El Grupo de
Farmacia Oncológica de la Sociedad Española de Farmacia Hospitalaria (
Gedefo-SEFH) ha organizado su tercera reunión anual con el foco en la investigación, la integración en equipos multidisciplinares y la
inmuno-oncología.
También se ha anunciado el cambio en la coordinación del grupo:
Estela Moreno, farmacéutica del Hospital de la Santa Creu i Sant Pau, sustituye a
Irene Mangues al frente de Gedefo.
Moreno ha destacado la presencia de las
inmunoterapias para el cáncer en la reunión, con una mesa “en la que podamos discutir qué tratamientos tenemos actualmente disponibles, qué controversias nos plantean su utilización, seleccionar aquellos pacientes que tienen una mayor probabilidad de responder y saber detectar y manejar los efectos adversos”.
Plan Estratégico Gedefo 2020
Por su parte, Irene Mangues (que trabaja en el Arnau Vilanova de Lleida), ha subrayado que “el Plan Estratégico Gedefo 2020 tiene una línea de investigación e innovación cuyo objetivo es
aumentar las aportaciones científicas de los farmacéuticos oncohematológicos”.
“En esta tercera reunión anual”, continúa, “se han presentado
dos de nuestros estudios de investigación, uno de toxicidad del docetaxel y otro de estratificación del paciente oncohematológico”.
Durante las jornadas,
María Josep Carreras, del Vall d’Hebron, ha puesto en valor la integración del farmacéutico oncológico en el equipo asistencial con responsabilidades específicas en diferentes ámbitos asistencial, docente e investigador.
Esta integración “contribuye a la
mejora de los resultados en salud de los pacientes. Para ello ha sido una base fundamental el alto nivel de especialización adquirida mediante programas de formación específica como las becas BPS, impulsadas por Gedefo y la SEFH”.
Prevención de toxicidades
Carreras ha destacado que, durante esta reunión, “hemos presentado experiencias de integración en el tratamiento de soporte del paciente, como en la
optimización de las pautas de prevención y tratamiento de las náuseas y vómitos asociados a quimioterapia, el uso de una herramienta informática para el cribado de los pacientes con mal control antiemético y en la medida de los resultados obtenidos una vez ajustada la pauta antiemética, o en el cribado y soporte nutricional al diagnóstico”.
Es especialmente valorada la responsabilidad del farmacéutico oncológico en la prevención de toxicidades graves y limitantes, como la monitorización terapéutica de niveles de meotrexato, ajuste de la dosis de folinato y otras medidas de soporte con el fin de prevenir la toxicidad de este tratamiento cuando se utiliza a altas dosis.
Además, se han presentado actividades relativas a la determinación de factores farmacodinámicos o farmacocinéticos que pueden condicionar la efectividad del tratamiento, y se ha expuesto el
papel del farmacéutico de hospital en la revisión de la serología y el estado vacunal de los pacientes al debut y la adecuación de la misma según la pauta de quimioterapia que van a recibir.
Medidas del beneficio clínico
Por su parte, Gerardo Cajaraville, del Oncologikoa Hospital de San Sebastián, ha explicado que, “típicamente los nuevos medicamentos oncológicos que llegan al mercado se asocian con un precio alto, una
toxicidad que debe ser considerada y manejada y con una eficacia viable pero que en bastantes casos puede llegar a ser marginal”.
Su valor “se deriva de una combinación de estos tres componentes y no es fácil de precisar. Como tampoco lo es el beneficio clínico que viene determinado por la combinación de la eficacia y de la toxicidad, así como por el impacto sobre la calidad de vida del paciente”.
La Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM) y la SEFH decidieron crear un
grupo para reflexionar sobre la aplicabilidad de las herramientas de beneficio clínico en nuestro medio. Está constituido por tres oncólogos (Álvaro Rodríguez, Martín Lázaro e Ignacio Durán) y tres farmacéuticos (Irene Mangues, María Dolores Fraga y Gerardo Cajaraville), y se han celebrado ya tres reuniones.
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