Dolor, efectos adversos a corto y largo plazo, alergias, agujas… Estos son algunos de los miedos que los ciudadanos han manifestado instantes antes de recibir alguna de las vacunas contra el Covid-19, según asegura a
Redacción Médica,
Miguel Ángel Alcántara, enfermero del centro de salud El Porvenir de Sevilla y vocal de la Asociación Nacional de Enfermería y Vacunas (Anenvac). Pero no han sido los únicos. Y es que, según explica el enfermero, han sido muchas las dudas que han surgido entre las personas antes de inocularse el fármaco. Eso sí, afirma que
no todos los grupos de población han mostrado la misma inseguridad y que están teniendo
"serios problemas de coberturas vacunales" entre las edades comprendidas entre 60 y 67 años.
En este sentido, Alcántara expresa que muchos ciudadanos han manifestado
desconfianza sobre la rapidez de fabricación de las vacunas, así como numerosas dudas sobre la compatibilidad de los sueros con sus patologías, especialmente en pacientes con antecedentes a trombos o en tratamientos con fármacos antitrombóticos (anticoagulantes y antiplaquetarios). Sin embargo, Alcántara, al igual que sus compañeros de profesión, tiene claro el mensaje que se debe trasmitir: “
Los beneficios de las vacunas superan con creces a los riesgos”.
"Cuando están en juego la enfermedad, el dolor, el sufrimiento y la muerte, la salud pública debe prevalecer sobre los compromisos e intereses"
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El enfermero, implicado desde el principio en la campaña, no tiene duda de que los cambios constantes en el plan de inmunización han generado una mayor desconfianza entre la población hacia las vacunas. “Los expertos en Salud Pública son los que deberían haber llevado a cabo todo lo relativo a la pandemia.
Si esto hubiera ocurrido, la situación vivida meses atrás habría sido mas halagüeña y menos trágica. Cuando están en juego la enfermedad, el dolor, el sufrimiento y la muerte, la salud pública debe prevalecer sobre los compromisos e intereses”, critica.
“Por supuesto, injerencias inapropiadas generan en la población desconfianza, miedos e incertidumbre. Cuesta mucho trabajo llegar a determinados grupos de personas que no tienen interiorizado en su vida la necesidad de vacunarse.
El mensaje de ‘las vacunas son para todas las edades’ lo tiran por tierra cada vez que hay decisiones contradictorias”, continúa.
Mayores de 80 y sanitarios, los más agradecidos
Gran parte de la población ha sentido miedo o preocupación a la hora de inyectarse la vacuna. Sin embargo, hay un grupo que ha acudido a la cita con seguridad y, además, agradecimiento,
el de los mayores de 80 años, además del personal sanitario. “Ellos han visto de primera mano los estragos de esta pandemia en la primera ola.
Miles de muertos y meses aislados sin poder ver a sus seres queridos…”, añade.
En la otra cara de la moneda se encuentran los profesionales esenciales, como de Seguridad y Educación, que recibieron la primera dosis con Astrazeneca y, “sin motivo científico”, no han sido vacunados en el periodo de tiempo establecido por el laboratorio con la segunda dosis. “Durante ese tiempo ha habido toda clase de rumores y bulos que solo han generado desconfianza y miedo a dicha vacuna.
Esta inseguridad se ha trasladado a las personas de edad comprendidas entre 60 y 67 años. Tenemos serios problemas de coberturas vacunales con estas personas porque lógicamente son reacios a vacunarse y desean otro tipo de compuesto. Es muy difícil para los profesionales sanitarios convencerles que la vacunación no es a la carta”, lamenta el sanitario.
Las preguntas más frecuentes
¿Cuál es la mejor? ¿Qué ventajas e inconvenientes presentan? ¿Cuál es su efectividad? ¿Qué hábitos tengo que tener tras ser vacunado? ¿Las vacunas actuales protegen de las nuevas cepas? ¿Será necesaria una tercera dosis de recuerdo al cabo de unos meses? Estas son algunas de las cuestiones frecuentes que ha tenido que responder el enfermero en estos largos meses de campaña. Eso sí, reconoce que ahora la gran duda de la población gira en torno a la inoculación de la
segunda dosis en menores de 60 años que han recibido la primera dosis de la vacuna de Astrazeneca.
Ante este ‘bombardeo’ de preguntas, Alcántara tiene claro cómo actuar. “El lenguaje debe ser claro, entendible, con calidad suficiente y basado en la evidencia científica, con transparencia,
siempre en contraposición de los bulos y las falsas noticias de las redes. Tenemos que aprovechar ese momento para erradicar los falsos mitos que hay sobre las vacunas”, concluye.
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