Estando en su casa, a
Carmen Peña la llamó un compañero. Era el año 95. Tenía 35 años, una niña de 10, un niño de ocho y otra pequeña de dos años. El por entonces presidente del
Consejo General de Colegios Farmacéuticos (Cgcof), Pedro Capilla, le acababa de proponer ir con él en su equipo como secretaria general. Descolgó el teléfono en la cocina.
"Hola, Menchu" -sonó al otro lado-. "¿Qué tal? -prosiguió- Mira, es que te llamaba porque me han comentado que el presidente te ha preguntado si querías ir con él en la Secretaría General. Te quería decir que yo estoy interesado también en ese puesto y como tú eres muy joven y tienes hijos pequeños..."
Carmen Peña explica la llamada telefónica de un compañero ofreciéndose a ocupar el puesto al que optaba.
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"Mira, lo estaba dudando -respondió ella-, pero con esta llamada me has convencido de que tengo que presentarme. Muchísimas gracias y hasta pronto".
Con esa conversación Peña, una de las participantes del
Jurado de los Premios Sanitarias que
Redacción Médica otorga el 3 de marzo, resume la situación de las mujeres profesionales jóvenes hace más de dos décadas. Asegura que su compañero llamó con buena intención. "Era la forma de pensar, que cómo se iba a meter una chica de 30 y pico en ese puesto con tres niños. Sin embargo, él tenía 40 y pico y dos hijas adolescentes y nadie lo juzgaba", añade.
La primera de muchos cargos
Accedió al cargo. Se convirtió en la primera mujer que fue secretaria general y, después, en la primera presidenta. También ha sido la primera mujer en presidir la
Federación Internacional Farmacéutica (FIP, por sus siglas en inglés) y la primera persona de habla hispana.
"Ahora todo se ve de otra forma.
En los años 80 España era muy diferente a la de ahora en muchos aspectos. Toda esa eclosión de búsqueda de igualdad de derechos se trataba en grupúsculos. No saltaba a los medios. Prácticamente no se podía ni rebatir porque eran unas minorías la que lo movían, la reivindicación no estaba universalizada", asegura.
Carmen Peña en su época de estudiante.
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Santanderina nacida en Venezuela e hija de profesora que, dice, la educó en
libertad, estudió Farmacia siguiendo los pasos de su hermana. Ambas tenían antecedentes familiares, de tías abuelas que habían ejercido en Cantabria. También la mejor amiga de su madre lo era.
De aquella época en la Universidad Complutense de Madrid recuerda participar en
manifestaciones con sus compañeras. Entre todas hacían
pancartas para ir en marcha a las Cortes con sus reivindicaciones. Reconoce que no les hacían mucho caso. "Después aprendí cómo se gesta la política sanitaria y su legislación y comprendí que aquello era algo
inútil totalmente.
Pero nos sentíamos muy orgullosas de intentar cambiar aquello que escuchábamos sobre la Sanidad y la Farmacia en la facultad y creíamos que no era lógico", recuerda.
"Al lado de otras cosas del día de hoy éramos
monjitas de la caridad, ¿eh? Pero el
germen del idealismo eran muy bonito en aquella época. Farmacia, que siempre ha sido una carrera relativamente conservadora, tenía también sus líderes de reivindicación de la justicia", añade. Asegura que "fueron años agridulces".
La lucha desde el Consejo
Por un "punto de
timidez" y otro de "
soledad" nunca llevó el liderazgo de ninguna de esas luchas. Con el tiempo eso fue cambiando.
Hizo prácticas, que entonces no eran tuteladas, en una farmacia de la madrileña Calle Princesa donde trabajaba su hermana. Al terminar le compró su Farmacia Peña, donde se reúne con
Redacción Médica, a un conocido que se retiraba.
"Yo soy como el conejito de 'Alicia en el País de las Maravillas', siempre buscando, siempre con el reloj. Es una forma de ser", explica. Así que el mismo año que terminó fue a un Congreso Nacional de Dermofarmacia en Canarias: "Allí se me abrió una ventana. Comencé a conocer a los representantes del Colegio de Madrid y a la vocalía de Dermofarmacia del Consejo General. Cuatro años después, cuando tenía 27, hubo elecciones al Consejo. Me animaron a presentarme y, con muy pocas papeletas, salí elegida para la Vocalía".
"Luchas por que la Dermofarmacia siguiera en la Farmacia. El medicamento no es una mercancía"
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En aquellos viajes a Bruselas detectó que se estaba produciendo "un movimiento muy peligroso para la
Farmacia Comunitaria en España". Eran los años 80. Los laboratorios estaban creando líneas especiales de productos cosméticos con la coletilla 'de venta exclusiva en farmacias'. Pero se les venía una eclosión, que ya se estaba produciendo a nivel mundial y europeo, de las grandes superficies. Querían entrar en ese mercado. Cambiar las normas y vender esos productos. Lo detectaron y lo lucharon.
"Luchamos por que la Dermofarmacia siguiera en la Farmacia. El
medicamento no es una mercancía, ni un producto inocuo:
es una droga", asegura. Fue uno de los logros que consiguió estando en la Vocalía durante nueve años que estuvo. Después llegó la oferta de Pedro Capilla para ir en su equipo en la Secretaría General, un lugar que ella llama la "cocina", "el cuarto de máquinas de cualquier organización". "Fueron 12 años críticos de mi vida, desde los 37 hasta los 48 o 49 años que entré en la Presidencia".
En ese cargo estuvo seis años. Lo compaginaba con la Vicepresidencia de la FIP, a la que siempre estuvo vinculada. Después fue presidenta en este organismo internacional otros cuatro años.
Un referente para las jóvenes
Carmen Peña, siendo la primera de tantos puestos de
responsabilidad dentro de la Farmacia, es un referente para aquellas estudiantes y jóvenes farmacéuticas que quieren liderar el futuro de esta disciplina. "Me he dado cuenta ya con el retrovisor que me ha venido gente de veintitantos diciendo que persona como yo les había inspirado un proceso", afirma. "Yo pensaba -añade- que esto era una batalla más individual. Ahora, viendo a gente joven, me doy cuenta de que no".
"Lo que pretendo es sentir que
ha merecido la pena todo, hasta mi propio
sacrificio vital de no ir en un momento determinado a una actuación de mis hijos en Navidades porque estaba en Bruselas". "Tú nos dabas calidad, no cantidad", le responden ellos ahora. Porque en todos esos años ha tenido que dividirse el tiempo para llegar a todo; para estar con la familia y para ejercer una profesión que dice que adora. Y de la que ha aprendido muchísimo, tanto a nivel
intelectual como
emocional, sobre todo en la FIP, lo que no ha evitado comentarios como los de la llamada con la que abre esta entrevista.
"Una buena madre es la mejor 'coach' que puedes tener"
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A la joven que quiera seguir sus pasos, le diría que "los puestos de responsabilidad altos no se improvisan", que es "
una carrera de fondo, que hay que prepararse sabiendo que hay pequeños
sprint". Siempre y cuando, dice, no sean hijas del dueño de una empresa sanitaria. "Hay mucho de
responsabilidad propia, mucho
compromiso,
lealtad y
perseverancia", asegura. También añade la
suerte. "Pero como decía Picasso, que te encuentre trabajando", añade.
Considera que a veces son las propias mujeres las que deben luchar contra su "idiosincrasia de la
priorización de los
temas personales", lo que es "
absolutamente legítimo". "A los hombres la sociedad y la vida no les pone en encrucijadas por tener hijos pequeños. Esa parte está por resolver", considera.
Por último, pone en valor el poder de las madres: "Aquellas mujeres que han tenido grandes madres, que a lo mejor han sido absolutamente anónimas, han tenido más facilidad para ser
líderes. Ellas te
nutren en esa etapa tan importante. Son las que te dicen que puedes con ello, que no te preocupes. Te dan el oxígeno. Son la mejor
coach que puedes tener. Una gran madre lo es todo".
"Y por eso digo -añade- que la gente habla de mujeres maravillosas de la historia, pero para mí
es mi madre".
La entrevista ha tenido lugar en la Farmacia Peña.
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