La irrupción de los
probióticos en medicamentos, productos sanitarios y complementos alimenticios es una realidad del día a día de la
farmacia. Por ello, es fundamental que los farmacéuticos conozcan estos microorganismos, que refuerzan la microbiota intestinal y que se emplea en determinados tipos de diarreas, estreñimiento y cólicos, entre otras dolencias.
Para cubrir esta necesidad de conocimiento sobre el manejo de estos componentes en las boticas, la
Sociedad Española de Farmacia Familiar y Comunitaria (Sefac), la
Sociedad Española de Probióticos y Prebióticos (Sepyp) y
Stada han impulsado la
primera guía de actuación consensuada por sociedades científicas en probióticos para farmacia comunitaria, que se ha presentado en el Workshop SEPyP que se ha celebrado en Zaragoza.
El documento buscar “resolver preguntas habituales en la botica sobre probióticos y prebióticos”, ha precisado
Guillermo Álvarez, presidente de Sepyp, quien comenta que la guía va a ser flexible y se va a ir actualizando ante las incesantes novedades que van surgiendo en el mundo de la microbiota humana gracias a la investigacion que se está desarrollando.
Guillermo Álvarez y Ana María Mateos, durante la presentación de la guía.
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Ademas, Álvarez ha reconocido que “los farmacéuticos ponen mucha más atención en el mundo de los probióticos que los médicos. Muchas veces le recetamos a un paciente un antibiótico, que puede provocarle diarrea, y no tiene asociado un probiótico. La farmacia pone el
parche a esta situación”
Evidencia científica
Ana María Mateos, coordinadora de la guía por parte de Sefac, ha explicado algunas de las
reglas de oro o mandamientos que tienen que seguir los farmacéuticos a la hora de dispensar probióticos, entre los que se encuentran respetar la evidencia científica. “Se consideran seguros, pero el farmacéutico debe estar alerta, sobre todo en pacientes con problemas cardiovasculares. Si un paciente lo pide o se estima que su uso puede ser beneficios, hay que estar atentos ante posibles
interactuaciones”.
Además, Mateos ha indicado que el profesional debe tener en cuenta la posibilidad de tener que derivar al paciente al médico en caso de que el caso lo requiera, tal y como ocurre en otras situaciones. Además ha recordado las situaciones en las que el probiótico
no se debe emplear o se debe vigilar su uso, como en pacientes inmunosuprimidos, con desnutrición grave, o sometidos recientemente a cirugía cardiaca oral o gastrointestinal.
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