Teodora Dumitru comenzó hace ya tres años su sueño de estudiar el
Grado de Medicina en la Universidad Complutense de Madrid (UCM), ocupando una de las plazas reservadas para alumnos con un grado
discapacidad igual o superior al 33 por ciento, que en España suponen el 5 por ciento de las vacantes disponibles. Sufre
parálisis cerebral con tetraplejia y habla espástica, y asegura que durante los dos primeros cursos "todos los profesores han buscado las mejores soluciones para que fuera evaluada correctamente". También sostiene que ha recibido todas las adaptaciones necesarias en cuestiones como el acceso al edificio así como en el desarrollo de ejercicios prácticos.
Sin embargo, su situación ha dado un giro drástico con el comienzo del
tercer año de universidad, en el que los estudiantes de Medicina
realizan por primera vez prácticas hospitalarias. Para ello eligió el
Hospital Universitario Doce de Octubre ya que es el que mejor comunicación tiene desde su domicilio. No obstante, al llegar sólo encontró barreras ya que e
l pabellón destinado a los estudiantes carece de rampas de acceso y de aseos adaptados para sillas de ruedas. El primer día recibió la ayuda de dos compañeras para entrar y salir del mismo, algo de lo que las veces posteriores se ocupó su hermano, que le acompañó en varias ocasiones al hospital madrileño.
"El pabellón docente del hospital no es accesible. Para entrar hay que subir escaleras, no tiene aseos adaptados y la biblioteca está en la primera planta. Obviamente, no hay ascensor".
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Negativa de la universidad a adaptar las prácticas de Medicina
Tras conocer esta situación,
la propia universidad reunió a Dumitru con los vicedecanos de la Facultad de Medicina y del hospital: "Me dijeron que
tengo que dejar la carrera porque no pueden adaptarme las prácticas", recuerda. El motivo concreto que le expusieron es que "
no disponen de recursos tecnológicos y humanos para que yo haga las prácticas hospitalarias correspondientes a cada uno de los estudiantes", tal y como relata la propia alumna.
Recuerda dicho encuentro como un momento "bastante intimidatorio", en el que se sintió "presionada" al encontrarse sola frente a tres vicedecanos. Sostiene que incluso
llegó a sentir que se quedaba "sin argumentos" en ese momento debido a lo impactada y abrumada que se encontraba. "Cuando ves que tu sueño y tu esfuerzo para llegar hasta aquí podrían ser en vano, puedes olvidar que al final se trata de tu
derecho a estudiar", afirma.
"Cuando ves que tu sueño y tu esfuerzo para llegar hasta aquí podrían ser en vano, puedes olvidar que al final se trata de tu derecho a estudiar".
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Intención de anular la matrícula desde la UCM
Tras intentar mediar por todas las vías posibles con ambas instituciones y recibir una y otra vez sus negativas, decidió recurrir a organismos externos: "Me he puesto en contacto con una asociación que protege los derechos de las personas con parálisis cerebral y
hemos elaborado una solicitud de adaptación, tanto del edificio como de las prácticas", explica. La Facultad por su parte reaccionó a esta petición formal con una decisión aún más drástica, ya que
procedió a anular la matrícula de Dumitru detallando que no puede adquirir las competencias necesarias para graduarse.
Ahora mismo se ha 'parado el tiempo' para ella, al menos en lo que a su formación se refiere, puesto que
no ha recibido ninguna información adicional. "Se ha paralizado todo, esta semana tenía incluso los exámenes y ni siquiera sé si puedo hacerlos o no,
ni siquiera sé si sigo siendo estudiante", detalla. En busca de una solución ha emprendido medidas legales con el único objetivo de "estudiar en conformidad y parar el procedimiento de anular la matrícula", concluye.
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