La
salud sexual y la
vida social se ven afectadas en más de un 70 por ciento de los pacientes que padecen
urticaria,
una patología autoinmune que, además, obliga a faltar al trabajo casi una vez al mes, según datos que ha aportado la
Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (Seaic).
Tal como ha explicado
Lys Herráez, presidenta del Comité de Alergia Cutánea de la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (Seaic), “los síntomas tan visibles de esta patología y el picor continuo de la
piel afectan mucho a la calidad de vida de quienes la sufren”.
Según el informe
Alergológica, de todas las patologías vistas por el alergólogo, la urticaria se corresponde con la enfermedad de mayor impacto en la calidad de vida y la que requiere más visitas a los servicios de urgencias.
En esta misma línea, una encuesta realizada por la Asociación de Afectados de Urticaria Crónica (AAUC) ilustra con datos los efectos negativos, físicos y emocionales de la urticaria crónica: un 73 por ciento de los afectados cancela su participación en
actos sociales, más de un 70 por ciento se siente limitado en sus
relaciones sexuales,
y uno de cada cuatro falta al
trabajo casi una vez al mes.
“Nuestra calidad de vida se ve deteriorada en muchos sentidos. Se trata de una enfermedad que no te deja tener una vida normal”, ha señalado
Meritxell Cortada, presidenta de la AUUC. “Por ejemplo, hay noches en las que el picor y el malestar te despiertan y no te dejan dormir, o al comprar ropa hay que fijarse en el roce los tejidos y etiquetas”, ha añadido.
La urticaria crónica no está considerada actualmente como una enfermedad alérgica
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La
urticaria crónica no está considerada actualmente como una enfermedad alérgica. Casi nunca está causada por una sensibilización o una reacción de hipersensibilidad a alérgenos ambientales como el polen, los hongos, los ácaros del polvo o los epitelios de animales. Por tanto, las pruebas de alergia y los análisis de laboratorio normalmente empleados en estos diagnósticos no serán útiles para los casos de urticaria.
'Ponerse en la piel' del afectado
“Muchos de los afectados por urticaria crónica empezamos nuestra andadura por la enfermedad creyendo que tenemos una alergia. Resulta totalmente lógico, porque gran parte de la
sintomatología de la urticaria crónica es parecida a la de una alergia (habones, picor…). Por esa razón, nos resulta sencillo ponernos en la piel de todas las personas que sufren alergia y empatizar con su enfermedad”, ha sentenciado.
“Las causas que la provocan son difíciles de determinar y su diagnóstico no siempre resulta fácil, lo cual supone un desafío tanto para para el clínico como para el propio paciente”, asegura
Antonio Valero, presidente electo de la Seaic.
La
prevalencia de la urticaria crónica espontánea en España se estima entre un 0,5 y 1 por ciento de la población general, pero alrededor de un 20 por ciento de la población ha padecido en algún momento algún episodio espontáneo de urticaria y, por eso, “es importante incorporar nuevos abordajes terapéuticos que permitan al paciente recuperar su calidad de vida”, ha insistido el alergólogo.
Tal como ha precisado Herráez, “la urticaria crónica es una enfermedad difícil de controlar en algunos casos. Requiere encontrar el
tratamiento más idóneo para cada paciente, y es frecuente que no sea eficaz en el primer intento”
Se han establecido nuevas
estrategias terapéuticas con los fármacos que ya disponíamos y han aparecido nuevos tratamientos basados en anticuerpos monoclonales que permiten controlar de forma más adecuada esta enfermedad.
Eficacia relativa de los antihistamínicos
“Aunque el tratamiento de elección suele ser el uso de antihistamínicos en las dosis recomendadas, e incluso incrementadas, a veces la respuesta no es aceptable, y existe un grupo de pacientes que continúa manifestando síntomas y signos de la enfermedad. Los especialistas deben facilitar nuevas alternativas de tratamiento a los pacientes cuando los antihistamínicos no funcionan”, ha concluido Valero.
En este sentido,
Omalizumab es el único anticuerpo monoclonal con indicación aprobada para urticaria crónica, situándose en este momento en el segundo escalón de tratamiento, tras los antihistamínicos, desbancando así al uso crónico de corticosteroides.
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