Los hallazgos cosechados sobre el
alzheimer, la enfermedad de Chron, la artrosis reumatoide o la Diabetes Tipo 1 son solo algunas de los hitos engarzados en la estela profesional de Elena Urcelay, hasta llegar a ser directora científica del
Instituto de Investigación Sanitaria del Hospital Clínico San Carlos (IdISSC). Nunca duda en atribuir sus logros a los equipos de profesionales que han trabajado con ella, ni en dar su brazo a torcer siempre que pueda para que sus compañeros se sientan a gusto fuera del horario laboral. La
ciencia, en todas sus vertientes, sigue siendo uno de sus principales intereses, junto al tiempo de calidad con sus seres queridos.
Urcelay apuesta además por un modelo investigador que vele por la estabilidad y la
conciliación de los sanitarios a su cargo, tal y como ha perpetuado en su larga carrera científica y revela en esta entrevista realizada para el pódcast '
Líderes Sanitarias'.
Daba sus primeros pasos fuera de nuestras fronteras, en Estados Unidos. Allí investigó la replicación del virus adeno-asociado como vector de terapia génica. ¿Qué le aportó a nivel profesional conocer el modelo de trabajo norteamericano en investigación?
Los primeros pasos en investigación en realidad se suelen considerar la realización de la tesis doctoral, que yo ejecuté en el Centro de Investigaciones Biológicas del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). El paso 'natural' en la carrera investigadora era marcharte a hacer una estancia postdoctoral en el extranjero. En mi caso, estuve Bethesda, en los National Institutes of Health (NIH). Indudablemente la investigación allí es puntera, pero también en España lo es en muchísimos aspectos. Lo que más me sorprendió al llegar allí fue el reconocimiento social que había de la labor investigadora. Allí lo tienen muy presente y el ciudadano de a pie lo conoce muy bien. Por supuesto en NIH, por supuesto el MIT (Massachusetts Institute of Technology) y también la NASA. Yo haciendo el parangón, me parecía que la gente de a pie no conocía ni mucho menos al mismo nivel, lo que es, por ejemplo, el CSIC en España, que podía ser la institución equiparable a estas instituciones punteras de Estados Unidos. Por lo demás, en el trabajo, en el laboratorio, te sientes muy familiar porque las metodologías en muchos casos son similares, aunque se notaba más afluencia económica que la que había en Madrid.
¿De qué aspectos de ese 'modus operandi' estadounidense deberíamos aprender? ¿En cuáles no tenemos nada que envidiar en España?
A nivel científico, aquí hay muy buenos profesionales. Siempre los ha habido. Hay gente muy dedicada, hay grupos punteros que tienen el reconocimiento internacional. Eso es consustancial al desarrollo del proceso científico. Ahora estamos muy acostumbrados a escuchar la globalización, pero en realidad siempre la investigación ha tenido ese carácter global. Tus competidores no son los que están en la puerta de al lado, están dispersos y tienes que ir manteniendo el paso. No vale decir "es que yo estoy en un sitio pequeñito". No. Estás o no estás. Y se hace muy buena investigación. Se puede hacer muy buena investigación desde la Universidad de Alicante, por poner un ejemplo que también ha saltado al conocimiento público, con los descubrimientos de Mujica. Se está dando idea de ese nivel internacional de primera línea que existe también en nuestro país.
¿Qué incentivos harían falta entonces en nuestro país para las futuras generaciones de investigadores?
Pues, como digo, el tener un poquito más de mimo a la profesión. Hay que darse cuenta de que la investigación en muchos casos -yo diría que siempre- es una actividad muy vocacional, lo mismo que sucede también con la Medicina. Pero no podemos descansar únicamente en ese carácter vocacional. Hay que profesionalizar la investigación, dar una carrera, de tal manera que el joven que empiece sepa cuál es la trayectoria que tiene por delante a nivel vital y que hay unas posibilidades. Porque si no, obviamente la gente busca alternativas que le den una mayor seguridad profesional, porque todos tenemos que comer y que vivir. Entonces no hay que olvidar esa financiación que hay que aportar a la investigación en forma de proyectos, en forma de contratos para el personal. Y hay que tener en cuenta que la investigación se desarrolla en equipos. La gente que está empezando su carrera con el desarrollo de una tesis doctoral está en ese equipo y están palpando muy directamente cuál es el sentimiento con el que la gente vive su profesión.
"Se está dando idea del nivel internacional de primera línea que existe también en nuestro país"
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Volviendo a sus inicios, en 1996 regresaba a España para trabajar junto al Ministerio de Educación y Ciencia, investigando el papel de la homeostasis iónica en el alzheimer. ¿Cuáles fueron los principales beneficios que arrojó esta búsqueda?
El ministerio colaboró conmigo, me dio un contrato de los que se llamaban entonces 'de reincorporación'. Era también eso que tanto oímos, la recuperación de los 'cerebros fugados'. Nunca me gusta dar ese carácter de cerebro fugado. Es muy interesante, muy enriquecedor para todos los investigadores - yo creo que para cualquier profesional- el ver cómo se desarrolla tu profesión en otros entornos. Lo que pasa es que también es bonito el poder volver a tu país de origen y devolver todo lo que ese país ha invertido en tu propia formación. Poder dar retorno a todo eso que has aprendido.
Volví de nuevo al Centro de Investigaciones Biológicas del CSIC y entonces estaban iniciando esta nueva línea de investigación en Alzheimer. A pesar de todos los esfuerzos, no sólo de mi equipo sino de muchos equipos en el mundo, falta por dar esa respuesta que pueda llegar a resolver esa problemática. Sin embargo, se han dado pasos, se ha avanzado. Ya hay alguna terapia en juego que ayuda a mitigar y a enlentecer un poco el proceso de deterioro cognitivo que es el alzheimer. Pero, por supuesto, todavía queda mucho por conocer. También nosotros aportamos nuestro granito de arena con un modelo que era bastante innovador en aquel momento. Era la inmortalización con el virus de Epstein-Barr de los linfocitos de los pacientes, que nos permitía tener una muestra biológica que podíamos mantener en el tiempo sin necesidad de estar continuamente haciendo extracciones de sangre del paciente y molestándole. Y ahí detectamos una serie de alteraciones no a nivel cerebral, sino a nivel sistémico, en cuanto a la homeostasis iónica, al pH, proliferación celular también, que ya daban muestras de esa afectación sistémica en los pacientes.
¿Cómo definiría usted su contribución al Sistema Nacional de Salud como investigadora?
Yo trato de defender la profesionalización de la investigación. Me parece que, como en cualquier profesión, puede haber individuos muy destacados, pero como dicen los altos picos surgen de las cordilleras, de montañas. Tiene que haber ahí una labor que permita, en un momento dado, que sea más relevante, pero eso lleva detrás mucha gente empujando hacia el mismo objetivo.
En estas casi tres décadas dedicadas a la investigación sanitaria, ¿cómo diría que ha ido evolucionando la presencia de mujeres en puestos de responsabilidad como el suyo?
Más que como lo noté yo, los datos están ahí. En muchas ocasiones me parece que las mujeres -o yo al menos- no es que noten mucho esas diferencias hasta que te traen los datos estadísticos y quedan reflejadas. No solo en nuestro instituto, sino que hay estudios, por ejemplo, a nivel global del CSIC, que hablan de la 'tijera' en la evolución de los puestos de responsabilidad de hombres y mujeres. Quizá, habiendo más entrada de mujeres hacia la investigación, a medida que se va avanzando en la carrera profesional, acaba habiendo menos mujeres en puestos de responsabilidad. Yo creo que tenemos que facilitar, en la medida que cada cual tengamos la posibilidad, el que las mujeres, lo mismo que los hombres, podamos desarrollarnos en todo nuestras posibilidades, porque indudablemente tenemos capacidades y formas de abordar los problemas que son complementarios.
Hay que tratar de facilitar. El momento de la crianza de los niños es muy crítico en el caso de las mujeres. También cada vez más compartido y asumido por los varones. Ahora ya sabemos que es moneda corriente que ellos puedan también tener una estancia de paternidad y hay que tratar de compartir ese periodo que es muy exigente a nivel personal. A nivel profesional debemos también ser conscientes de ello y dar facilidades a la gente que esté atravesando esos momentos. Yo, por ejemplo, a título personal, me parece que en el núcleo familiar hay que establecer cada cual su espacio para que todo el mundo pueda avanzar profesionalmente, igual que en el ámbito profesional. Yo, que ya voy peinando canas, en alguna ocasión he tenido la oportunidad de poder dar flexibilidad a mujeres de mi equipo que están en ese periodo más demandante desde un punto de vista personal. Hay que ser un poquito flexibles, porque sabemos que son periodos cortitos en la vida profesional de una mujer o de un hombre, y hay que tener todo el respeto por ese periodo.
¿Cree que esos 'techos de cristal' son todavía más resistentes en la investigación sanitaria frente a otras ramas de la salud?
En general, en el mundo sanitario hay mucha mujer, en el mundo de las farmacéuticas también, y hay muchas mujeres directivas. Yo creo que en el mundo sanitario, pero precisamente porque hay tanta entrada de mujer, llama la atención que luego no haya tantas en puestos de más responsabilidad. A veces, hay que asumir el reto que te plantean y dar el espaldarazo a gente cuando se encuentran en un momento a lo mejor dubitativo. Yo, por ejemplo, en el momento de asumir la dirección del instituto, no sabía si iba a ser capaz de asumir la dirección de mi grupo de investigación al mismo tiempo. Y ahí, he de reconocer que compañeros me apoyaron mucho y me dieron el espaldarazo que me animó a asumir esa responsabilidad. Ahí tenemos que estar todos para apoyarnos mutuamente y saber que todos somos necesarios y todos somos complementarios.
"El momento de crianza de los niños es muy crítico para las mujeres. Hay que trata de facilitar"
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¿Considera que debería aplicarse aún más la perspectiva de género en las investigaciones sanitarias?
En cuanto a la temática de investigación, yo creo que los investigadores lo tenemos muy presente. Por ejemplo, en las enfermedades autoinmunes, en bastantes ocasiones hay más prevalencia de mujeres que de hombres. Conocedores de esa diferencia, los investigadores siempre exploramos adicionalmente esa separación por sexos. En cuanto a lo profesional, hay que mantenerse al tanto. Yo creo que un esfuerzo por mantener la composición de las comisiones, por seguir vigilantes para que haya una paridad por género. O sea, tenemos que estar al tanto de que esa equidad hombre-mujer se mantenga.
Su primer contacto con este hospital, con el Clínico San Carlos, fue en el año 2001, momento en el que se contó con usted para estudiar factores genéticos de patologías como la esclerosis múltiple, la enfermedad de Crohn, la artritis reumatoide o la Diabetes Tipo 1. ¿Cómo recuerda usted esa etapa y cuál fue su aportación en estas líneas de trabajo?
Pues ese fue un momento muy clave también en mi carrera, porque estuve esperando durante algunos meses la aparición de la primera convocatoria de contratos 'Ramón y Cajal', que todavía sigue vigente. Son contratos de cinco años que tienen un espíritu de perdurabilidad y de estabilización del investigador si culmina con éxito ese periodo. Yo estuve a la espera durante algunos meses de que el ministerio emitiera esta contratación y me incorporé aquí al Servicio de Inmunología. Entonces, estaba al frente del mismo Emilio Gómez de la Concha, que tuvo la visión de querer estudiar desde un punto de vista genético esas enfermedades autoinmunes. Muchas de ellas tienen un sustrato común, todas se comportan como enfermedades poligénicas, es decir, no se deben tan solo alteraciones en un gen, sino a múltiples variaciones pequeñitas a lo largo del genoma. Y ahí contribuimos, de forma más individual y también en consorcios nacionales e internacionales, a aportaciones que en algunos casos han sido muy importantes para conocer cuál es ese background genético de estas enfermedades autoinmunes.
Haciendo memoria en estos diez años, ¿qué momentos o hechos destacaría usted en su trayectoria como directora científica de este instituto y cuáles diría que han sido los avances más significativos?
Acabamos de cumplir diez años de nuestra primera acreditación por el Instituto de Salud Carlos III. Yo creo que aquel momento inicial fue muy clave porque conocíamos la importancia de la acreditación como Instituto de Investigación Sanitaria. Desde luego este hospital, al estar aquí en el campus de la Universidad Complutense, siempre ha tenido muy claros los tres pilares de actividad: la asistencial que todos identificamos en un hospital público; la docente, que es también muy clara en un hospital con esa vinculación de mucho tiempo atrás con la Complutense; y también la actividad investigadora. Pero siendo conocedores de esos tres pilares, sabíamos que la acreditación por el Carlos III era un momento clave y que nos iba a abrir muchas puertas. De hecho así fue, porque el Instituto de Salud Carlos III orienta mucho las convocatorias hacia lo que considera sus buques insignia, que son los institutos de investigación acreditados. Esto permitió visibilizar la labor investigadora de este hospital, no solo a nivel internacional sino también a nivel interno. Se divulgó mucho más cuál era la actividad de todos los equipos. El Instituto de Investigación Sanitaria siempre trata de facilitar las sinergias intramuros para que los equipos estén al tanto de cuáles son las líneas de investigación de la casa. También es requisito para acreditarse el estar vinculado a una universidad, por supuesto. Ya existían las colaboraciones desde tiempo atrás pero esta acreditación formalmente atrajo grupos de la Complutense hacia nuestras filas y esa colaboración entre el ámbito más clínico y el ámbito más académico de la universidad es algo que también favorece mejores resultados.
También se ha incorporado la Universidad Politécnica de Madrid, porque uno de nuestros objetivos es mantenernos en la frontera del conocimiento, también a nivel tecnológico en cuanto al análisis de BigData, a la aplicación de la Inteligencia Artificial, a la resolución de problemas del ámbito sanitario, etc. Y consideramos que esta incorporación de los profesionales con ese carácter más tecnológico también iba a ser un empuje para obtener mejores resultados. También a nivel de divulgación hemos participado y seguimos haciéndolo en la Noche Europea de los Investigadores, en la Semana de la Ciencia. El poder participar como Instituto de Investigación Sanitaria imprime un sello de calidad. Otro de los hitos que yo creo que es importante resaltar es nuestra alineación con el sello de excelencia en Recursos Humanos a nivel europeo. Asimilar, en la medida de lo posible, las vías de contratación a los parámetros habituales en nuestro entorno europeo. El establecimiento de un sistema de calidad siempre te permite esa reflexión. Se emiten memorias anuales, hay evaluaciones, hay un comité científico externo que nos aporta todas sus sugerencias de mejora... Y como digo, ese sistema de calidad siempre te impulsa a ir avanzando.
Otra etapa decisiva ha sido la pandemia. Puesto que la investigación ha tenido un papel fundamental en la lucha contra el coronavirus, ¿cómo se ha vivido desde dentro un fenómeno así?
Esto fue primera línea de fuego en la lucha contra la infección. Hubo un despliegue no solo desde el punto de vista clínico asistencial, sino también desde el punto de vista investigador. Había que dar solución a esa situación tan alarmante. Ya lo tenemos un poquito olvidado. Lo que fue aquel primer momento del encierro con tanta cantidad de víctimas de la infección. Y entonces todos los médicos consideraban que había que darle una respuesta. Por dar dos ejemplos de los muchos proyectos que se llevaron a cabo, se participó en el proyecto Solidarity, que trataba de esclarecer cuáles de las terapias que se habían puesto en juego para solucionar esta infección eran las más adecuadas. Es un estudio patrocinado por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Este hospital tuvo a nivel nacional un papel muy predominante, dirigiendo ese estudio a nivel nacional. Cuando ya tuvimos en nuestras manos las vacunas, había que averiguar si se podían combinar de distinto tipo. Un proyecto que promovió el Instituto de Salud Carlos III, para ver qué combinaciones de vacunas daban la misma respuesta inmunológica o no, fue el estudio CombivacS. Y este fue uno de los cinco hospitales participantes. El número de estudios fue muy alto porque también había colaboradores, lo mismo a nivel nacional que a nivel internacional, que reclamaban la participación de los investigadores de la casa para dar mayor rapidez a las preguntas que se planteaban.
Y todavía se está hablando del covid persistente. Existen secuelas que se mantienen durante largo tiempo después de pasar la infección y hay que averiguar a qué se debe y cómo dar solución. Y también tratar de poner algunos recursos terapéuticos adicionales a lo que es la vacunación, que por supuesto ha mermado mucho el impacto a nivel social. Ya lo tenemos todos como mucho más asimilado y controlado, pero la investigación sigue ahí, tratando de profundizar en lo que puedan ser otras armas terapéuticas.
"Hay que asimilar, en la medida de lo posible, las vías de contratación a los parámetros habituales en nuestro entorno europeo"
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La financiación público privada ha sido el motor económico necesario para llevar a cabo muchos de los proyectos investigadores que usted ha liderado. ¿Cómo calificaría el papel de las entidades privadas en este tipo de iniciativas?
Pienso que es una aportación muy necesaria. Indudablemente en investigación pública hay que tener un sostenimiento público pero esa colaboración con el ámbito privado es una aportación muy necesaria. En el ámbito sanitario, el desarrollo de ensayos clínicos promovidos por las empresas farmacéuticas es una aportación que nutre la investigación en el entorno público. Y, por supuesto, yo creo que hay que tratar de favorecerlo. A veces hay una cierta prevención cuando se habla de esta colaboración público-privada, porque la gente a veces vive con recelo, se piensa que se va a privatizar lo que es el mantenimiento de un sistema de salud público. Y no hay que confundir términos. Yo creo que cada cual tiene su espacio, hay que tratar de favorecerlo y que la aportación complementaria en estos dos sectores sea lo que contribuya a acelerar el progreso.
¿Qué opinión le merece la Ley de Ciencia? ¿Cuáles son para usted los aspectos más destacables de este texto normativo?
Me parece que es un paso adelante en cuanto a lo que comentábamos antes de la profesionalización y la dignificación de la carrera profesional investigadora, en tanto en cuanto está estableciendo ese parámetro de contratación indefinida para los profesionales. Hay que tener en cuenta que, en ocasiones, la investigación tiene sus peculiaridades y en todo se pueden contemplar excepciones, pero como parámetro general hay que reconocer el avance que ha supuesto en cuanto a las condiciones de contratación para los investigadores. Otro aspecto que incluye la ley pero que todavía no se ha concretado más -entiendo que tiene que que trannsponerse por comunidades- es la facilidad en la gestión de los fondos de investigación. Eso también es un problema que estamos reclamando desde hace tiempo. Existe una excesiva rigidez, que no quiere decir que no tengan que ser supervisados los fondos que se aportan a la investigación, pero a veces eso se lleva a un extremo que, como ya hemos oído en muchas ocasiones, dificulta mucho lo que es la actividad del día a día de los investigadores.
Imaginemos por un segundo que usted es la actual ministra de Ciencia. ¿Qué otros cambios implementaría en el corto o medio plazo?
Hay que tener en cuenta que siempre estamos reclamando más fondos para investigación. Eso, efectivamente, es una necesidad que es objetivable y que debería estar ahí. Cuando hablas con los políticos, sean del signo que sean, todos están de acuerdo en que efectivamente esa aportación debe estar. Se ha hablado también, en innumerables ocasiones, de hacer un Pacto de Estado para la investigación. Deberíamos tratar de mantenernos al nivel de nuestro entorno europeo en cuanto a la aportación del porcentaje de PIB destinado a investigación. Eso es muy relevante y lo que nos da a capacidad para poder ejecutar nuestras tareas investigadoras. También es fundamental la coordinación entre los ministerios. A veces, tomar una resolución sólo a nivel uniministerial, entra luego en conflicto con otros y todos tienen que estar coordinados para que efectivamente las cosas avancen. Es muy interesante la figura que se ha establecido de facultativo investigador. Esa es una vía que yo creo que en nuestro ámbito sanitario, va a ser muy bien recibida.
Lo que más echamos en falta es que se aumenten los fondos, porque cuando se resuelven las convocatorias, en ocasiones, nos damos cuenta de que por un punto de corte se quedan fuera proyectos que son muy válidos y profesionales que dan con ideas muy buenas. Y se quedan a falta de nada. Ya sabemos que a la hora de aportar ese presupuesto a nadie nos gusta que nos suban los impuestos. Por ello, la labor del político también es comprometida, porque hay muchas necesidades que cubrir. Nos gusta que los chavales puedan tener sus plazas de formación profesional. A todos nos gusta, cuando lo necesitamos y venimos como pacientes, que haya una asistencia como la que estamos teniendo. Hay muchas necesidades que han de cubrirse y entiendo que hay que jugar con el presupuesto que se tiene. Pero no olvidemos nunca la investigación porque es el motor de progreso de los países.
¿Qué retos contempla entonces la investigación en nuestro país de cara al futuro?
Mantenerte a nivel competitivo internacional. Ese es el principal reto. Nosotros siempre estamos abiertos a solicitar financiación del ámbito privado, del ámbito público, a nivel nacional, a nivel internacional, europeo... Mantener esa financiación, esa actividad, es un reto en sí mismo. Mantener los equipos. En las instituciones sanitarias un problema importante es el relevo generacional. A mí me parece que es muy importante el hacerle frente y prestarle especial atención. Las administraciones son muy conscientes de que hay que renovar la plantilla y por lo tanto, hay que hacerlo también atractivo para las generaciones más jóvenes. Eso es complejo.
Y en cuanto a líneas de conocimiento, ¿esos retos hacia dónde irían en nuestro país?
Tenemos que, en cierta medida, alinearnos a lo que son los Objetivos de Desarrollo Sostenible que ahora mismo plantea Europa. Europa, por ejemplo, a título investigador, tiene un foco centrado, por ejemplo, en cáncer, en el que también nosotros, como Instituto de Investigación Sanitaria del Clínico San Carlos, tememos basada una de nuestras áreas temáticas fuertes. Ya sabemos la prevalencia tan alta que tienen los procesos cancerígenos, por lo que es un problema de primera magnitud. Otro en el que también trabajamos en la casa con financiación europea, tiene que ver con las resistencias bacterianas. Es un problema en el que tenemos que trabajar con visión, porque puede tener un impacto muy importante. Otra de las áreas que siempre ha sido muy destacada es la investigación en el ámbito cardiovascular en la que tenemos profesionales de primerísima línea.
"Cuando se resuelven las convocatorias, nos damos cuenta de que hay proyectos que se quedan fuera por un punto de corte"
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A nivel individual, ¿qué objetivos personales y profesionales le gustaría cumplir antes de finalizar su jefatura en este organismo?
Bueno, mi mayor objetivo es tratar de facilitar a los investigadores de la casa, que en muchas ocasiones son personal facultativo y tienen mucha carga asistencial, sus tareas investigadoras. Y en eso la fundación de investigación tiene un papel muy predominante en mantenerles al tanto de lo que sean convocatorias, facilitarles la presentación de solicitudes, hacer pre-evaluación de los proyectos que se vayan a presentar con la intención de mejorarlos. También facilitar cuando es necesario la contratación. Que no sea el investigador el que tenga que abordar todas esas cuestiones de gestión. Para eso, como digo, las fundaciones de investigación tienen toda una serie de profesionales involucrados en esos aspectos, en avanzar un paso de la investigación hacia la traslación al mercado, contratación de personal, la petición de fungibles o de equipamientos.
¿Qué le gusta hacer a Elena cuando no lleva la bata de investigadora puesta?
Llevo la bata puesta, a mí la bata se me pega mucho a los huesos. A mí me gusta siempre estar al tanto de los avances científicos, no sólo en mi área. Me gusta conocer. Me gusta también saber lo que está encontrando el Perseverance en Marte, restos que puedan ser de origen orgánico. En fin, hay mucho conocimiento que además está a nuestro alcance y es de muy fácil acceso. Y aparte, pues me gusta echar unas risas con mis amigos y con mis familiares. Tengo mi mamá de 91 años y me gusta estar con ella.
¿Qué fue lo que le hizo escoger Farmacia?
En ese momento me parecía y me sigue pareciendo que el ejercicio profesional de los médicos es muy duro. Hace falta mucha fortaleza para enfrentarte a diario a personas que te vienen con problemas que pretenden que resuelvas. Y yo no tenía esa fortaleza. Entonces, como sí que me gustaba ese ámbito biológico, pensé que la Farmacia era un buen grado para iniciarme. Con lo que luego ha sido mi ejercicio profesional centrado en la investigación, pienso que sí, que hubiera sido una buena elección el haber cursado Medicina sabiendo que tenía esta otra posibilidad profesional. Pero también fueron estudios interesantes o sea que todo te ayuda a ser tú misma.
Y ya para terminar, Elena, ¿cuál diría que es su lema de vida?
Esa es una pregunta muy compleja. Recuerdo palabras de mi padre que decía que hay que aprender a disfrutar de lo que uno tiene que hacer. Esa es una filosofía que me acompaña.
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