Coincidiendo con el
Día Mundial del Corazon, que se celebra cada 29 de septiembre, y con el fin de visibilizar el impacto global de las
enfermedades cardiovasculares (ECV), y de la cardiopatía isquémica en particular, el
Consejo General de Farmacéuticos ha elaborado un Punto Farmacológico ofreciendo
información científica rigurosa a los profesionales sanitarios con el objeto de mejorar la asistencia a los pacientes.
Este informe técnico revisa en profundidad el conocimiento actual sobre las ECV y su tratamiento, poniendo especial atención en las
funciones asistenciales que puede desarrollar el farmacéutico para reducir tanto la aparición de estas enfermedades como sus efectos.
El Día Mundial del Corazón este año tiene como lema “Usa el corazón para combatir las enfermedades cardiovasculares”. Y es que con
18 millones de fallecimientos anuales –se estima que serán 23 millones en 2030– son la primera causa de muerte en todo el mundo. En España, aunque hace 40 años comenzó una tendencia descendente, las enfermedades cardiovasculares (ECV) también son la primera causa de muerte, alcanzando las 120.859 en 2019.
La aparición y evolución de las ECV está muy condicionada por una serie de
factores de riesgo, entre los que destacan la hipertensión arterial, el tabaquismo, la hipercolesterolemia, la diabetes o la obesidad. Además, en tiempos del Covid-19, los pacientes de ECV se enfrentan a una doble amenaza: un mayor riesgo de desarrollar formas más graves de la infección, y descuidar los tratamientos por temor al contagio al acudir a un centro sanitario.
El 80% de las muertes se pueden evitar
Si bien las tasas de mortalidad son altas y la lista de factores de riesgo es amplia, el lado positivo es que mediante un control eficaz de los principales factores de riesgo
podría reducir hasta en un 80 por ciento las muertes por ECV. De ahí que la Agenda 2030 de Naciones Unidas apueste por reducir en un 33 por ciento las muertes prematuras para ese año, especialmente las debidas a ECV.
A este respecto, el
farmacéutico comunitario, por su cercanía y accesibilidad, ocupa una posición privilegiada para transmitir a los ciudadanos información rigurosa sobre el riesgo cardiovascular y las buenas prácticas para prevenirlos, como el abandono del hábito tabáquico y del consumo excesivo de alcohol, la realización regular de ejercicio físico, llevar una dieta sana y variada, evitar el sobrepeso y controlar periódicamente parámetros como el índice de masa corporal, la presión arterial, la glucemia o la colesterolemia.
En caso de ser ya pacientes de una ECV, una vez diagnosticada y prescrito el tratamiento por el cardiólogo, la intervención del farmacéutico es fundamental para obtener los mejores resultados terapéuticos, ya sea en el entorno hospitalario en situaciones de Síndrome Coronario Agudo (SCA) o en el ámbito comunitario. Y es que, en realidad, la mayoría de pacientes de ECV van a estar en
tratamiento crónico ambulatorio mediante tratamientos dispensados a través de la red de farmacias comunitarias.
En el caso de las ECV, la
adherencia terapéutica es un factor esencial en el resultado de los tratamientos crónicos. En este sentido, el farmacéutico comunitario debe recodar que la falta de adherencia puede influir en un empeoramiento de la calidad de vida, una mayor probabilidad de complicaciones, aparición de efectos secundarios, ingresos hospitalarios adicionales o mortalidad, situaciones que incrementan la ineficiencia del gasto sanitario.
Aunque pueda contener afirmaciones, datos o apuntes procedentes de instituciones o profesionales sanitarios, la información contenida en Redacción Médica está editada y elaborada por periodistas. Recomendamos al lector que cualquier duda relacionada con la salud sea consultada con un profesional del ámbito sanitario.