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El modelo irlandés guía la prescripción farmacéutica: "Nos falta formación"

La experiencia internacional reabre el debate sobre el papel clínico del farmacéutico comunitario y su encaje en el SNS

Gerino García y Jaime Arnaiz, farmacéuticos.


29 dic 2025. 16.30H
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La reciente decisión de Irlanda de permitir que los farmacéuticos comunitarios prescriban tratamientos para varias afecciones comunes ha reabierto el debate sobre el papel asistencial de la farmacia en España. El modelo irlandés, que autoriza la prescripción para patologías como el herpes zóster, infecciones urinarias no complicadas o conjuntivitis, siempre bajo protocolos clínicos y tras formación acreditada, plantea una pregunta inevitable: ¿está el sistema sanitario español preparado para dar un paso similar?

Actualmente, el marco normativo español autoriza solo a médicos, odontólogos y podólogos a poder prescribir medicamentos sujetos a receta. El farmacéutico comunitario se limita a la dispensación, con un margen de actuación muy reducido incluso en situaciones de desabastecimiento. Sin embargo, desde la profesión farmacéutica se insiste en que esta limitación no responde a una falta de capacidad clínica, sino a "una regulación que no ha evolucionado al ritmo de las necesidades asistenciales".


Más competencias, más accesibilidad


Gerino García, titular de oficina de farmacia en Madrid, valora positivamente la iniciativa irlandesa y la interpreta como una apuesta estratégica por reforzar el papel sanitario de la farmacia. "Irlanda acaba de dar un paso relevante porque ha permitido que los farmacéuticos comunitarios puedan prescribir tratamientos para siete afecciones comunes, siempre con formación específica y bajo protocolos clínicos. El objetivo está claro: facilitar el acceso, intervenir a tiempo y descargar a la atención primaria de consultas básicas", señala a Redacción Médica.

Para García, este tipo de medidas no solo mejoran la accesibilidad del paciente, sino que también protegen el modelo profesional de farmacia frente a una deriva excesivamente comercial. "En lugar de empujar la farmacia hacia modelos impersonales y puramente comerciales, se apuesta por reforzar el papel sanitario del farmacéutico", afirma. En este sentido, reivindica el modelo español como uno de los más sólidos del entorno europeo: "Nuestro modelo de farmacia garantiza una red profesional, cercana y cohesionada. No somos lineales ni cajas registradoras. Somos parte del sistema sanitario".

Uno de los argumentos más recurrentes a favor de ampliar las competencias farmacéuticas es la intervención precoz. García pone como ejemplo el herpes zóster ya que, según explica, "si no se inicia el tratamiento antiviral en las primeras 72 horas, su eficacia cae. Esa intervención precoz puede marcar la diferencia". De ahí que subraye que la reivindicación no pasa por asumir funciones diagnósticas complejas, sino por aprovechar el conocimiento del medicamento. "No pedimos diagnosticar. Pedimos que se reconozca el valor terapéutico del farmacéutico cuando puede aportar clínicamente".


Protocolos y seguridad del paciente como líneas rojas


Desde una posición más cautelosa, pero igualmente abierta al cambio, se sitúa Jaime Arnaiz, también titular de farmacia en la capital. Para él, la posibilidad de prescribir en determinados supuestos sería "una gran oportunidad", aunque advierte de los riesgos si no se articula adecuadamente. "Un triaje o un diagnóstico inicial se puede hacer de forma sencilla, pero no se tienen nunca las garantías de que la patología no pueda ir más allá o esté relacionada con otros asuntos que no seríamos capaces de detectar en la farmacia", explica en declaraciones a este medio.

Arnaiz coincide en que cualquier avance debería ir acompañado de un sólido marco regulatorio. "Sería interesante que en España pudiéramos realizar actuaciones similares, pero siempre tras la consulta, la formación y la certificación de los profesionales que participaran", subraya. En su opinión, el modelo irlandés marca el camino al exigir formaciones prácticas específicas y evaluaciones para obtener la acreditación necesaria.

Ambos profesionales coinciden en que una mayor implicación clínica de la farmacia comunitaria podría aliviar la presión sobre la atención primaria y reducir listas de espera. Además, reforzaría la diferenciación de la farmacia frente a otros canales de venta. Como resume Arnaiz, permitir estas actuaciones "consolidaría a la farmacia como uno de los principales canales de recomendación sanitaria, diferenciándonos de supermercados o parafarmacias donde no existe este servicio profesionalizado".

El debate, por tanto, no gira tanto en torno a si los farmacéuticos pueden asumir un mayor papel asistencial, sino a cómo y bajo qué condiciones hacerlo sin comprometer la seguridad del paciente. Una discusión que, a la vista de la experiencia internacional, parece cada vez más difícil de posponer.
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