Relato de una farmacéutica pionera: "Antes creían que el hombre sabía más"

Teresa García encara cada tarde la avenida de Andalucía de Jaén. La mujer, que pronto cumplirá 85 años, avanza tranquila por la acera en búsqueda de su meta final, la farmacia. No para comprar un determinado medicamento, sino porque forma parte de ella. En el número 70 de la mencionada calle se encuentra la botica que fundó hace más de 40 años. Allí, pasa las horas vespertinas. "Voy un poco de adorno", ha señalado la farmacéutica entre risas. Parte de su esencia reside en ese local. Por su vertiente profesional, pero también por mujer.

La boticaria fue una de las centenares de farmacéuticas que se aprovecharon de la abolición de la licencia marital en España. Y es que, antes de 1975, las mujeres requerían de la autorización de sus maridos -o de sus padres, en caso de estar solteras- para la adquisición de bienes o la disposición de patrimonio propio. Esto incluía la apertura de negocios, lo que impedía que las tenientes del título de Farmacia fueran dueñas de sus oficinas.

El cambio legislativo llegó poco después de que García concluyese sus estudios. Ella estudió Farmacia en la Universidad Complutense. "Ya en mis años éramos más mujeres que hombres en la facultad, pero, por desgracia, no estábamos en el mismo escalafón", ha revelado. Sin embargo, cambió su Madrid natal por la provincia de Jaén, donde reside desde entonces. "Me casé y me vine aquí a vivir. Vamos, soy jienense", ha indicado a Redacción Médica.

"Ya en mis años eramos más mujeres que hombres en la facultad"

En su mente siempre estuvo la idea de abrir una botica. Un pensamiento que se generó desde la infancia, a estar la profesión muy presente en su día a día. Y es que su padre era farmacéutico y propietario de un establecimiento en la madrileña calle de Zurbano desde 1931. Un legado que sobrevivió en ella y en parte de sus hermanos. "De siete, cuatro nos hemos dedicado a la farmacia", ha puntualizado. Una 'dinastía' de farmacéuticos que ha continuado hasta la actualidad. "Tengo un hijo que se dedica esto, incluso una nieta que trabaja ya en el sector", ha agregado García.

Teresa García abrió su oficina de Farmacia en 1978.

Una vida dedicada a la Farmacia

García se mudó a la provincia andaluza con su marido, quien era de profesión arquitecto. Primero, residieron en Baeza, antes de saltar a la capital en 1975. Para entonces, García ya había sido madre. Sin embargo, esto no le arrebató su objetivo de abrir una botica. "Siempre fue independiente y tuve mi dinero. Jamás quise depender de mi marido y nunca lo hice", ha dicho.

Al desplazarse a Jaén, la farmacéutica no dudó en colegiarse. Allí, conoció a más profesionales del sector, entre estos, mujeres interesadas en abrir oficinas en la ciudad. "Siempre me apoyaron. Tanto a mí, como a mis compañeras", ha asegurado García. Un soporte que concluyó en la apertura de su negocio en la Avenida de Andalucía. "La verdad es que no tuve ningún problema", ha continuado.

Más complicada fue su rutina al frente de la botica. García tuvo que enfrentarse a la aparición de nuevos medicamentos, la letra de los médicos en los documentos de prescripción, las guardias nocturnas o la formulación magistral. También a los bruscos cambios tecnológicos, como el aterrizaje del ordenador en las oficinas y la incorporación de sistemas como la receta electrónica. También a la sustitución de los llamados 'mancebos' por los técnicos auxiliares de Farmacia y Parafarmacia. "Antes la atención farmacéutica era sota, caballo y rey. Ha evolucionado muchísimo", ha expresado.

"Jamás quise depender de mi marido y nunca lo hice"

Unas alteraciones que superó a base de formación, esfuerzo y buenas palabras. Esta última ha permitido la supervivencia del negocio tras cuatro décadas. “Yo siempre he sido una persona muy cercana y me preocupo mucho por mis clientes. Siempre intento que se sientan bien y jamás le digo 'que mal está'. A veces, lo único que necesita es saber que se va a recuperar. Para eso estamos", ha explicado.

García acude a su farmacia cada tarde para cooperar en su funcionamiento.

Además de los vaivenes vividos dentro del mundo de la Farmacia, García tuvo que hacer frente a los personales. Al poco de abrir la botica, su marido falleció, por lo que tuvo que ocuparse íntegramente de sus hijos. La combinación de la vida familiar y la profesional no fue fácil. "Yo me he dedicado en cuerpo y alma. Muchas veces a lo mejor dejaba un poco abandonada la casa, pero no me quedaba otra", ha comentado la farmacéutica.

Refuerzo de la mujer en el ámbito sanitario

Años después de jubilarse, García no deja de recorrer la distancia que separa su domicilio de la botica que abrió hace más de 40 años. Todavía se aposenta en la retaguardia del negocio para colaborar en el funcionamiento de la oficina. "Estoy jubilada en activo", ha contestado. Y, de momento, no prevé dejar de acudir al lugar que tanto tiempo le costó construir.

La sanitaria se encuentra en la lista de las primeras mujeres que fueron propietarias completas de una oficina de Farmacia en España. García se alegra al ver que poco a poco las profesionales del sector van equiparándose a sus homólogos masculinos. "Antes los hombres ganaban más y se creía que sabían más. Gracias a Dios, ya hemos superado todo esto", ha asentido.

"Se creía que los hombres sabían más, menos mal que ya hemos superado esto"

En este sentido, García ha recordado a su madre. "Era una mujer muy inteligente. Quiso estudiar, pero no pudo, porque su padre se lo impidió. Le dijo que se casara y alimentara a su marido. Cuando lo pienso se me saltan las lágrimas", ha relatado. Un dolor que le sirvió para abrir pasa a las miles de mujeres que hoy en día pueden decir que son dueñas de una botica. Sin necesidad de estampar la firma de un hombre, como sucedía hace no tanto.

García en su botica en su oficina de Farmacia.