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Guardias en Nochevieja: tres médicos MIR cuentan sus anécdotas más extrañas

Infartos, intoxicaciones y cortes, marcan la noche del 31 de diciembre

Un grupo de médicos jóvenes

31 dic 2018. 12.00H
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A Itziar, Matilde y Jesús les tocó hacer la guardia de Nochevieja cuando eran residentes y todavía estaban adaptándose a la realidad del hospital. Aunque vivieron situaciones que les obligaron a armarse de paciencia y echaron de menos a los suyos, no les resultó una experiencia traumática. "Recuerdo aquélla guardia con cariño. Los adjuntos, que sabían que muchos residentes somos de fuera, eran más maternales, había espíritu navideño", bromea Jesús Villegas, neumólogo y entonces R1 en el Complejo Asistencial Universitario de León. 

A Jesús le pareció que durante la mañana del 31, la gente es más cauta a la hora de ir al hospital. "Había menos gente de la habitual, se nota que hay una criba al ser fiesta. Por la tarde hay un conato pero no muy agobiante y antes de cenar ya llegaron las primeras intoxicaciones etílicas", recuerda el joven, de 31 años, que añade que a esas horas, a la gente le entraban las prisas para recibir el alta.

"A partir de las 4 de la mañana sí que empieza a ser más agobiante, con gente joven que llega muy borracha", lamenta Villegas, que se encontró con una situación surrealista: "Me pasó que una chica me contó que iba a suspender siete y que se le había ido de las manos la bebida. La que iba con ella, resultó que fingía. Estaban las dos en el mismo box, y cada vez que entraba se ponía a convulsionar", recuerda aún con incredulidad el especialista, que tuvo que hablar con sus acompañantes para poner algo de sentido común: "Le dije a sus amigos que fingía y le acabaron regañando. A esas horas, que es cuando más cansado estás, no tienes casos complicados pero hay que tener mucha mano". 


Heridas de cortar jamón y agresiones


Itziar Barandiarán, de 28 años, trabajó la Nochevieja de hace dos años atendiendo, sobre todo, 

"A las 9 menos cinco llegó un hombre con una herida que se había hecho al cortar jamón para la cena"

"heridas y traumatismos". Además, recuerda que había más casos de cortes con cuchillos. "En general fue una guardia más tranquila, pero llegaba mucha gente con cortes a la hora de cenar. A las 9 menos cinco llegó un hombre con una herida que se había hecho al cortar jamón, justo cuando íbamos a bajar a cenar. Fue la persona a la que más rápido hemos atendido nunca, mientras uno escribía, otro le curaba la herida, otro se se preparaba para suturar y otro le puso el apósito, en quince minutos le habíamos curado", recuerda risueña Itziar, que por aquél entonces era R1.

Más delicado era atender a las personas víctimas de agresiones. "Hay veces que vienen acompañados por la Policía y otras por el Samur, que les ha recogido en la calle. Te cuentan que les han agredido y te centras en ver dónde les han golpeado y hacer una anamnesis completa, porque interesa saber las posibles consecuencias. Suele ir muy unido al consumo de alcohol", explica Itziar, que añade: "Yo diría que hay menos ingresos y que los que llegan están bastante graves, no vienen por cualquier dolencia por la que les das el alta en un rato. A los que te trae la familia en plena Nochevieja es porque están muy malitos, no te los traen por tonterías". 

Cena entre compañeros


Pese al temor inicial que tenían los residentes, sí que pudieron compartir una cena especial con sus compañeros. "Para la cena, se intenta bajar juntos a la cafetería. Para las uvas, nos fuimos a un despacho cinco minutos porque había una televisión. Yo pensaba que iba a ser imposible y me sorprendió para bien. Hubo algún familiar que vino a tomar las uvas con el MIR o el médico, pero te mentalizas a pasar la Nochevieja con tus compañeros", recuerda Itziar.

"Cuando nos íbamos a tomar la última uva nos llamaron para ir corriendo a atender a un hombre al que le había dado un infarto"

"En Urgencias te ponían una cena más especial y te preparaban más bonita la mesa, sí que nos dio tiempo a estar media hora aunque los compañeros entraban y salían dependiendo de los casos", rememora Jesús, que no pudo terminarse las uvas por una emergencia: "Estábamos todos con el gorrito de Navidad y justo cuando íbamos a tomar la última nos llamaron para ir corriendo a atender a un hombre al que le había dado un infarto. Los compañeros de la ambulancia no pudieron tomarse ni una. 


Una guardia que compensa


A Matilde Ortega, de 27 años, le tocó cubrir la guardia del 31 el pasado año en el Hospital de Móstoles: "Nos solemos poner de acuerdo para los días, yo soy de fuera y me pillaba mejor estar con mi familia para Nochebuena y Navidad", argumenta la médico, a quien no le importaría trabajar otra Nochevieja: "Fue más intensa que otras noches pero estamos acostumbrados a no parar. Sí que repetiría, compensa porque está bien pagada y además estamos entretenidos". 

En la misma línea se mueve Itziar: "Estamos concienciados de que esos puestos hay que cubrirlos y te puede tocar trabajar. Entonces lo que hacemos es medio elegir cuál de los festivos te importaría menos trabajar, y la gente piensa también en el dinero extra que se lleva". 




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