Ahora que de casi todo hace veinte años, solía decir el poeta
Jaime Gil de Biedma aludiendo a su feliz pasado de juventud, siempre formulado en esdrújula, y también al paso del tiempo, que, además de ser inexorable, da para mucho.
María Antonia Mangues tiene que mirar aún más allá, no veinte, sino cerca de cuarenta años, para recordar el inicio de una
larga trayectoria profesional como
farmacéutica clínica que ha llegado a su fin a primeros de este septiembre. Una improvisada fiesta organizada por el equipo que hasta hace nada lideraba en el barcelonés
Hospital de la Santa Creu i Sant Pau, sirvió como emotivo adiós a una sanitaria que ha visto y ha contribuido de forma directa a la evolución de la especialidad de
Farmacia Hospitalaria hacia la moderna interdisciplinariedad: “Solo no se puede llegar muy lejos: la fuerza la tienen los
equipos multidisciplinares complementarios que tejen sinergias y que, así, acaban llegando al paciente, que hoy en día es un paciente mucho más activo, empoderado y bien informado”, afirma.
Resumir el currículum de Mangues en un par de líneas no resulta tarea sencilla. Lo esencial es lo que sigue:
treinta y siete años al pie del cañón en el Hospital de la Santa Creu i Sant Pau dentro del departamento de Farmacia Clínica, al que accedió en 1986, después de especializarse vía FIR; y, de esos casi cuarenta años, veintitrés, desde el 2000, han sido como
jefa de Servicio. A ello hay que sumar su profusa labor de investigadora en el ámbito académico, al respecto de lo cual cabe señalar su condición de
doctora en Farmacia por la Universitat de Barcelona desde 1990.
Muchas cosas han cambiado en todo ese tiempo, y factores para ello ha habido varios. El primer gran punto de inflexión fue, según Mangues, la
ampliación de la especialidad de tres a cuatro años. “Yo fui de las que aún hizo la residencia en tres, lo cual no se cambió hasta el 2000, con un cuarto año enfocado específicamente a la Farmacia Clínica”, recuerda antes de valorar el
“gran salto de calidad” para la profesión que supuso aquello: “Exigió más esfuerzo, pero posibilitó que el farmacéutico pudiera empezar a centrarse más en actividades internas de la propia Farmacia, que saliera, que trabajara con equipos multidisciplinares y que
estuviera mucho más cerca de los pacientes y más comprometido con el uso de fármacos”.
La farmacéutica hospitalaria e investigadora María Antonia Mangues.
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Joaquím Bonal, el gran referente
Mangues resalta la figura de
Joaquím Bonal, quien fuera
director general de Farmacia y Productos Sanitarios del Ministerio de Sanidad y Consumo y que ocupó la dirección del Servicio de Farmacia del Sant Pau antes que ella. “Él fue el que, a finales de los sesenta, supo cómo
acercar al farmacéutico al paciente y el que ordenó todo el mundo del medicamento, la base que ha permitido llegar a donde estamos hoy”, valora. Además, destaca el apoyo de la
Sociedad Española de Farmacia Hospitalaria (SEFH), “que siempre ha velado por nosotros y se ha dotado de una estructura que ha permitido que todos los servicios de Farmacia Hospitalaria de España hayan ido subiendo de nivel”.
Al respecto, recuerda que la organización cuenta hoy en día con “casi treinta grupos de trabajo” que son “el motor de cada una de las áreas técnicas en las que actualmente está implicada la especialidad”. Un progreso que Mangues ha experimentado en primera persona: “Yo, que soy de la tercera generación FIR, he visto que, al principio,
el farmacéutico no iba a la par del médico, había muchas diferencias. Pero hoy somos conscientes de que cada uno tiene su ámbito de formación y competencia, y
ambas figuras estamos a la misma altura”.
El gran reto pendiente: la perspectiva científica de género
Aunque Mangues no deja de subrayar los avances en la especialidad, “hoy preparada para asumir los retos de un mundo del medicamento cada vez más complejo”, también tiene muy claro cuál es el gran deber que aún tiene pendiente: “
Faltan más mujeres y tenemos un sistema desigual desde el punto de vista científico”, afirma.
Para la especialista, “hay todavía
diferencias muy grandes en cuanto al acceso al sistema”, pero también en cuanto a “la
efectividad de los tratamientos”, que carecen de “estudios específicos” que tengan en cuenta las diferencias biológicas entre ambos sexos: “Se aplican igual en hombres y mujeres a pesar de que somos distintos. En ese sentido
estamos muy verdes, no hemos crecido o hemos crecido muy poco, y
es urgente hacerlo. No sólo lo digo yo, lo dice la
Organización Mundial de la Salud. Es un tema en el que voy a seguir investigando. Me interesa muchísimo y me parece que
todavía estoy en condiciones de seguir aprendiendo, que es lo que más me motiva del mundo”, apostilla.
Su adiós sella un relevo generacional
El punto y final a la trayectoria de Mangues en el Hospital Sant Pau es también el sello al relevo generacional de su sección de Farmacia Clínica, algo que, según la especialista, no estaba entre sus objetivos “ni cuando empecé ni cuando estaba a la mitad de este viaje”. “Todo se ha ido produciendo de una manera muy armónica, muy sencilla, con
gente con una humanidad increíble que genera un buen entorno”, señala.
Pero sus elogios a sus ya excompañeros no se limitan a lo personal: “Se trata de
gente técnicamente muy potente, con una gran formación y actitud, y una edad, de cuarenta y pocos años, que puede llevar muy lejos la sección de Farmacia. Ahora se merecen
líderes de su generación, con la visión moderna del mundo”.
"Dejo un equipo con una humanidad increíble y capaz de llevar muy lejos la Farmacia Clínica"
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La sensación del trabajo bien hecho
Mangues reconoce que, aunque su trabajo ha sido “duro” porque “
renuncias a muchas cosas por la exigencia que implica”, se siente
“feliz y honrada” de haber podido dedicarse a la Farmacia Hospitalaria, “algo que me gusta tanto”. Por ello, tiene claro cuál ha de ser el pilar básico de la especialidad de aquí al futuro: “La
innovación, que es la misma alma con la que nació la Farmacia Clínica para que un recurso que tiene nuestra sociedad, el medicamento, al que se dedican tantos euros, se utilice bien en favor de la sociedad”.
Es el mismo espíritu de progreso que ha impulsado la carrera de una referente que, a pesar de su responsabilidad como jefa de Servicio en los últimos años, siempre se ha sentido una más: “
Los logros los hemos conseguido entre todos. Pienso que
el jefe de Servicio es un servidor del equipo, que tiene que ser ambicioso y aspirar al máximo en lo que sea que se lleve entre manos, pero, básicamente, cuidar al equipo y servir a cada persona individualmente para lograr, en grupo, los máximos objetivos posibles”. Y sentencia:
“Ha sido una suerte haber elegido esta opción profesional”.
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