Cuando una
enfermedad neurodegenerativa aparece en una familia, todos los integrantes de ese núcleo la viven y sufren junto al paciente que la padece. No es fácil. Este tipo de experiencias marcan la vida. Para algunas, la rabia y resignación son las únicas vía que encuentran para
aliviar el dolor en sus corazones, mientras que, para otras, esa impotencia puede derivar en la determinación de dedicar su vida a ayudar a los demás, encaminando su
futuro laboral hacia la Medicina.
Esta historia de superación la protagoniza
María Ferrández, estudiante de segundo año de Medicina que
tardó tres años e se presentó cuatros veces a la EBAU para acceder a la carrera de sus sueños. Su gusto por ella comienza cuando ella
tenía cinco años y los médicos diagnosticaron
Alzheimer a su abuela. Ella era muy pequeña como para saber lo qué estaba pasando, pero, a medida que iba teniendo
uso de razón, se dio cuenta de que algo no iba bien. “No me reconocía o se creía que seguía siendo pequeña. Eso me generaba entre curiosidad y
mucha impotencia al no saber qué estaba pasando y cómo podía ayudarla”, reconoce a
Redacción Médica.
La abuela de Ferrández falleció cuando ella tenía doce años y, desde entonces, la idea de
estudiar Medicina comenzó a germinar en su mente, concretamente con la rama de
Neurología, porque quería
ayudar a las personas que padecen patologías similares a la de su difunta abuela. “Siempre he tenido
mucha vocación por querer ayudar a la gente y ver a un familiar que está pasando por eso y que te dicen que no saben porqué está ocurriendo es muy duro”, ha afirmado.
Con un objetivo prácticamente
inquebrantable, Ferrández se convirtió en una
estudiante ejemplar que “siempre” sacaba muy buenas notas, pero cuando estaba cursando en segundo de bachillerato,
llegó la pandemia y ese sueño se
convirtió en una pesadilla.“Cuando vino el covid fue cuando cambió la selectividad y subió mucho la nota. A pesar de conseguir más de un 9,5 en bachillerato no entré en Medicina. Entonces probé con
Fisioterapia porque pensé: igual estoy empeñada con Medicina y puede que esto me guste”, recuerda esta estudiante.
Tres años y cuatro EBAUs para entrar a Medicina
Pero su destino no era dedicarse a la Fisioterapia y lo abandonó tras terminar el primer año porque “no le llenaba”. Aún así, intentó que le
convalidarán las asignaturas y volvió a
presentarse a selectividad, tanto en la ordinaria como en la extraordinaria, y a pesar de que subió su nota, no le alcanzó para la universidad que ella quería. “Se me presentó la oportunidad de entrar en
Medicina en Lleida. Tras mucho pensarlo, ya que
no quería irme de Elche, decidí marcharme. Allí cursé el primer cuatrimestre y muy mal, vino otra oleada de covid y no tuve suerte con los compañeros de piso”, lamenta esta estudiante.
Tras esta mala experiencia decidió en el segundo cuatrimestre volver a su ciudad para prepararse de nuevo la selectividad. En junio se examinó y no consiguió la nota suficiente. Pero, tras un mes,
hizo su cuarta EBAU con la extraordinaria de julio y consiguió, por fin, la puntuación que le
abriría las puertas de cualquier facultad de Medicina.
“Como esa nota la saqué en la extraordinaria me tuve que esperar un año entero para empezar Medicina, así que aproveché ese tiempo para conseguir ahorros dando clases extraescolares de la E.SO y bachillerato a estudiantes que lo necesitaran”, ha explicado a este periódico. Cuando llegó septiembre le llamaron de la
Universidad Miguel Hernández (UMH), en Elche, donde actualmente está cursando segundo año.
El duro recorrido de una estudiante para entrar a Medicina
El recorrido que Ferrández hizo para entrar en Medicina fue muy duro. Esos tres años y cuatro EBAU probando suerte mermaron tanto su
salud física como mental. Incluso tuvo que lidiar con comentarios animándole a que intentará probar suerte con otra carrera ya que no conseguía entrar en la que ella quería, pero eso no hizo que derrotarán su espíritu luchador.
"Hacer el primer año de Fisioterapia solo me sirvió para reafirmar mi idea de querer entrar a Medicina"
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“Personalmente me afectaban este tipo de comentarios porque ves que todo tu entorno va avanzando. Mis amigas entraron en sus carreras a la primera y este año se van a graduar todas, mientras que yo voy a hacer segundo. Al final eso te afecta y la gente de tu alrededor te intenta animar, pero al final
te acaban hundiendo. Me preguntaban los motivos de no querer hacer otra carrera y me daba impotencia. Yo miraba asignaturas, grados y salidas, pero no me llamaba nada la atención. Además, cuando hice Fisioterapia me sirvió para reafirmar que
lo que quería hacer era Medicina”, ha subrayado.
Actualmente Ferraz se encuentra
feliz. A pesar de que su objetivo es especializarse en Neurología, no quiere descartar otras posibles ramas. Lo que sí deja claro con su
motivación y perseverancia es que se convertirá en una médica que ayudará a muchas personas que lo necesiten.
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