Hay una foto histórica del 31 de julio de 2020. La imagen muestra a cinco personas sentadas en torno a una mesa de cristal, sus rostros ocultos tras sendas -y aún obligatorias- mascarillas. A un lado, la presidenta de la Comunidad de Madrid,
Isabel Díaz Ayuso, flanqueada por el consejero de Hacienda y Función Pública,
Javier Fernández-Lasquetty, y el ex consejero de Sanidad,
Enrique Ruiz Escudero; a otro, los números uno y dos del Comité de Empresa MIR de la Asociación de Médicos y Titulares Superiores de Madrid (Amyts),
Diego Boianelli y
Susana Pardo, respectivamente.
Se cumplían aproximadamente dos semanas de una huelga en la que los
médicos residentes pedían mejorar sus condiciones laborales y salariales. Aquel día no se llegó a un acuerdo, pero sí poco después, el 10 de agosto: ambas partes firmaron el abono de las pagas extra para los MIR, el pago de un
complemento único para todos los residentes del Sermas y el blindaje de los descansos obligatorios tras las guardias, entre otras medidas. Diego Boianelli, MIR de
Medicina Interna del
Hospital Clínico San Carlos de Madrid cuya cara fue una de las más visibles -si no la que más- tanto en la calle como en los medios de comunicación en aquella lucha exitosa,
falleció el pasado jueves tras una larga enfermedad. Lo anunció Amyts en un comunicado en el que resaltó el “eterno legado” laboral de un médico cuya herencia vital, sin embargo, va mucho más allá de lo profesional.
Susana conoció a Diego un año antes de aquella fotografía, en 2019, cuando ambos comenzaron aquella andadura sindical con un horizonte lleno de interrogantes: “Teníamos pocas esperanzas de conseguir nada porque las pocas referencias con las que contábamos demostraban
poca implicación por la Administración”, afirma en declaraciones a
Redacción Médica. La labor organizativa fue intensa, según recuerda, a veces agotadora: “En ese contexto, Diego fue imprescindible para cada paso que dábamos”.
Una de sus virtudes era que no se achantaba ante nadie: “Cuando teníamos reuniones con políticos representantes de la
Asamblea de Madrid, no dudaba en expresar sin tapujos nuestras necesidades y hacer críticas directas si hacía falta”, dice Susana, quien destaca de su excompañero su “capacidad de sacrificio”: "A pesar de estar más ocupado que yo en ese periodo porque le tocaban más guardias en su hospital, insistía en que hiciéramos un reparto de las tareas que hubiera en cualquier caso. Ha estado siempre disponible para resolver cualquier duda que tuviera la gente por los grupos de WhatsApp, debatir en persona las discrepancias que fueran surgiendo con los residentes u otros delegados sindicales en las asambleas y organizar las actividades de difusión".
Susana Pardo: "Destacaba por su capacidad de sacrificio, ha estado siempre disponible para resolver cualquier duda que tuvieran los residentes"
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La generosidad como herramienta para hacer piña entre MIR
“Todo lo que puedo decir de él es bueno”, asegura la vicepresidenta de Amyts,
Sheila Justo, que también se jacta de haber podido trabajar al lado de Diego. “Era un motor fundamental para nosotros y, además, con un carisma y una capacidad de trabajo impresionantes, pero, sobre todo, muy generoso”, agrega. Sheila recuerda, al respecto de esto último, aquella vez en la que, al salir de una
guardia de 24 horas, en lugar de volver a casa para descansar directamente, permaneció en el Clínico para solventar un problema por impagos a unos residentes.
“Me acuerdo de decirle que se fuera si estaba cansado, que me quedaba yo, pero no, estuvo hasta la una y media o las dos de la tarde hasta que se solucionó el error. Imagínate. Siempre estaba pensando en los demás, en el
beneficio de la profesión”, relata. Era una forma de entender la vida y el trabajo que, inevitablemente, caló entre quienes le rodeaban, según la vicepresidenta de Amyts: “Su paso por la vida ha cambiado la profesión en Madrid, y ese ejemplo lo ha dejado a los que vinieron después”.
Es el caso de
Alejandro Marcelles, residente de cuarto año de Medicina Interna en el Clínico San Carlos y la persona que recogió el testigo de Diego como presidente del Comité de Empresa MIR de Amyts. “En un principio, a mí no me interesaban ni los temas sindicales ni políticos. Veía injusticias y otras cosas, pero mi queja era una queja de pasillo”, confiesa. Sin embargo, su desembarco y el de sus compañeros MIR en el Clínico tuvo lugar en 2020, cuando el eco de aquella recordada huelga de hace cuatro años aún era reciente. “Desde el primer momento Diego fue una persona muy acogedora, y logró sembrar dentro de mí la semilla de la lucha y el inconformismo, que era lo que él representaba: la capacidad de poder cambiar las cosas si realmente te lo propones”, indica el residente.
Alejandro Marcelles: "Logró sembrar en mí la semilla de la lucha y el inconformismo, la capacidad de poder cambiar las cosas si te lo propones"
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En ello coincide
Sara Miguel, co-R de Alejandro que también tuvo la oportunidad de conocer a Diego de cerca: “Era alguien que dejaba huella a todos los niveles”.
Laura Gallardo, otra compañera de esa
promoción MIR 2020, subraya su capacidad para “hacer de nexo entre todos nosotros”: “Se le daba genial mover masas, tanto dentro como fuera del hospital”. Laura explica que la primera vez que vio a Diego fue en su primer día como residente, en una quedada de bienvenida organizada en Sol: “Quedamos todos para comer y, aunque nosotros, los nuevos, son sentamos todos juntos en una mesa, él hizo que el resto se levantara para ponerse a nuestro lado y que, así, pudiéramos charlar juntos”.
“Tenía muchísimo tirón, pero no solamente en el sentido del afán revolucionario: supo hacer en torno a él una piña entre los residentes que persiste a día de hoy”, agrega
Andrea Vellisca, facultativa de Medicina Interna del Clínico, que define a Diego como “un tío resplandeciente” del que destacaba su sentido del humor, algo que también resalta Sheila: “Era una persona con una inteligencia superior, incluido el plano emocional: era capaz de conectar con los compañeros como nadie y de hacer que las causas individuales fueran de todos”. "Ridiculizaba cualquier situación estresante y hacía la vida, en general, más llevadera", añade Susana.
“En el ámbito sindical y médico, Diego fue excelente, y en el ámbito humano,
la mejor persona que hemos conocido”, sentencia Alejandro, en el que hay quienes ven al sucesor perfecto de Diego. “Ojalá algún día sea capaz de conseguir la mitad de las cosas que él consiguió, pero era una persona especial y única”, apunta. Y quizás ese, tratar de retomar el camino que otros iniciaron antes, sea la mejor forma de no olvidar que una vez estuvieron aquí y de lograr que, el día de mañana, otros también se acuerden de uno. No en vano, acaso no somos todos más que eso: simples huellas efímeras en las vastas arenas del tiempo.
Diego Boianelli encabeza una de las protestas MIR en 2020.
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