En un proceso tan exigente como la
preparación del MIR o el EIR, las horas de estudio no son la única inversión a realizar por los miles de aspirantes que deciden optar a una
plaza de especialista. El hecho de dedicar gran parte de la jornada a preparar el temario limita, inevitablemente, sus opciones para obtener algún tipo de remuneración, por lo que, en su mayoría, se ven abocados a solicitar ayuda familiar o establecer un colchón de ahorros previo durante sus años como estudiantes de
Medicina o Enfermería.
Laura, residente de
Enfermería de primer año, pertenece a este segundo grupo. Sin posibilidad de recurrir a un soporte externo, tuvo que trabajar a jornada completa en la comunidad autónoma a la que se había mudado al terminar la carrera. Así permaneció tres años, tal y como relata a
Redacción Médica, hasta que consiguió acumular los
suficientes ingresos como para poder empezar a preparar el examen, manteniendo eso sí, su empleo con reducción de jornada y "tirando de lo que había ahorrado anteriormente".
"Supone mucho
esfuerzo y sacrificio porque tienes que llevar el temario al día, sacar el trabajo adelante y seguir con tu vida. Al final tienes que priorizar y muchas veces eso implica renunciar a otras cosas que igual te apetecen más", ha subrayado al hablar de su experiencia y la de la "mayoría de sus compañeros" compaginando estudio y trabajo.
Es por ello que, a través de su cuenta en X, pedía respeto para todas aquellas personas que, al finalizar el Grado, no pueden permitirse empezar el proceso. "La gente que a malas te dice que 'eres una privilegiada por poder hacer una residencia EIR' no entiende que
no todo el mundo termina la carrera y se mete en ella", ha reivindicado en su mensaje.
A pesar de contar con unos ingresos estables, según cuenta, tuvo que apretarse el cinturón en el día a día para mantener dinero en su cuenta durante los meses de preparatoria. "En lo que más recortas son en los
gastos innecesarios que todos tenemos. Aprendes a gestionar mejor el dinero. Igual no compras tanto producto de marca en el supermercado ni gastas tanto cuando quedas con amigos. Tampoco inviertes lo mismo en viajes", detalla.
Ayuda familiar en la preparación del MIR
Vivir con sus padres permitió a Ana Blanca reservar todo lo que había ganado trabajando como creadora de contenido para la
preparación del MIR. "Ellos se hicieron cargo de mis gastos principales", reconoce esta R1, que llegó a ahorrar mientras estudiaba, entre
15.000 y 20.000 euros entre junio y enero, con sus publicaciones en redes sociales.
Daniel, sumergido de lleno en el proceso, ha podido contar con ayuda familiar durante esos meses y dedicarse en exclusiva a los libros y simulacros. "Lo cierto es que no tuve que hacer ahorro porque tengo la suerte de que mis padres se lo pudieron permitir", ha reconocido. Aún así, este aspirante agradece la posibilidad de hacer el pago de la academia, "el más sangrante", en dos plazos, "lo que facilita un poco las cosas".
En una situación parecida se encuentra María Jesús. En su caso, la opción de trabajar en paralelo es casi nula al
tener una hija pequeña, por lo que seguirá percibiendo una aportación familiar en estos meses de preparación del MIR, igual que durante la carrera.
¿Becas durante la preparación del MIR?
"Yo creo que a la hora de estudiar el grado universitario es diferente. Muchas veces el gasto de la universidad lo suele asumir la familia o el propio estudiante. En el caso de no tener recursos suficientes, hay becas específicas para ayudar con el pago tanto del grado como del alquiler del piso o residencia como fue mi caso", ha expuesto Laura, quien, sin embargo, ve "complicado" establecer ayudas económicas durante la preparación.
A la vista del desembolso necesario, esta EIR agradecería que existiesen ayudas durante la residencia aunque, bajo su punto de vista, "sería un parche". "Veo más acertado incrementar el salario de los residentes ya que, en el caso de las enfermeras residentes, no llegamos al SMI por 20 euros", ha reclamado.
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