La Enfermería es una profesión mayoritariamente femenina. Según datos del Instituto Nacional de Estadística, el 84,4 por ciento de las profesionales de Enfermería en España son mujeres. Sin embargo, los roles de género que provocan las desigualdades en otros ámbitos de la sociedad también se trasladan a esta profesión, incluso más acentuados dado que la Enfermería tiene en su centro el cuidado de los demás, una tarea que se ha visto tradicionalmente a las mujeres. Así lo considera Raquel Rodríguez Llanos, presidenta del Colegio de Enfermería de Cáceres, que repasa las causas de las desigualdades entre enfermeras y enfermeros en esta entrevista con
Redacción Médica durante un descanso en el Congreso Internacional de Enfermería.
Usted habla de los condicionantes de género que se producen entre enfermeros y enfermeras, ¿a qué se refiere?
No solo se producen entre enfermeras y enfermeros. Hay unas diferencias construidas socialmente en el ámbito nacional y mundial, pero en la profesión de Enfermería se dan unos condicionantes específicos que no tienen otros trabajos. Las profesiones sanitarias se están feminizando, pero en Enfermería más que ninguna. En España el 85 por ciento son mujeres enfermeras. La cuestión es que la tarea del cuidado, que es la actividad principal de la Enfermería, siempre se ha asignado a las mujeres; primero a las mujeres en el ámbito doméstico por las tareas de reproducción y de cuidados y luego se han ido pasando por extensión a la sociedad. En la división del trabajo, los hombres tienen otras tareas y las mujeres han sido las responsables del cuidado tradicionalmente. Lo que sucede con Enfermería es que se forma un círculo: la labor principal es el cuidado, las mujeres son la mayoría y en la sociedad se entiende que los cuidados pertenecen a las mujeres. Esto puede dar lugar a desigualdades si no se tienen en cuenta las características.
¿Cómo impactan los condicionantes de género en la profesión de Enfermería?
Principalmente en la salud de las enfermeras. El género está ya considerado un determinante social porque condiciona la posición social, económica y es algo estructural. Esto significa que hay que tenerlo en cuenta a la hora de planificar cualquier acción. Estamos, además, en una profesión con muchos riesgos laborales
Raquel Rodríguez Llanos: "Las mujeres enfermeras tienen peor salud"
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como la turnicidad, la doble jornada, la mala organización del trabajo y la sobrecarga física y emocional. Si le añades el rol de género, con unos componentes muy específicos, encuentras que impacta directamente en la salud de las enfermeras.
¿Cuáles son esos componentes?
Están relacionados con el rol de género. Tiene el rol social como mujer que por extensión se traslada al rol de enfermera como construcción de enfermera. Esto conlleva tener dos roles de géneros y una doble desigualdad: el social y el de la Enfermería. Esto produce una situación de estrés muy complicada. El segundo condicionante de género es la doble jornada. La enfermera, como mujer, sufre lo mismo que el resto de españolas: el trabajo en el ámbito laboral y el no remunerado en el ámbito doméstico que, depende del equilibrio de las cargas familiares, recae principalmente ella. El otro condicionante que tiene es la doble presencia. Es decir, mentalmente está sometida a un estrés porque no llega a todo: cuando está en el trabajo está pensando en todo lo que tiene que hacer en casa y para cuidar a la familia y cuando está en casa está pensando en el trabajo. Otro condicionante es el de las características propias de la profesión que ya hemos comentado: turnicidad, nocturnidad, sistemas muy jerárquicos con poca posibilidad de desarrollo profesional. Todo eso crea un lecho en el que está impactando más que en los hombres.
¿Cuáles son los impactos para la salud de las enfermeras?
Tienen mucho más estrés por ese doble rol que comentábamos. También les afecta el tiempo circular: las mujeres enfermeras no tienen tiempo para sí mismas porque están en un bucle en el que están trabajando en su casa y luego van al trabajo de Enfermería y vuelven a casa. No es un tiempo lineal como el que tienen los hombres, que sí tienen su espacio para realizarse y descansar. El tercer problema que tienen es el de los trastornos psicológicos asociados a la falta de promoción y a la frustración de no encontrarse a sí mismas. Esto produce depresiones y ansiedades. Es un tema que afecta a todas las mujeres en el mundo, pero en enfermería mucho más: tienen una peor salud mental. Se define como una sensación subjetiva de padecimiento psíquico continúo de no encontrarse bien, pero no saber muy bien qué les sucede ya que tampoco se asocia a criterios clínicos de enfermedad o de salud.
También impacta en el absentismo que es mucho mayor en las mujeres enfermeras porque la carga familiar le está haciendo muchas ausencias del trabajo. No es solamente faltar por causas de enfermedad, sino por la capacidad de respuesta humana que tenemos ante estas condiciones.
Además de en la salud, estos condicionantes generan muchas desigualdades. Si las cargas de trabajo no están bien repartidas, la mujer trabajará más que el hombre. Se ve que también tienen menos posibilidades de promoción y tienen menos sueldo.
¿Cuáles son las soluciones?
Lo primero es aplicar la perspectiva de género, que es tener en cuenta, analizar y ver de qué manera esas diferencias están presentes en determinados espacios. Si estamos en un país que estructuralmente no tiene un marco de igualdad, tenemos que ir a espacios pequeños y hacer pequeñas acciones. Tenemos que pensar cómo influye en la igualdad cada acción que hagamos. Que si hay alguna desviación hay que corregirla. Por ejemplo, si hay que poner una reunión en una unidad de trabajo, hay que considerar el aspecto familiar y cuál es la mejor hora para la conciliación laboral. La perspectiva de género se tiene que construir socialmente y no pueden hacerlo solo las mujeres. Las condiciones de géneros son relacionales. Es decir, que para saber las condiciones que tienen las mujeres hay que conocer también las que tienen los hombres y ver cómo se establecen las diferencias.
¿Qué papel debemos jugar los hombres en estas transformaciones?
Deben ser capaces de ver cuál es su situación, compararla con las mujeres e igualarla. El género es una cuestión social que se hace entre todos. No es una cuestión de las mujeres solamente, ni de los hombres. Somos diferentes, pero lo que no se pueden crear son desigualdades. En el ámbito del género, esas desigualdades se llaman inequidades, que son injusticias que son evitables.
En otras profesiones, algunas reivindicaciones pasan porque, aunque se hayan incorporado las mujeres, no alcanza puestos directivos. ¿Cómo está la situación en una profesión tan feminizada como la Enfermería?
Es verdad que es mayoritariamente femenina, pero las cotas de poder no son femeninas. Hay más hombres en los puestos altos, porque el rol masculino sigue ocupando más direcciones de Enfermería y más puestos directivos. Esto es así por los condicionantes que veíamos antes. Te pongo el ejemplo de mi colegio de Enfermería. Se inauguró en 1919 y hasta nuestros tiempos solo ha tenido una mujer como presidenta durante cuatro años y yo, que soy la segunda. Llevamos tres años y somos recién llegadas en el equipo. Somos nueve y sólo hay dos hombres. Nos preguntaron por qué y la verdad es que a mí me resultó más fácil encontrar a mujeres enfermeras porque había muchas más. No está pensado y es verdad que no está completamente igualado, pero lo que llama la atención a la gente es que haya siete mujeres en una junta y no que sea a la inversa. Si observas las asociaciones científicas, la mayoría están copadas por hombres; si observas los colegios de Enfermería, son mayoritariamente masculinos. Ese es el rol de género.
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