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La decepción de un enfermero tras el EIR: "No te saca de la precariedad"

El especialista Víctor Alonso considera que el EIR es "increíble" a nivel formativo, pero está poco reconocido

Víctor Alonso, enfermero especialista de Familiar y Comunitaria.

14 oct 2024. 07.00H
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La especialización profesional suele asociarse a un mejor salario y estabilidad laboral. Sin embargo, esta premisa no se cumple en todos los ámbitos de Ciencias de la Salud. Uno de ellos, Enfermería. Y es que completar la formación ofrecida vía Enfermero Interno Residente (EIR) no siempre es garantía de un puesto de trabajo mejor. En ocasiones, incluso, puede suponer una pérdida en términos monetarios de la enfermera que opta por unirse a las plantillas de Geriátrica, Familiar y Comunitaria, Obstétrico-Ginecológica, Pediátrica, Salud Mental o Trabajo. "El EIR es el máster más caro del sistema público", ha afirmado el especialista sanitario, Víctor Alonso, a Redacción Médica. "Y tampoco te va a sacar de la precariedad que vive toda la profesión", ha agregado.

Ha pasado tres años desde que Alonso obtuviera su título de graduado en Enfermería por la Universidad de Zaragoza. Un periodo en el que ha pasado por decenas de contratos temporales, una de las lacras de su profesión. Entre medias, los dos años de especialización en la disciplina de Familiar y Comunitaria en Cataluña. Un espacio de tiempo en el que cobró menos al tratarse de la cobertura de una vacante formativa y en el que perdió la opción de ganar puntos para su objetivo final: una plaza en Aragón, su comunidad autónoma.

Una enfermera residente recibe unos 1.200 euros mensuales durante su periodo formativo, mientras que una que no lo está puede llegar a los 1.900 euros. Un sacrificio económico de casi 700 euros al mes, ya que la baja ratio de profesionales por habitante en España hace que no sea complicado encontrar empleo como egresado de Enfermería. Una reducción de ingresos a la que hay que añadir las facturas del día a día, ya que el menor número de plazas EIR que MIR también incrementa la movilidad de las interesadas en convertirse en especialistas. "Hay que unir piso, compra, viajes de vuelta a casa… No es fácil", ha remarcado Alonso.


Residente por vocación


Nada más graduarse, Alonso realizó su primer contrato de verano en una unidad pediátrica en Zaragoza. Su experiencia con la atención a menores le hizo fijar la atención en las especialidades enfermeras. Eso sí, no sería Pediátrica, sino Familiar y Comunitaria. "Tenía ganas de seguir formándome y siempre me gustó el abordaje del paciente adulto y la cronicidad patológica", ha explicado.

De esta forma, el enfermero comenzó a estudiar para acceder a la especialidad. Lo hizo mientras ocupaba un puesto temporal en Urgencias y preparaba la oposición para acceder al Servicio Aragonés de Salud. Durante un año, los manuales y el trabajo se adueñaron de la mayor parte de su tiempo. Sin embargo, el esfuerzo dio sus frutos. El joven consiguió una plaza EIR para la rama deseada en la unidad docente de Tarragona. En concreto, su centro de Atención Primaria estaba en Reus, dependiente del Hospital Universitario Joan XXIII, ubicado en la capital provincial. También logró aprobar el examen para su comunidad autónoma, aunque la falta de méritos le impidió alcanzar un puesto.

"Como formación el EIR es increíble, ya que tiene muchísima calidad y te cambia completamente tu visión de la profesión"


Alonso dedicó los siguientes dos años al intenso ciclo EIR. Su día a día lo vertebraba la jornada laboral, a la vez que el tiempo libre era dedicado a la preparación de sesiones clínicas, la atención a congresos o la realización de cursos extra. "Como formación es increíble, ya que tiene muchísima calidad y te cambia completamente tu visión de la profesión. Tengo la sensación que aprendí muchísimo", ha asegurado el profesional de Enfermería.


Dificultades para encontrar trabajo de especialista


El problema es que la absorción de conocimientos no ha concordado con una mejora de la situación laboral del enfermero. Más allá del aspecto salarial, el EIR distorsionó su evolución laboral a ojos de la administración. Por ejemplo, el ciclo formativo no se contabiliza para la carrera profesional. Asimismo, la tenencia de la disciplina enfermera no otorga una gran puntuación a la hora de la adjudicación de contratos en parte de las comunidades autónomas. “En Aragón, por el EIR me daban dos puntos, que me parece muy poco. En otras partes, como Comunidad Valenciana, llegan a los 15”, ha lamentado.

Además, el desigual desarrollo de las especialidades enfermeras en España dificulta que puedan ejercer en puestos para los que han estudiado. Alonso dejó Cataluña porque Familiar y Comunitaria no está reconocida. Una situación similar se vive en la mayoría de comunidades autónomas. En el caso de Aragón, su región de origen, el único examen de oposición para profesionales de este ámbito se convocó cuando cursaba el EIR, por lo que no pudo apuntarse. De momento, no hay previsiones para la oferta de nuevas vacantes para enfermeras de su especialidad ni para la estabilización de dichas profesionales. 

"Es una pena que no se saque partido a la especialidad"


Según el joven especialista, decenas de compañeras de Familiar y Comunitaria en Aragón trabajan como enfermeras generales. La escasa evolución de la rama sanitaria hace que no se cumpla lo dispuesto en el Marco Estratégico para la Atención Primaria y Comunitaria, en los que se demanda la contratación de este perfil sanitario para dicho servicio. "Es una lástima porque no se saca partido a la especialidad. En ocasiones, da la sensación que la formación adicional que tú adquieres como profesional no se tiene en consideración", ha destacado Alonso.


Un camino difícil de tomar


Ante este panorama, Alonso deambula entre contratos de poca duración. Solo este verano, ha estado en cinco centros de salud distintos de Aragón. Desde septiembre, acumula otros tantos acuerdos laborales más. Es más, en breve asumirá dos nuevos: uno de cinco días y otro de nueve. "En este sentido, las enfermeras especialistas no somos ninguna novedad. Esta es la precariedad que afecta a toda la profesión", ha apuntado. No solo es complicado circular por el camino de la especialidad, sino también por el de la continuidad. Sobre todo para los recién graduados, al no alcanzar las elevadas puntuaciones de las bolsas de empleo.

Por ello, el especialista de Enfermería Familiar y Comunitaria no descarta buscar empleo en un hospital sociosanitario en Zaragoza. El paciente geriátrico le permite tratar la cronicidad y realizar el seguimiento patológico que podría hacer en Atención Primaria. Además, ganaría en estabilidad. No formaría parte de una plantilla exclusiva de su ámbito EIR, pero podría aplicar algunos de sus conocimientos. Tampoco tendría que dejar Aragón. "No puedes enfocar toda tu vida a la profesión ni peregrinar por toda España en busca de mejores condiciones laborales. No es justo", ha argumentado.

"No puedes enfocar toda tu vida a la profesión"


Pese a tener dudas con su especialidad, Alonso nunca ha pensado en tirar la toalla con la Enfermería. "No, porque me gusta mi trabajo y es muy gratificante para mí. Al final, la vocación de los trabajadores sanitarios se convierte en un arma de doble filo para nosotros", ha sentenciado. Una espada, afilada a base de interrupciones contractuales y carga asistencial, de la que, de momento, el EIR no funciona como escudo.

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