El artículo
‘Evaluación de la implantación de prácticas seguras con los medicamentos en los Servicios de Medicina Intensiva’, publicado en el último número de la revista
Medicina Intensiva, es el primer documento firmado conjuntamente por intensivistas y farmacéuticos hospitalarios que apuesta por la
incorporación de códigos de barras en los medicamentos, la generalización de la
prescripción electrónica integrada y la incorporación del
farmacéutico especialista en las UCI para reducir errores de medicación, eventos adversos y mortalidad.
La
recogida de datos, que se comenzó en marzo de 2020, tuvo una muy buena acogida a pesar de la situación derivada de la pandemia por Covid-19, lo que puso de manifiesto el interés de los profesionales sanitarios de ambas especialidades por la mejora de la seguridad.
Para María Cruz Martín, jefa del Servicio de Medicina Intensiva del Hospital Universitario de Torrejón y responsable del estudio por parte de la Sociedad Española de Medicina Intensiva, Crítica y Unidades Coronarias
(Semicyuc), “la información proporcionada por este estudio va a ser de gran utilidad para planificar las actuaciones de mejora en las áreas que pueda ser de mayor interés trabajar de forma conjunta por la SEFH y la Semicyuc, con el fin de avanzar de forma efectiva en la
seguridad del paciente crítico”.
El estudio se realizó a raíz de un convenio suscrito entre ambas sociedades en el que se estableció como línea prioritaria de colaboración el trabajar conjuntamente en la
mejora de la seguridad de la medicación en los pacientes críticos, dado que estos pacientes tienen un riesgo muy alto de sufrir
eventos adversos evitables por
medicamentos. Estas actividades están en consonancia con los objetivos estratégicos del Plan de Acción Mundial de Seguridad del Paciente 2021-2030 de la Organización Mundial de la Salud.
Procedimiento de análisis
En primer lugar, se elaboró un cuestionario para que los servicios de Medicina Intensiva evaluaran la
seguridad de la medicación, con la participación del ISMP-España y el apoyo del Ministerio de Sanidad. De esta manera, los servicios de Medicina Intensiva disponían de una
herramienta específica de mejora continua que les ayudaría a analizar la seguridad de sus prácticas con la medicación y a identificar cuáles eran sus puntos críticos de riesgo y oportunidades de mejora. A continuación, se planteó la realización de este estudio para conocer la situación de la seguridad del proceso de utilización de los medicamentos en los Servicios de Medicina Intensiva a nivel nacional, en el que participaron
40 servicios a nivel nacional.
Resultados y perspectiva futura
El trabajo ha puesto de manifiesto que hay numerosas posibilidades de mejora que es necesario abordar para reducir los
eventos adversos evitables por la medicación en los pacientes críticos. Aunque se observaron diferencias en el grado de implantación de diversas prácticas entre los servicios, la información recogida ha revelado que hay también numerosas prácticas seguras efectivas de eficacia probada cuya implantación es baja o muy escasa en nuestro país.
Según María José Otero, jefe del servicio de Farmacia del Hospital Universitario de Salamanca, directora del ISMP-España y coordinadora del estudio por parte de la SEFH: “Entre estas prácticas destacan la incorporación de
nuevas tecnologías, particularmente el
código de barras en la administración, cuya incorporación es anecdótica, pero también la disponibilidad de sistemas de
prescripción electrónica integrados y de sistemas de soporte a la decisión clínica, o de bombas de infusión inteligentes, que resulta claramente insuficiente. Los datos indican que la incorporación del farmacéutico clínico a los equipos multidisciplinares de intensivos es muy baja, cuando la evidencia avala que con ello se reducen los errores, los eventos adversos y la mortalidad”.
Los autores del artículo resaltan que, según su experiencia, “con este tipo de estudios que se basan en la utilización de
herramientas de autoevaluación, pensamos que la realización del estudio ha promovido la utilización del cuestionario y, con ello, que los profesionales revisen sus procesos y debatan sobre las
prácticas seguras de utilización de medicamentos en sus servicios, lo que en definitiva les estimula a emprender medidas de mejora en los centros”.
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