El mundo académico no permanece ajeno al fenómeno del
suicidio en la profesión médica, que, según estudios recientes, presenta tasas “significativamente” más elevadas en comparación con la población general. Se trata de un problema difícil de atajar, reconoce el hasta ahora decano de Medicina de la Universidad de Baleares,
Miquel Roca, quien advierte de que las acciones dirigidas a la prevención de esta lacra corren el riesgo de convertirse en “brindis al sol”. No obstante, sí alberga la esperanza de concienciar a los facultativos de la necesidad de
‘protegerse’ desde la misma universidad. No con una asignatura concreta, apunta, sino
“de manera transversal” en diferentes materias.
“Hay bastantes programas de Medicina que abordan la conducta suicida bajo el enfoque de la prevención, pero quizás habría que hacer más hincapié en otros aspectos que quedan por cubrir”, asume el también catedrático de
Psiquiatría de la Universitat de les Illes Balears. Por ejemplo, en el factor biológico de la misma. “No se trata tanto de
encajarlo todo en una sola asignatura sino de ponerlo en
diferentes espacios y materias: la comunicación, la ética, la psicología, la Medicina interna…”, continúa.
En este sentido, Roca reivindica un cambio de enfoque en el estudio de la
conducta suicida en la profesión, que generalmente está orientada a los pacientes y no a los propios facultativos. “Tienen que
empezar a pensar en sí mismos”, subraya.
Mayor impacto en médicas y algunas especialidades
El propio Roca asume, en cualquier caso, las dificultades a la hora de atajar el problema. En primer lugar, por la imposibilidad de constreñirlo a una situación o colectivo concreto dado el alto número de variables. Eso sí, los estudios como el que realizó recientemente el Hospital Universitario Santa María de Lleida apuntan a que el impacto es
ligeramente mayor en mujeres (por cada médico que se suicida lo hacen 1,53 mujeres).
Otra investigación, en este caso llevada a cabo por la Universidad de Penn State de Estados Unidos, reveló que el pensamiento suicida es más propenso entre profesionales de
Anatomía Patológica, Cirugía General y Oncología (donde el 21 por ciento de los encuestados presentaban
signos de depresión).
El síndrome de
'burnout', la depresión y el estrés tanto dentro como fuera de la consulta médica se encuentran entre los factores que contribuyen a que los médicos caigan presa de esta conducta.
“Evidentemente es una situación muy compleja -incide Miquel Roca-. Todas las situaciones que podamos
detectar desde la raíz en la universidad, o incluso desde las escuelas, será positiva para encontrar soluciones”.
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