Por fin pueden decir que son
estudiantes de Medicina. Poco a poco, los alumnos que optan a ocupar las plazas en la
universidad están conociendo el resultado de sus
preinscripciones y un buen puñado de ellos ya saben que a partir del mes de septiembre podrán estudiar el
grado por el que tanto se han sacrificado en los últimos años. La ilusión se contagia desde el otro lado del teléfono, mediante el que los futuros médicos explican a
Redacción Médica cómo han vivido este proceso hasta alcanzar una meta tan deseada, pero también sufrida.
Ainhoa Sosa confiesa que aún no es capaz de "asimilarlo del todo". Vive en una nube desde que recibió la
notificación de que había sido admitida en
Medicina en la Universidad de Sevilla. "Han sido dos años casi encerrada estudiando", confiesa a este periódico asegurando que era consciente durante todo el
Bachillerato de que sus notas debían ser excelentes. "No me considero especialmente inteligente, lo que sí soy es constante y he
estudiado a diario", expone.
Pese a lo que muchos pudieran pensar, Sosa asegura que durante este tiempo no ha sacrificado su vida social. Explica que en primero incluso formaba parte de una
comparsa y que su nota media fue de 10. En segundo, consciente de que lo que se jugaba, decidió abandonar algunas cosas, pero seguía saliendo con sus amigas. Compatibilizar jornadas intensas de estudio y ocio ha sido posible, tal y como explica, gracias al incondicionable apoyo de su familia. "Mis padres me lo han dado todo hecho", asegura agradecida por este 'regalo' recibido en su casa gracias al que hoy puede decir que es estudiante de
Medicina.
Sosa: "Mis padres me lo han dado todo hecho para que yo pudiera centrarme en estudiar y alcanzar Medicina"
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Sin antecedentes
médicos en la familia, excepto por dos primos que intentaron quitarle la idea de
estudiar Medicina, Ainhoa Sosa sueña con ser
cardióloga. Para ello, está concienciada de que le espera una carrera de fondo en la que cada décima cuenta para un
examen MIR que volverá a ser significativo para poder alcanzar sus sueños.
Acceder a Medicina sin la EBAU
Historia distinta es la de
Elena Contreras, que para alcanzar la
Facultad de Medicina ha pasado un proceso más largo que el de su compañera. En su caso, cuando hace años hizo la
EBAU su nota no daba para poder matricularse en la Universidad. Por ello, primero completó una
FP de Anatomía Patológica, después
accedió a Enfermería, donde ha estudiado un curso, y ahora, por fin, puede decir que recibirá la formación necesaria para ser médica.
La certificación que la acredita como estudiante del
grado de Medicina no solo causó en ella una gran emoción, sino que provocó las lágrimas de su abuelo. "Se puso a llorar cuando le dije que me habían admitido", confiesa conmovida.
Contreras: "Mi abuelo se puso a llorar cuando le dije que me habían admitido en Medicina"
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Han sido años muy sacrificados con un camino menos recto que el de otros estudiantes, pero recuerda que "todos los esfuerzos tienen su recompensa". Y como tiene experiencia en luchar duro para alcanzar un sueño, ahora piensa en su siguiente meta: llegar a la residencia de
Ginecología y Obstetricia porque "traer niños al mundo me parece una profesión muy bonita", explica. Hasta llegar a ese momento, aún faltan seis años de
universidad y la prepación del
examen MIR, pero no está agobiada. "Pienso disfrutarlo mucho para no frustrarme en el proceso, me apoyaré en los compañeros para llevarlo mejor", zanja.
Cuando la vocación viene de cuna y se cumple un sueño
La historia de la malagueña
Alba Luis Jiménez es la de una
carrera de fondo hacia un objetivo muy definido desde la infancia. “
Siempre me ha gustado la Medicina y cuando era pequeña ya tenía claro que quería estudiar eso”, afirma a
Redacción Médica. De su madre, enfermera de profesión, ha mamado la querencia a la atención sanitaria.
La situación vivida le hizo afrontar el Bachillerato muy concienciada de que comenzaba
una de las etapas clave en pos de su meta. “Sabes que son dos años en los que
tienes que darlo todo para poder decidir tu futuro, es una etapa decisiva. Además, tenía muy claro que debía sacar las máximas notas en Bachillerato por si la selectividad me iba un poco peor”, señala. De hecho, según añade, el segundo de los dos años de ese periodo académico preuniversitario fue incluso más duro que la propia EBAU. Al final, no obstante, obtuvo un
premio a la altura de su esfuerzo: acabo el Bachillerato con una media de 10 y, tras ello, su calificación final con
la media de la EBAU fue de 13,4.
Luis: "Me hinché a llorar de alegría al conocer la adjudicación de plaza y mis padres también porque el estrés se contagia. Fue uno de los días más felices de mi vida"
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La explosión total de alegría vino cuando comprobó que la nota le otorgaba el pase al grado de Medicina en la
Universidad de Málaga. “
Constancia, esfuerzo y dedicación. No puedo estar más feliz, con muchísimas ganas de comenzar esta nueva etapa que tanto soñaba mini Alba”, publicó en Twitter. “Fue superemocionante porque, comparado con las notas de corte del año pasado, el 13,4 no me daba para entrar, así que no se me pasaba por la cabeza conseguirlo en la primera adjudicación”, asegura antes de agregar: “Me hinché a llorar de alegría, y mis padres también porque el estrés, al fin y al cabo, se contagia. Fue
uno de los momentos más felices de mi vida”.
Ahora espera con ganas el inicio de su nueva etapa, y lo hace con las ideas tan claras como cuando era pequeña: “Me encantan los niños y
siempre he soñado con ser pediatra”. El camino hacia la consecución de ese nuevo objetivo no ha hecho más que empezar para ella y para el resto de estudiantes que, con ilusión, afrontarán su primer año de
Medicina en la
Universidad para comenzar a labrarse un futuro como
médicos.
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