Los medicamentos tienen numerosos beneficios para la salud de las personas, pero su producción y su uso, si no se rigen por los parámetros adecuados, tienen un
impacto medioambiental negativo del que se habla poco o menos. Se trata de
la ‘cara B’ del fármaco, aquella a la que no hay que dejar de prestar atención para cuidar no sólo la salud de las personas enfermas, sino del mundo que nos rodea.
Actualmente, de los
4.000 principios activos que se usan en la industria farmacéutica, sólo hay evidencias de su impacto en el medio ambiente en 1.000 de ellos.
La toxicidad, la bioacumulación y la persistencia son algunos de los factores que, fruto de su incidencia sobre el ecosistema, más perjudican la biosostenibilidad. Para
Gorka Orive, doctor en Farmacia e investigador de la
Universidad del País Vasco, que moderó la mesa redonda
La cara B de los medicamentos: también contaminantes emergentes, se trata este de
“un problema complejo” del que, “de alguna manera”, los farmacéuticos hospitalarios y los sanitarios, en general,
“también somos responsables”. “Si la salud fuera un país, sería el quinto contaminante mundial”, ha dicho
La Farmacia Hospitalaria es cada vez más consciente de esa realidad. No en vano,
la salud ambiental es uno de los tres grandes pilares sobre los que se sostiene el
68 Congreso Nacional de la Sociedad Española de Farmacia Hospitalaria (SEFH) que se celebra hasta este sábado en Bilbao. Las iniciativas y los estudios para
fomentar un uso seguro del medicamento se han multiplicado en los últimos años, y sobre ello charlaron
Tomas Brodin, profesor de Ecología Acuática en la
Swedish University of Agricultural Sciencies;
Saioa Domingo, jefa de Farmacia en la
Organización Sanitaria Integrada; y
Mario Zarzuela, director de Comunicación y Sostenibilidad en el
sistema de gestión medioambiental de residuos de medicamentos Sigre, en el marco de la cita congresual.
Efectos negativos en el medio ambiente
Brodin ha repasado algunos de los más llamativos efectos nocivos de los fármacos en la naturaleza. Entre otros aspectos, el
25 por ciento de los ríos de más de cien países tienen
altos niveles de productos farmacéuticos. De hecho, según ha señalado el experto, la
contaminación farmacéutica ha crecido de forma exponencial desde 1995,
muy por encima de la polución fruto de la actividad de la industria química, del ser humano y de la contaminación atmosférica. Cabe recordar al respecto que los medicamentos contaminan desde tres fuentes distintas, a saber,
las industriales, las urbanas -en las que tiene cabida el consumo doméstico- y las agrícolas. La
disminución de la población animal es una de las principales consecuencias nocivas de ello.
Del desconocimiento a la iniciativa
Hasta hace pocos años
no existían apenas estudios que midieran los efectos nocivos para el medio ambiente del uso de fármacos. Domingo ha recordado que el término ‘medicamento’ sólo se menciona en el tercero de los
Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) -el dedicado expresamente a Salud y Bienestar-. Sin embargo, la experta participó en una investigación que reveló que
el impacto medioambiental de los fármacos afecta a trece de los diecisiete ODS.
No es la única iniciativa que Domingo ha llevado a cabo en este sentido. Entre otros, formó parte de un proyecto de
monitorización de medicamentos peligrosos en los servicios de Farmacia. Del primero grupo de 90 medicamentos estudiados,
sólo en 22 se habían comprobado sus efectos en el entorno, y del segundo grupo, sólo en 26 de los 116 analizados se habían analizado en el mismo sentido.
Frente a ello, ha destacado proyectos como el
Basque Sustainable Pharmacy, que promueve la identificación de contaminantes emergentes y su potencial impacto en el ecosistema para, posteriormente,
divulgar ese conocimiento y promover soluciones. Otra iniciativa tiene que ver con la
gestión del impacto medioambiental de los inhaladores desde la Farmacia Hospitalaria, el llamado
proyecto Gimafh. “Los farmacéuticos tenemos parte de la responsabilidad del buen uso de los medicamentos”, ha sentenciado.
Logística inversa para reciclar los residuos de fármacos
Otro de los grandes proyectos para reducir el perjuicio ecológico del uso de medicamentos es el
Sigre, una entidad sin ánimo de lucro que, desde 2001, impulsa el
Sistema Colectivo de Responsabilidad Ampliada del Productor (Scrat). Con la colaboración de la industria farmacéutica, las farmacias y las empresas de distribución farmacéutica, ha elaborado un modelo para
evitar que los restos de medicamentos y sus envases acaben en la basura y generen residuos.
Zarzuela ha explicado que el Scrat funciona en base a un proceso de
logística inversa. En primer lugar, se facilita a cada farmacia un
contenedor de residuos de medicamentos. Cuando las farmacias reciben nuevos fármacos, se aprovecha la entrega para recoger los deshechos depositados en el Punto Sigre, que
se reciclan en una planta especializada en Tudela de Duero (Valladolid).
Se trata de un proceso reforzado, además, por la ley, que, entre otras cosas, obligará a las
compañías farmacéuticas, a partir del 1 de enero de 2025, a
hacerse cargo de los envases de fármacos de los hospitales.
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