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"El voluntariado después del MIR te puede hacer cambiar de especialidad"

Embarcarse en esta experiencia internacional antes de la adjudicación marca el rumbo de los futuros residentes

Lola de Jaime Mahedero, R2 Ginecología y Obstetricia, durante su 'voluntariado postMIR' en Ecuador.

24 nov 2024. 14.10H
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Tras el examen MIR, los aspirantes cuentan con un 'limbo' antes de la ansiada adjudicación de plazas en el que disponen de un tiempo que habitualmente dedican para descansar o realizar algún gran viaje. No obstante, existe una alternativa solidaria y enriquecedora para ganar un 'extra' en formación antes de aterrizar en la residencia y que incluso puede hacer a los MIR cambiar de opinión respecto a la especialidad que estaban pensando escoger: el voluntariado.

Lola de Jaime Mahedero, R2 Ginecología y Obstetricia en Granada y exalumna de CTO, se enfrentó al MIR de 2023 y, tras ello, participó como voluntaria en la Fundación Omar Mosquera, en Ecuador, durante un mes y medio. A pesar de que ella tenía claro desde un principio que quería ser ginecóloga, reconoce que una experiencia como esta "puede hacerte cambiar de opinión" a la hora de escoger una especialidad. "En mi casó esta experiencia me reafirmó mi decisión porque, aunque no se suelen ver muchas cosas relacionadas con Ginecología, cuando venía una paciente con síntomas de candidiasis, preguntando algún tema de anticoncepción o con alguna patología ginecológica, mis compañeras me dejaban atenderla porque sabían que a mí me gustaba", recuerda.

Lola explica que en estos voluntariados llegas a ver situaciones "muy diferentes", alejadas de tu día a día y de la rutina, que te dan "otra visión de la Medicina" y que puede provocar un cambio de decisión, hacia un punto de vista más "social". "Puede dar cierto miedo porque crees que en una experiencia así te vas a enfrentar a cosas rarísimas porque, al final, en el MIR se estudian las cosas más complejas que existen pero que probablemente solo veas en una vez o nunca, pero no. Lo que se ve en el día a día habitualmente son enfermedades comunes, prevalentes, que a nivel médico son fácilmente tratables, pero lo que no es tan fácil es a nivel social, personal e interpersonal, a nivel de individualizar la patología del paciente, que puede ser un simple dolor lumbar para una persona, pero que, en este caso, le impide recoger los cultivos del campo, por ejemplo, que son con los que él y su familia comen", relata.


Voluntariado que condiciona la carrera de Medicina


El voluntariado es algo que ha vivido con Lola prácticamente toda su vida. Con 18 años vivió su primera experiencia de voluntariado internacional en África y el postMIR le pareció una oportunidad "maravillosa" para, de nuevo, poder realizar una actividad más "a lo grande" ya que, durante la carrera, se centró en proyectos de voluntariado más locales. Una vez obtuvo la carrera de Medicina y tras hacer el MIR, que le proporcionó muchísimos conocimientos teóricos útiles, se enmbarcó en esta aventura que le impactó mucho emocionalmente como médica.

"Quizás lo más impactante fue darme cuenta de que, para muchos pacientes, eran más importantes sus animales o su trabajo en el campo que ellos mismos. Llegamos a ver un paciente con una sospecha clínica de un infarto agudo de miocardio y le pedimos, por favor, que fuera al hospital. Ese señor, lo único que nos decía era que no podía dejar solas a sus vacas, que eran las que le proporcionaban el alimento, y eso fue muy duro porque te das cuenta que aquí, si a alguien le pasa algo por la calle, una ambulancia llega en cinco minutos; pero allí asumes que son personas que ponen por delante el trabajo que llevan teniendo durante toda una vida o a sus familias, que a ellos mismos", recuerda.

"Cuando haces un voluntariado tras el MIR, por fin estás poniendo en práctica todo aquello por lo que has estudiado y luchado tanto"



Para Lola, esta experiencia como MIR "es importante", primero porque todos ansían un primer contacto real con la Medicina desde el inicio de la carrera y precisamente en la formación dentro de hospitales durante el Grado, puedes "estar ahí" y hacerte "más o menos partícipe del día a día", pero no sientes que puedes llevar el control de la situación o de una consulta: "Cuando haces un voluntariado así, puede dar miedo pero también tienes la ilusión de decir que por fin estás haciendo aquello por lo que tanto has estudiado y por lo que tanto has luchado".


Empatía con el paciente gracias al voluntariado


A día de hoy, Lola reconoce que este voluntariado en Ecuador ha cambiado su forma de ver la profesión: "Ahora, cuando veo a gente ecuatoriana en el hospital, se me remueve el corazón, pero con mis pacientes en el día a día también, sobre todo por la empatía y porque aprendes a pararte con cada paciente el tiempo que necesite, a pesar de a locura que puede ser el día a día de un hospital o las Urgencias, la prisa, los tiempos de espera que no paran de subir... También me ha ayudado a tener mucha más seguridad en mí misma".

Otra de las ventajas que le proporcionó este voluntariado fue la de aprender a saber pedir ayuda cuando no tienes tantos conocimientos o recursos. "En Ecuador no teníamos internet, podíamos contar a lo mejor con las notas que llevábamos en el móvil, pero, muchas veces, tienes que tirar de ojo clínico y eso a día de hoy también pasa, aunque en el hospital tengamos mayor accesibilidad. Por eso hay que mirar al paciente, preguntarle, hablar y hacer una buena anamnesis y una exploración física, porque las pruebas complementarias vienen después".

En relación a su especialidad concreta, en Ecuador, Lola no asistió partos, pero pudo aprender más acerca de alteraciones menstruales, dismenorreas o dolores de regla o candidiasis, o todo lo relacionado con educación sexual, una parte que a Lola le interesaba mucho. "Me gustaría, en el futuro, hacer un máster en Sexología y dedicarme de manera un poco más profesional a ello. Esa experiencia en Ecuador fue un primer contacto y me hizo mucha ilusión, porque en Ginecología, después, trato muchas veces con situaciones muy sensibles, abortos, abortos no deseados, la incertidumbre que genera el embarazo en muchas ocasiones, el descontrol hormonal que tienen nuestras pacientes... Son situaciones en las que necesitas transmitir mucha calma y tranquilidad, en las que necesitas mirar a la paciente a los ojos o ser un hombro en el que llorar", concluye. Es por ello que la empatía que desarrolló y mejoró en Ecuador, la serenidad, la tranquilidad, la seguridad en sí misma, son aspectos que le han ayudado a día de hoy a desarrollarse como ginecóloga.
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