La llegada del verano no solo trae consigo
vacaciones y tiempo de ocio. En plena época estival proliferan los mensajes de culto al ideal de belleza de extrema delgadez, la presencia de calor implica una
mayor exposición del cuerpo y, en muchos casos, existe una mayor desorganización de comidas, hábitos y estilos de vida saludables. Por ello, el Consejo General de Enfermería (
CGE) advierte de que estas circunstancias impactan de forma directa – y muy negativamente – a personas con trastornos de la conducta alimentaria y, en una gran parte de los casos, supone el
detonante perfecto para el inicio de los mismos.
Los trastornos de la conducta alimentaria (
TCA) son
trastornos psiquiátricos caracterizados por
conductas anormales referentes a la alimentación o el control del peso. Se encuentran entre los trastornos mentales potencialmente más mortales, causando 10.200 muertes anuales en el mundo, tal y como indica la Asociación Nacional de Anorexia Nerviosa y Trastornos Asociados (
ANAD), lo que equivale a
una muerte cada 52 minutos.
En España,
400.000 personas están afectadas por este trastorno y se espera que, en los próximos 12 años,
esta situación se incremente en un 12 por ciento. No solo las personas jóvenes padecen un TCA, pero bien es cierto que
la infancia y adolescencia es el periodo más crítico para que aparezcan este tipo de desórdenes, siendo la
tercera causa de enfermedad crónica en esta etapa de la vida. La mayor incidencia se sitúa entre los 13 y 14 años, más en mujeres que en varones, con un 30 por ciento frente al 17 por ciento que se registra en niños.
Los TCA incluyen las categorías de anorexia nerviosa (
AN), bulimia nerviosa (
BN), trastorno por atracón (
TA) y trastorno alimentario no especificado. Las causas para padecer cualquiera de ellos “son multifactoriales, con influencia de factores genéticos, ambientales y psicológicos. La AN se caracteriza por la
restricción voluntaria de comida que puede ir o no acompañada de atracones o conductas purgativas. La BN se reconoce por realizar
ciclos de atracón acompañados de conductas compensatorias. Ambos tienen en común el miedo intenso a ganar peso, la internalización del ideal de delgadez y la distorsión de la imagen corporal”, afirma
Isabel Mateo, enfermera especialista en Salud Mental.
Este
tipo de trastornos suele ir asociado a otras condiciones psiquiátricas que hacen más complicado su tratamiento, como pueden ser trastornos del ánimo o ansiedad, fobia social, déficit de atención o hiperactividad o el
consumo de alcohol y el abuso de sustancias. Padecerlos también puede derivar “en complicaciones médicas, las principales son alteraciones dermatológicas, cardiovasculares, alteraciones hidroelectrolíticas, alteraciones metabólicas y endocrinas - como la afectación al ciclo menstrual – o hematológicas, como la anemia”, explica la enfermera especialista.
Recomendaciones enfermeras
“Las enfermeras tienen un papel relevante en la educación para la salud y en materia de prevención del desarrollo de un TCA. Por ello se precisa de una educación en
buenos hábitos de salud desde la infancia, mantenidos durante todo el año y trabajar la autoestima”, expresa Mateo.
El
desarrollo de las tecnologías de la información y la comunicación -como las redes sociales- ha propagado modelos de belleza irreales que se han impuesto en la sociedad actual. A pesar de no tener la capacidad para modificarlos, “podemos, desde las consultas, enseñar estrategias para valorar de forma crítica estos modelos y ayudar a
comprender que la belleza y el éxito no están ligadas a un único tipo de cuerpo”, continúa.
Otro hándicap para las personas con un TCA es la existencia de las llamadas “dietas milagro”, cuyo objetivo es la pérdida rápida de peso. “Estas dietas conllevan
consecuencias negativas para la salud y no se mantienen en el tiempo. Si se necesita realizar una dieta para perder peso, esta debe ser siempre diseñada y supervisada por profesionales capacitados. En este sentido, las enfermeras tienen la capacidad para acompañar al paciente en este proceso y
detectar conductas de riesgo en caso de presentarse”, explica esta especialista en Salud Mental.
Señales de alarma
Los trastornos de la alimentación suelen estar infradiagnosticados, “por ello es importante educar a la población para que todo el mundo reconozca las señales de alarma en personas de su entorno. Estas pueden ser la
pérdida de peso de forma llamativa en poco tiempo,
realizar ingestas descontroladas, tener cambios de humor repentinos, evitar situaciones que impliquen comer en público, esconder comida o conductas de purga como provocar vómitos o usar laxantes”, añade Mateo.
Para experimentar un TCA
no es necesario presentar todas estas señales, por eso la educación en salud es fundamental, así como “el apoyo familiar, del entorno social del paciente, y por supuesto, de los profesionales sanitarios implicados. Aquí, las enfermeras somos un pilar fundamental para la detección temprana del problema”, concluye Isabel Mateo, especialista en Salud Mental.
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