La última década ha visto cómo el especialista en
Farmacia Hospitalaria ha salido de su Servicio para trabajar codo con codo con diferentes equipos clínicos.
Oncohematología,
Cuidados Intensivos y
Urgencias son conscientes de ello. Pero ha llegado el momento de dar el siguiente paso y que esta apertura no quede en una anécdota, “un ejemplo”, en palabras de
Olga Delgado.
La presidenta de la
Sociedad Española de Farmacia Hospitalaria (SEFH) considera que la superespecialización del farmacéutico de hospital supone el 60 por ciento del camino hacia el futuro de la profesión, en su forma de verlo.
“Hemos vivido una etapa de crecimiento cualitativo”, en la que este profesional sanitario ha comenzado a moverse,
sobre todo en los servicios médicos pero también en algunos quirúrgicos. “Ahora viene una etapa de crecimiento cuantitativo, de expansión y visibilidad”. Esto implica crecer en número y que los servicios sin un farmacéutico sean la excepción, no lo habitual.
Durante la primera sesión plenaria del
65 Congreso de la SEFH, Delgado ha advertido de que hay otras “licenciaturas que compiten con nosotros” en las áreas fuera de su servicio, pero el farmacéutico ha demostrado ser eficaz y eficiente, ahorrando costes al hospital.
Formación especializada en Farmacia Hospitalaria
Los cambios en el profesional deben reflejarse en la formación especializada, y por eso esperan que la nueva especialidad ‘prometida’ desde el Ministerio de Sanidad,
Farmacia Hospitalaria y de Atención Primaria, sea “más versátil”. “Lo que pide la Administración es un farmacéutico clínico del sistema de salud, que dé cobertura a cada ámbito asistencial con especialización en cada campo”. Desde Atención Primaria al centro sociosanitario pasando por el entorno penitenciario y, cómo no, el hospital.
El 40 por ciento restante de la visión de futuro de Olga Delgado se reparte de forma desigual: un 30 por ciento pertenece a una nueva relación con los pacientes, que profundice en la continuidad del tratamiento y su seguimiento.
Aquí hace otra advertencia: “
La telefarmacia no es meter al paciente en una sala virtual sino que necesitamos nuevos sistemas de conexión con ellos”, como aplicaciones móviles que sigan el proceso del enfermo “y podamos trabajar en cómo está evolucionando el paciente”.
El último 10 por ciento se refiere a la utilización efectiva de la tecnología. Y es que, como señala la farmacéutica, “en los últimos años hemos visto lo que significa el
big data, machine learning, lectura de lenguaje natural… Hemos visto las posibilidades de estas herramientas, pero en absoluto se han generalizado”.
Escasa cultura de la investigación
En la sesión plenaria han participado, además de Delgado,
María Antonia Mangues, jefa de Farmacia del Hospital de la Santa Creu i Sant Pau, y
María Sanjurjo, jefa de Farmacia del Gregorio Marañón.
Esta última ha hecho un resumen de cómo ha ido la Iniciativa 2020, propuesta hace una década y con
seis líneas estratégicas y 28 objetivos de mejora, con resultados por lo general positivos pero también con alguna cuenta pendiente.
La conciliación de medicamentos y la investigación son los caminos en que menos se ha avanzado en este tiempo. “Tenemos muy poca cultura de la investigación”, explica Sanjurjo, que habla de un pez que se muerde la cola. “Como tenemos muy poco currículum en investigación es muy difícil acceder a proyectos públicos competitivos”, y viceversa.
En el lado positivo se encuentra la gestión y evaluación del medicamento y la seguridad, sobre todo en lo referente a la preparación de medicamentos peligrosos, señala la jefa de Farmacia del Gregorio Marañón.
Problemas de salud generados por los medicamentos
Por su parte, Mangues ha hablado de algunos de los retos pendientes con los medicamentos. Entre ellos, los problemas de salud generados con su uso cuando no se consigue el objetivo terapéutico. Además, la Medicina de Precisión permite segmentar la población y “
hacer intervenciones diagnósticas y terapéuticas efectivas y mucho más eficientes”.
La visión del medicamento no debe impedir centrarse en el paciente, que está mucho más avanzado y sabe lo que quiere: “Confianza en el sistema, humanización, continuidad asistencial, poder elegir alternativas… El paciente no se ha quedado esperando a ver qué hacemos”, advierte.
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