Este 2018, el modelo español de
formación de médico interno residente (MIR) cumple 40 años. El esloveno
Ciril Rozman, figura histórica dentro de la Medicina española, formó parte de su formulación apoyando a su amigo
José María Segovia de Arana y participando como miembro en las primeras
comisiones de Medicina Interna y de Medicina Familiar, entre otros roles. En la entrevista que ha concedido a
Redacción Médica, el también catedrático de Medicina y Profesor Emérito de la Universidad de Barcelona, que sigue ejerciendo la medicina a sus 88 años, recuerda los orígenes del sistema de formación de residentes español, que incluyen lo que él considera un
“gran fracaso”.
El MIR nace en 1978, y usted participó en su creación.
Yo apoyé mucho a mi amigo José María Segovia de Arana, que nos dejó hace dos años (falleció en 2016). Fue el protagonista de este movimiento. Introdujimos el MIR, un gran adelanto, intentando copiar el sistema americano, y logramos lo más avanzado en aquel momento en Europa en formación médica.
Sin embargo,lo que nosotros queríamos instaurar era un MIR igual que en Estados Unidos. Allí, cuando un estudiante quiere hacer postgrado en cualquier universidad escribe a varias de ellas y, entonces, son ellas las que deciden si lo seleccionan o no de acuerdo con sus criterios. En cambio, en España, por razones que no vienen al caso, se puso en marcha el examen MIR.
En términos generales, el MIR es un gran avance, es una formación estupenda: bajo supervisión, haciendo prácticas, etcétera. Pero el examen MIR... Es puramente cognitivo. En el ejercicio de un médico se requieren conocimientos, habilidades, capacidades para hacer una historia clínica y de examinar a un enfermo, aptitudes y actitudes… Pero esto es imposible de analizar con el examen MIR. El examen MIR fue y es un fallo. Los alumnos pierden seis años de manera lamentable en el pregrado porque no intentan aprender Medicina. Lo único que les preocupa es pasar el examen. Es importante aprobarlo, sí, pero no tienen interés en otras cuestiones del ejercicio médico durante sus estudios.
Por ello, considero que cada facultad debería tener la capacidad de examinar y seleccionar a sus alumnos de acuerdo con sus métodos. El examen MIR puramente cognitivo tendría que desaparecer.
El fallecido José María Segovia de Arana.
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¿Y por qué no implantó este método que describe, si es el que propusieron usted y el doctor José María Segovia de Arana?
Hubo desconfianza en España frente a esta posibilidad, puesto que se consideraba que determinadas intenciones deshonestas podían hacer que las facultades no actuaran adecuadamente. E incluso estaba previsto un examen al final del MIR. Pero tras una huelga de alumnos, tampoco se llevó a cabo. La verdad, no fue afortunada la génesis del examen del MIR en España.
De hecho, le puedo decir que no nos sentimos felices, ni José María Segovia de Grada ni yo, con la forma en que se aplicó el examen MIR en España.
¿Cómo calaron los inicios del MIR en la clase médica de la época?
Estaba muy interesada, se consideró una gran revolución. Se valoró especialmente que sin él no se pudiera ejercer en la sanidad. Pero de nuevo, hay que distinguir claramente el MIR, que fue un gran avance, de lo que es el examen MIR, que a mi juicio fue y es un gran fracaso.
Cambia cómo los alumnos afrontan su formación. En mis tiempos, cuando yo estudiaba, y teníamos interés en aprender determinadas cuestiones, no asistíamos a determinadas clases que eran muy aburridas y nos íbamos a aprender con los enfermos. Hoy en día, uno le pide a un alumno de pregrado que vaya a aprender medicina de verdad y no quiere. Lo único que les preocupa es pasar el examen MIR. En este sentido, las facultades ya no sirven ni cumplen con su función.
¿Qué recuerda de las primeras tutorías?
No eran muy diferentes a las de ahora. Debí dar alguna tutoría entonces, pero la memoria me falla un poquito (se ríe). Por entonces no se le pagaba a los tutores, eso vino más tarde. En cualquier caso esto, sigue siendo polémico: en algunos sitios reciben un sobresueldo, en otros lo hacen gratis… Por otro lado, a veces la relación entre el hospital y la facultad de Medicina no es perfecta. Hay profesores que no participan en la vida hospitalaria y a veces se producen discordancias. Por ejemplo, un profesor que no tiene cargo hospitalario muchas veces no quiere saber nada de la supervisión del MIR.
"Hoy en día, uno le pide a un alumno de pregrado que vaya a aprender medicina de verdad y no quiere"
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¿Cómo ha evolucionado el perfil de los residentes en estos 40 años?
Bueno, ha habido y hay de todo tipo. Los hay buenos y los hay no tan buenos. Hay mucha inmersión de latinoamericanos. Algunos vienen muy bien formados, porque puede que hayan hecho más de una carrera. Y luego están los residentes que no están contentos con el número que han sacado, que siempre los ha habido y hacen otro examen para hacer la especialidad que les gusta.
¿Se ha convertido a los residentes MIR en una fuerza de trabajo laboral más?
A veces se abusa de los MIR, en el sentido de que se aprovecha su tiempo para hacer las guardias y las cosas incómodas y se olvida la obligación principal que tienen las autoridades: darles formación.
Antecedentes
Rozman, además de ser parte viva de la historia de la Medicina en España, también es uno de sus
relatores. Así lo demuestra en su
blog, en el que recoge varios de sus episodios. En varias entradas, recuerda además los
antecedentes del MIR en España.
Y es que, hasta entonces, la especialización no cumplía determinados
criterios prácticos, cuenta Rozman. “Los que habíamos tenido algunas experiencias con las Escuelas Profesionales de especialización, nos percatamos de que estas seguían conservando todas las características de los estudios de licenciatura, básicamente teóricos. Recuerdo que alguien había calificado a
los alumnos de estas escuelas como asistentes de gabardina y paraguas, para ilustrar su poca implicación en la formación práctica”.
El germen del modelo MIR surgió en un encuentro celebrado unos años antes de su nacimiento. “Corría 1970 y unas pocas decenas de personas nos recluimos tres o cuatro días en el Parador Nacional de Toledo. El promotor de la reunión fue
Antonio Gallego, catedrático de Fisiología de la Universidad Complutense de Madrid y un gran pionero en el campo de la educación médica (…). En la reunión de Toledo tuvieron también un importante papel
José María Segovia de Arana y Vicente Rojo, quien había tenido interesantes experiencias docentes de tipo innovador en la Universidad de Cali (Colombia)”, además de varios expertos internacionales como el mejicano
Ruy Pérez-Tamayo.
Como consecuencia de aquella reunión, “Segovia de Arana organizó y presidió en febrero de 1971 un seminario de Educación Médica”, durante el cual se difundieron los contenidos abordados en la reunión, que posteriormente, en 1978, dieron como más importante fruto la formación MIR.
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