Marcos Domínguez / Imagen: Cristina Cebrián. Madrid
Yolanda Morales y Miguel Rojas.
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La comunicación médico-paciente es uno de los aspectos en que se está haciendo más hincapié en los últimos año. Porque, más allá de paciente, es una persona que está viviendo una situación difícil, y empatizar con ella brindará beneficios: reduce los niveles de ansiedad, permite la toma de decisiones conjunta, ayuda a expresar preocupaciones y miedos y, sobre todo, ayuda a tener la sensación de control de la enfermedad.
A la buena relación entre médico y paciente oncológico han dedicado un taller Miguel Rojas, psico-oncólogo, y Yolanda Morales, psicóloga clínica, ambos pertenecientes al Grupo Español de Pacientes con Cáncer (Gepac), dentro del VIII Congreso de la CEEM, que se celebra en la Universidad Complutense de Madrid. “No hay que tratar al paciente con pena, pero tampoco con indiferencia”, explica Rojas, que abunda en la importancia de una comunicación asertiva y de “ver el elemento positivo hasta en la parte más negativa de la enfermedad”, apunta, por su parte, Morales.
Hay que tener en cuenta que, al encontrarse en una situación adversa, el paciente tiende a ponerse en lo peor. Por eso es importante no darle estadísticas sobre los tratamientos: “Si le dices que tiene una eficacia del 99 por ciento, va a pensar que él está en el 1 por ciento restante”, explica Rojas. También es esencial no dar plazos, que pueden ser malinterpretados, y hacer hincapié en la calidad de vida: “el paciente necesita esperanza”, subraya Morales. No se trata de mentirle, sino de focalizar en lo positivo.
Ambos destacan la importancia del respeto mutuo entre médico y su paciente, y la necesidad de apoyo familiar. “Un paciente oncológico lo es toda la vida”, señala Morales, y la enfermedad no acaba tras la operación, o la quimioterapia: a veces es después cuando se siente más solo, cuando su entorno ha dejado de interesarse a diario porque todo parece volver a la normalidad. Pero los miedos (a recidivas, secuelas del tratamiento, etc.) persisten. La necesidad de apoyo, cuando más invisible, se hace más necesaria.