Entrar en la residencia es uno de los momentos más esperados por los médicos. Tras tanto tiempo ‘luchando’ por conseguir una
plaza, por fin, acceden al lugar en el que se desarrollarán laboralmente y donde esperan vivir una de las etapas más bonitas de sus vidas. O por lo menos este es el primer pensamiento que se tiene, porque no todo acaba siempre siendo como uno imagina. “El
MIR es lo peor que me ha pasado en la vida”. Con esta frase tan dura comienza a relatar su historia
una médica que lleva cinco años formándose en una disciplina sanitaria donde el sufrimiento, el
bullying, el
estrés y la
explotación laboral están a la orden del día. Una situación que no solo le ha arrebatado la
vocación que sentía por su profesión, sino que incluso se plantea, diariamente,
abandonar la Medicina una vez terminada
la residencia. “A nadie le importa cómo te encuentras mientras todos los puestos estén cubiertos en el hospital”, ha lamentado.
Ella no es lo que se dice una mujer con
poca fuerza de sacrificio. Siempre ha tenido “muchísima” determinación, carácter y las cosas bien claras. De hecho, desde que entró en Medicina,
carrera que terminó en cinco años, tenía el objetivo de
querer ser cirujana general. “Mi máxima en la vida era eso. Estaba muy motivada y
era una persona con muchísima vocación”, ha confesado a
Redacción Médica.
Pero, tras conseguir alcanzar su sueño de entrar en la especialidad que quería y en el hospital que buscaba, lo que creía que sería la profesión de sus sueños se convirtió en una verdadera película de terror. “Vine de la carrera sin estar acostumbrada a la vida laboral, no tenía ni idea. Y de repente
me encontré con un
ambiente super hostil. Hay muchísimo
bullying, malas palabras, mucha jerarquía y gente muy dictatorial (…) En definitiva,
maldad pura. Un lugar con gente técnicamente buena, pero con un sistema que funciona
a costa de explotar a los profesionales”, ha explicado.
Esta situación, aunque chocante, realmente no fue nueva para esta médica.
Ya había escuchado historias sobre el Servicio antes del
la residencia
y sus compañeros le advirtieron de que
no entrase en él, pero ella hizo caso omiso a esas advertencias porque
creía que hacía lo correcto.
Bullying, estrés y "maldad pura" durante el MIR
A pesar de la impresión inicial, intentó no ‘venirse abajo’ y se dijo a sí misma que esa presión sería positiva para su formación, que todo iría a mejor y que aprendería muchísimo. Pero, ya durante las primeras semanas, la forma en la que estaba organizado el Servicio no le terminaba de cuadrar.
Siendo R1 estaba “absolutamente sola” sin supervisión. Tenía que hacerse cargo de una
sala de 50 pacientes de cirugía postoperados, complejos, y sin tener “ni idea” de cómo proceder. “
Te ocupas de absolutamente todo, incluso de limpiarle el culo al paciente, antes de que venga el cirujano principal para entallar.
A parte de que recibes broncas por todos los lados porque nadie te enseña a hacer nada, pero vas aprendiendo a base de hostias”, ha lamentado.
Los días para esta médica comenzaron a hacerse eternos. Se tenía que quedar hasta tarde porque había muchísimo trabajo, además de las guardias que tenía que realizar. "
Estuve durante el primer año de residencia sin librar ni una de ellas. Me quedaba de postguardia y a trabajar de nuevo.
Llegaba a mi casa fatal, con cansancio acumulado, llorando y destrozada”, ha afirmado.
Pensamientos de dejar el MIR por culpa del estrés
Con el paso de los años, esa esperanza de que su situación fuese mejorando se iba desvaneciendo. Cada vez todo era más insostenible y que, a día de hoy, continúa siendo igual. “
Es un ambiente terrorífico en el que tienes ganas de vomitar por las mañanas por ir al trabajo, y tienes ansiedad.
Empecé a llorar también todos los días, algo que nunca me había pasado, pensando en que
me había jodido la vida”, ha aseverado.
Todo lo que ha estado viviendo, y vive, l
e ha pasado factura tanto física como mentalmente.
“He tenido que ir al psiquiatra para poder sobrevivir. He tenido que
terminar relaciones personales por esto, y he estado con muchísimos problemas ligados a mi trabajo como residente”, ha indicado.
Explotación laboral durante el MIR
En la actualidad,
es residente de último año y, en “muchas ocasiones”, sus jornadas laborales
superan las 100 horas semanales. “Puedo tener jornadas interrumpidas de
tres días seguidos sin dormir, o descansando unas 10 horas en ese tiempo (…)
Pero a nadie le importa”, ha detallado.
"En muchas ocasiones mis jornadas laborales superan las 100 horas semanas. Pueden ser interrumpidas de tres días seguidos sin dormir (...) Y a nadie le importa"
|
Ahora mismo no sabe qué hacer. La bola se va haciendo cada vez más grande pero
no hay una solución clara. Ella ve que
sus compañeros están igual, pero
nadie habla del tema. “Si hablas eres el débil, si dices algo eres el que te quejas, si buscas ayuda eres lo peor…Todo el mundo, según mi opinión, está jodido, pero c
ada uno lo sobrelleva como puede. El sistema funciona así, si lo quieres aquí lo tienes, y si no te gusta, te vas”, ha afirmado.
La ley del silencio durante el MIR
A pesar de que
la ley del silencio está implantada y es raro que alguien alce la voz, esta facultativa recuerda que, por lo menos, han
abandonado el MIR cinco personas desde que ella empezó la residencia. Además,
se han puesto denuncias a docencia, se ha renovado la dirección y la plantilla, pero nada, “todo sigue igual”. “Que yo lleve tres días sin dormir no le importa a nadie. Hablas con el jefe de Servicio o le dices al psiquiatra que quieres pedir la baja, pero nada. Lo relevante aquí es que tú vengas a las 6 de la mañana a ver a los pacientes, y que todos los puestos estén cubiertos”, ha lamentado.
De hecho, esta futura especialista ha intentado trasladarle cómo se siente a su
tutora MIR y tampoco le ha dado ningún tipo de esperanzas en que su situación cambie. "Ella es exresidente de aquí y cuando se lo he comentado su pretexto es que
todos pasan por esto", ha resaltado.
Por desgracia, es consciente de que la única vía para conseguir su especialidad en España es vía MIR, pero reconoce que su situación es insostenible. “La gente se quema, no puede seguir así. Yo termino en un año, pero
me planteo repetir el MIR o directamente no dedicarme a la Medicina. Esto es lo que ha conseguido este sistema”, ha afirmado.
"Cuando termine la residencia me planteo repetir el MIR o, directamente, no dedicarme a la Medicina. Esto es lo que ha conseguido este sistema"
|
Elegir especialidades en el MIR con una buena calidad de vida
Por este motivo, si ahora supiese todo lo que sabe, seguramente habría
elegido otra especialidad que tenga mejor calidad de vida. “Al final la gente quiere eso, y por eso las notas de corte son así. Las personas quieren trabajar poco y vivir bien, porque la vocación se te acaba el primer año de residencia”, ha subrayado.
Para ella, el Sistema Nacional de Salud (SNS) está organizado de tal manera que
siempre hay “mano de obra barata” con los MIR durante cuatro o cinco años. “Para mí, esta
es la mayor mentira del sistema público”, ha concluido.
Aunque pueda contener afirmaciones, datos o apuntes procedentes de instituciones o profesionales sanitarios, la información contenida en Redacción Médica está editada y elaborada por periodistas. Recomendamos al lector que cualquier duda relacionada con la salud sea consultada con un profesional del ámbito sanitario.