El 1 de octubre se celebra el Día Internacional de las Personas Mayores y, coincidiendo con esta fecha, la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV) informa sobre los problemas dermatológicos a partir de los 65 años para dar a conocer las afecciones más frecuentes que pueden padecer estas personas y cómo remediarlas. Manuel Ginarte, miembro de la AEDV, afirma que con unas sencillas pautas se evitan posibles problemas.
Según el especialista, “en los países de la Unión Europea el porcentaje de personas mayores de 65 años oscila entre el 13 por ciento de Irlanda y el 21 por ciento de Italia. En España esa cifra es del 18 por ciento, pero con grandes diferencias entre el medio urbano y el rural y entre comunidades autónomas (Castilla y León, Asturias y Galicia alcanzan un 24 por ciento). Este fenómeno viene determinado por la disminución de nacimientos y por el aumento de la esperanza de vida (80 años en los hombres y 86 en las mujeres en España)”. En las próximas décadas, esta situación se hará más acusada, ya que, según el Instituto Nacional de Estadística (INE), para el año 2029 el 25 por ciento de los españoles tendrá más de 65 años. El envejecimiento de la población implica grandes retos, sociales, económicos y sanitarios.
Ginarte asegura que la Liga Internacional de Sociedades Dermatológicas ya ha afrontado estos retos en un documento de consenso que refleja que, conforme la población envejece, aumentan las necesidades y la demanda de cuidados médicos. Si bien el porcentaje de mayores de 65 años en España es del 18 por ciento, la cifra de estas personas en consultas de Dermatología es mucho mayor (alrededor del 50 por ciento). No obstante, el especialista incide en que la mayor parte de esas demandas son por dermatosis no urgentes, pues solo un 13 por ciento de los pacientes que acuden por motivos urgentes dermatológicos son mayores de 65 años.
Desde el punto de vista dermatológico, Ginarte explica que la piel sufre un envejecimiento fisiológico asociado a la edad (cronoenvejecimiento) y otro asociado a la exposición solar según nuestros hábitos de vida pasados (fotoenvejecimiento). Otros factores, como el tabaquismo o la contaminación también pueden influir en el envejecimiento de la piel. Esto provocará diversos cambios en la estructura y función de la piel que se traducirá en la aparición de lesiones benignas, a veces de carácter solo cosmético, pero otras conllevan molestias y disminuyen la calidad de vida de las personas. Entre estos cambios se incluyen el adelgazamiento y sequedad cutáneos, el picor, las queratosis seborreicas, los léntigos, los angiomas y otras alteraciones secundarias a problemas vasculares. Además, algunas de estas alteraciones benignas pueden sufrir complicaciones (infecciones, sangrado, etc.). De este modo, no se deben subestimar los signos cutáneos de envejecimiento, dado que hay estudios que demuestran que esos signos llevan aparejados una disminución de la autoestima de los pacientes.
Además de las lesiones benignas, con el envejecimiento aumenta el riesgo de sufrir un cáncer de piel, especialmente el CCNM (cáncer cutáneo no melanoma, fundamentalmente el basocelular y el espinocelular). Se calcula que una de cada cinco personas de raza blanca tendrá un cáncer de piel a lo largo de su vida. Esa incidencia aumenta sobre todo a partir de los 60 años, dependiendo del fototipo y de la historia previa de exposición solar. En España se ha calculado una incidencia anual de CCNM de 150 casos por cada 100 mil habitantes y la mayoría de estas personas tienen más de 60 años. Más frecuentes aún son las queratosis actínicas, precursores del CCNM, cuyo abordaje precoz previene el desarrollo de ese CCNM y cuya incidencia multiplica por diez a la del CCNM.
Otros problemas asociados a la edad y que se pueden ver en las consultas de Dermatología son dificultad para la autoexploración; dificultad para realizar cuidados elementales (higiene, hidratación, etc.); problemas para aplicarse los tratamientos tópicos por limitación de la movilidad; problemas para comprender tratamientos complejos; e interacciones medicamentosas en personas plurimedicadas.
Además del diagnóstico y del tratamiento de todas las alteraciones cutáneas, los dermatólogos hacen hincapié en diversas medidas de prevención primaria y secundaria. Es el caso de una higiene adecuada evitando productos irritantes, insistir en el cuidado de los pies y recomendar el examen periódico de la totalidad de la piel para detectar precozmente lesiones premalignas o malignas, bien por parte del propio paciente o cuando esto no sea posible por personal sanitario o cuidadores.
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