El uso de la medicación del
VIH de
modo profiláctico es muy eficaz pero debe involucrar al
farmacéutico de hospital para tener éxito. Es una de las conclusiones más relevantes, en el ámbito asistencial, de la última reunión de la Sociedad Americana de Farmacéuticos del Sistema Sanitario (
ASHP, por sus siglas en inglés).
Así se ha puesto de manifiesto durante la jornada post-Midyear ASHP que ha celebrado la
Sociedad Española de Farmacia Hospitalaria (
SEFH) este martes y en la que
José Manuel Martínez Sesmero, director de Investigación de la sociedad, ha desvelado las ventajas e inconvenientes de la profilaxis pre-exposición.
“Aunque hay diferencias entre los sistemas sanitarios estadounidense y español, el conocimiento científico es aplicable”, ha explicado, señalando como punto fuerte el
empoderamiento del paciente. Pero hay una serie de riesgos que no se pueden obviar. Primero, “la persona tiene que ser seronegativa” y no puede utilizar la medicación para otros fines ni utilizarla más de tres meses seguidos.
A otro nivel, Sesmero ha dudado de que “las administraciones estén dispuestas a pagar” por esta profilaxis pre-exposición, ya que puede darse la idea del fomento de conductas de riesgo. Además, si hay
financiación, “no está resuelto cómo se debe dispensar y distribuir”. Para conocer todo esto, en opinión del director de Investigación de la SEFH, “hay que
salir fuera del hospital”.
Si se implanta su uso, Sesmero advierte de la importancia de “concienciar al individuo:
no es una vacuna, no es la píldora del día después ni previene el embarazo, no protege contra enfermedades de transmisión sexual [más allá del VIH] y es solo para individuos seronegativos”.
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Foto de familia de los ponentes de la jornada post-Midyear ASHP. En el centro, Miguel Ángel Calleja, presidente de la SEFH.
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