Nunca se sabe detrás de qué vivencia puede esperar el amor, el enamoramiento. Por eso no extraña que Domingo Sánchez, el vicepresidente del Consejo Estatal de Estudiantes de Medicina (CEEM), haya revelado en la inauguración del octavo congreso estudiantil que en la organización de esta cita ha saltado esa chispa. Pero el enamoramiento ha trascendido a los individuos, y en la mesa inaugural se ha comprobado que también hay enamorados de la profesión médica.
El amor no tiene edad, tampoco en esta 'versión'. Se ha visto en los ojos de Domingo y en sus palabras, salidas del alma, sin burocráticos papeles para dirigirse a sus compañeros. También en los de Juan José Rodríguez Sendín, ya todo un maduro presidente de los médicos españoles, que han parpadeado más de lo habitual tal vez para contener la emoción ante la constatación de que el relevo es de garantías. Lo mismo que el decano de la Complutense, José Luis Álvarez-Sala, que ha dejado el encorsetamiento para mostrar su enfado por los males que rodean al desempeño. Y el médico de pueblo José Manuel Solla, con sus 'batallitas' que han llevado incluso hasta Haití.
Ilusión. Emoción. Rabia. En definitiva amor por la profesión médica, que este jueves ha impregnado el aire del auditorio Ramón y Cajal de la Complutense.