Cantabria, 27 años) vivió una odisea para encontrar el piso en el que reside actualmente en
Bilbao, la ciudad en la que trabaja como
MIR. Ahora, como cuenta, paga, junto a una compañera, cerca de 1.000 euros. “Encontrar un sitio donde vivir fue, literalmente, un show.
Piden demasiado por pisos que son como cajas de cerillas”, explica en conversación con este periódico.
“El hecho de encontrar un piso que no esté muy alejado de tu centro de trabajo y que tenga buenos servicios de transporte lo complica bastante”, incide García. De hecho, esta cántabra se planteó
estudiar el MIR en Oviedo en 2020 -unos planes que fueron truncados por la pandemia-. Por entonces, recuerda, empezó a buscar pisos por la zona junto a su familia:
“Fue escandaloso”.
Ser MIR en Málaga
Al otro lado del mapa, en
Málaga, una de las ciudades más codiciadas por el turismo y donde el precio de los alquileres ha aumentado en los últimos años, se encuentra Pablo Vivas (Marbella, 25 años).
“Soy un afortunado”, señala a
Redacción Médica al inicio de la conversación. Su situación dista mucho de la de García: comparte piso con otras dos compañeras y, entre los tres, pagan alrededor de 1.000 euros. “Por cabeza nos sale a algo más de 340 euros”, dice.
“
Vivir solo es inviable. Ronda los 900 euros. Y si te vas en pareja no suele bajar de 600”, subraya Vivas. En este sentido, apunta: “Más que imposible, es que te chupa medio sueldo”. “Es cierto que
hacemos muchas guardias, sobre todo aquí en Málaga, pero esa no es la solución”, recalca.
Celia Mora (Jaén, 28 años) conoce bien la situación en la ciudad malagueña. Esta médica residente lleva varios años viviendo sola por 550 euros. Pero con un detalle. “Es un
piso muy pequeño, muy mal insonorizado”, relata. Mientras, hace hincapié en que lo suyo “es una ganga”, al menos a ojos de los demás.
Trabajar como MIR en Madrid o Barcelona
Paula Martí (Banyoles, Girona, 25 años) también sabe de primera mano lo que es buscar piso en una gran ciudad. Esta catalana hizo el MIR en
Madrid, donde actualmente vive y trabaja en unos de los hospitales de la zona. “Fue difícil encontrar una vivienda, ya que hay muy poco espacio entre el momento en el que sabes realmente dónde entras de residente y empiezas a trabajar”, comienza.
“Muchos pisos no son decentes”, aventura en conversación con
Redacción Médica. De hecho, ella pertenece al 28,1 por ciento de la población que, según el INE, vive sola. No es el caso, en cambio, de Ainara Blay (Badalona, 28 años). Esta MIR cuenta que vive en un piso en su ciudad natal con sus padres y que, cada día, hace
45 minutos de ida (y otros 45 de vuelta) para acudir al hospital de Barcelona en el que trabaja.
“Mis amigos pagan 500 euros cada uno por un piso de 6 habitaciones. No es normal. Si me quisiese ir a
vivir compartiendo, sola o en pareja
tendría que ventilarme la mitad de mi sueldo. Y no quiero vivir de las guardias”, lanza por teléfono desde Badalona a periódico.
La solución a la crisis de la vivienda
No todos los MIR cuestionados por este periódico se atreven a proponer una
solución a la crisis de la vivienda. Sin embargo, Rocío García sí que se muestra firme. “Hay que regular el mercado porque se ha convertido en algo desproporcionado”, incide. Además, a ello añade la necesidad de “establecer más ayudas para que la gente joven pueda permitirse comprar una cosa”.
Paula Martí, en consonancia con las palabras de su compañera en este reportaje, también ahonda en la cuestión. “La solución pasa por
restringir los precios de los alquileres. Además, aunque es cierto que hay ayudas y subvenciones, y parece que están al alcance de mucha gente, en realidad terminan siendo muchísimos los requisitos que tienes que cumplir”, dice.
Sin embargo, en todo este escenario, la crisis de la vivienda continúa. Y ya ha llegado a todos los sectores de la sociedad. Incluso a los MIR, que claman por una solución a este problema que afecta a miles de jóvenes que buscan su hueco en las ciudades de todo el país.
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