Marcos Domínguez. Madrid
Es el octavo colegio por número de miembros de España, con más de 1.600 colegiados. Elena Castiella dirigirá a los farmacéuticos de Vizcaya durante los próximos cuatro años tras haber sido vicepresidenta en el anterior periodo de gobierno. Dar visibilidad al farmacéutico en el continuo asistencial de la provincia, potenciar los servicios al ciudadano desde la botica y mantener la buena relación con la Administración serán algunos de los aspectos que más importancia dará Castiella en el cargo.
¿Cuál va a ser la prioridad de su legislatura?
Queremos elaborar un plan estratégico, cuyo hilo conductor sea la participación activa del colegiado y su identificación con los objetivos del colegio. Los propósitos fundamentales son: consolidar nuestra relaciones con la Administración y con el resto de los profesionales de la salud, extender la cobertura de los programas sanitarios en los que participa la farmacia y poner en marcha nuevas iniciativas que respondan a las necesidades sociosanitarias que surjan.
Parece que el País Vasco será una de las pocas comunidades con presupuestos realistas en farmacia este 2015. ¿Cuál es la relación de la farmacia de Vizcaya con la Administración?
No soy quien para juzgar los presupuestos de otras comunidades autónomas, pero en lo que se refiere a la nuestra creo que efectivamente se ajustan razonablemente a las posibilidades y a las necesidades, si bien me gustaría que se hiciera una apuesta un poco más decidida por los programas asistenciales en los que colaboramos las farmacias, ya que son actuaciones muy eficientes y suponen un gran beneficio para las poblaciones que más atención necesitan. Debo apuntar que la farmacia vizcaína, y la vasca en general, se ha caracterizado siempre por apostar por la colaboración con el sistema sanitario y confiamos en que nuestra mano tendida siga siendo bien recibida y podamos seguir trabajando juntos en mejorar los aspectos que ahora están ocasionando problemas.
Algunas comunidades, al modificar su ordenación farmacéutica, están restringiendo los requisitos para establecer oficinas de farmacia en el ámbito rural y regulando la atención a centros sociosanitarios. ¿Cómo se ven estos temas desde Vizcaya?
Nuestra provincia no es precisamente un territorio que se caracterice por la gran dimensión de su ámbito rural. Al contrario, tiene una extensión muy pequeña y está muy densamente poblada. No obstante, la ley de ordenación vasca, a pesar de ser de las más antiguas (data del año 1994) es de las más innovadoras en muchos sentidos, y uno de ellos es precisamente el establecer una forma adecuada y viable para prestar atención farmacéutica en los núcleos de menos de 800 habitantes mediante la apertura de botiquines.
En cuanto a la atención a centros sanitarios, en su día nuestra comunidad apostó por atenderlos desde la farmacia comunitaria y con ello hemos conseguido prestar un servicio de una gran calidad. En Vizcaya ha habido una importante especialización de las farmacias y contamos con farmacéuticos comunitarios que ofrecen servicios punteros, con preparación individualizada de la medicación y con ideas innovadoras que han servido de referencia y modelo a seguir para otros compañeros. Actualmente el departamento se está cuestionando un cambio de modelo y esperamos que siga primándose la calidad del servicio, la facilidad de acceso a los medicamentos y la satisfacción de los usuarios. Si se sigue por ese camino quizás descubramos que lo que ahora tenemos está muy cerca de lo mejor posible en las actuales circunstancias.
La provincia es una de las que menos farmacias por habitante tiene, con una por cada 2.677 (según datos del Consejo General de 2013), y la que más personas mayores hay por farmacia (555, según los mismos datos). Esta situación, ¿cubre las necesidades asistenciales de la población?
Como ya he dicho, somos un territorio muy pequeño con una altísima densidad de población, eso supone que la práctica totalidad de los vizcaínos tenga una farmacia en el municipio donde reside y además que está cerca de su casa. Supone a la vez que la viabilidad económica de las farmacias es suficiente para que puedan ofrecer no solo una buena calidad en el servicio básico de suministro de medicamentos a la población, sino que dispongan de una cartera de servicios que responde adecuadamente a las necesidades de la población y que tienen margen de maniobra para irse adaptando también a las nuevas necesidades que surgen.
En la revisión del Código Penal que se está llevando a cabo, se prevé el endurecimiento de las penas para el comercio ilegal de medicamentos. ¿Le parece algo necesario dado los escándalos habidos en el último año?
Lo que es necesario es disponer de los mejores controles posibles y tener una buena planificación, no solo de las farmacias sino de la distribución farmacéutica. Estoy orgullosa de la política que se ha seguido en nuestra comunidad autónoma. Aunque yo no estaba por entonces en el colegio y no tuve la oportunidad de colaborar con la Administración en este aspecto, me consta que los distintos responsables que han ido pasando por ella han mantenido una línea de actuación muy clara encaminada a mantener un buen control en la cadena del medicamento y que para ello siempre han contado con el apoyo de los representantes de la profesión farmacéutica.
El pacto que firmó el Consejo General de Farmacéuticos con el ministerio incluía una serie de propuestas a desarrollar, como el desarrollo de los servicios profesionales. ¿Cómo está evolucionando este cambio en la oficina de farmacia? ¿Va a buen ritmo o todavía hace falta tiempo para conformarse?
Desde luego no va al ritmo que nos gustaría, aunque nuestra comunidad autónoma es la que tiene un mayor número de servicios concertados con las farmacias, algunos de los programas que están en marcha no están llegando ni mucho menos a toda la población que podría beneficiarse de ellos. Tenemos que hacer entre todos un esfuerzo para ampliarlos, especialmente porque son intervenciones altamente coste-efectivas y, por tanto, son precisamente las que hay que primar cuando se apuesta por la contención del gasto. Espero que seamos capaces de incluir a nuevos colectivos en el programa de mejora de uso de la medicación, porque tanto los datos de coste-efectividad como los de satisfacción de los usuarios y de los propios profesionales son muy favorables. Además tenemos que ser capaces de iniciar nuevos proyectos; eso sí, sin olvidarnos de ir consolidando y ampliando los que ya están en marcha.
Uno de los debates actuales es el del modelo retributivo. ¿Qué opinión le merece?
Que yo recuerde, venimos hablando de ello al menos desde que empecé a trabajar como farmacéutica, allá a principios de los 90, y supongo que algunos tendrán incluso recuerdos anteriores. Creo que siempre es bueno analizar las nuevas ideas y debatir sobre nuevas posibilidades, pero sin dejarse obnubilar por los grandes conceptos y no perdiendo nunca la perspectiva de la realidad, de lo posible y de lo deseable.
¿El farmacéutico tiene el lugar que merece en el continuo asistencial del SNS?
El farmacéutico y el resto de los profesionales sanitarios trabajamos día a día por mejorar la salud de la población, muy a menudo solos o al menos con una excesiva sensación de soledad. Todos tenemos que hacer un esfuerzo por progresar en la integración del sistema sanitario. Sin duda esa es una de las asignaturas pendientes de la farmacia, pero no una asignatura que no estemos estudiando y en la que poco a poco no vayamos aprobando exámenes parciales. En este sentido, y por lo que se refiere a Vizcaya, colaboramos cada vez más con los profesionales de Medicina y Enfermería, hace ya un par de años que estamos desarrollando iniciativas de cooperación con dentistas y ahora estamos a punto de dar un paso más con veterinarios. Sin duda también en eso el futuro va a ser mejor que el pasado.
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