Investigadores de la Universidad Rovira i Virgili (URV) y del Hospital Sant Joan de Reus, en Tarragona, han utilizado un escáner y una impresora 3D para obtener una pieza personalizada con la que proteger la piel sana de la radiación utilizada para tratar los tumores cutáneos, más cómoda y eficaz que los métodos actuales. Una de las técnicas del tratamiento radioterápico es la braquiterapia, que consiste en colocar material radiactivo en contacto directo con el tumor. Pero cuando se aplica, los médicos deben poner una especie de escudo para proteger de la radiación la piel sana que rodea el tumor.
En este caso, según el hallazgo descrito en la revista Journal of Contemporary Brachytherapy, han pensado en un método más cómodo y económico para los centros sanitarios para proteger la piel circundante en los tumores que tienen lugar en la zona nasal. Los investigadores se han centrado en esta zona porque es la más irregular, aunque los resultados obtenidos confirman que dicha estrategia podría ser aplicable a cualquier otra parte del cuerpo.
En la actualidad, para administrar el tratamiento se fabrica manualmente una máscara que permite proteger la piel que no debe recibir radiación. Previamente, se elabora un molde del rostro con alginato (sustancia moldeable obtenida de algas) y para ello se coloca en la cara del paciente un plástico sobre el que se pone el alginato para que tome la forma de la zona. Pasadas 24 horas, este molde en negativo se seca y se utiliza para crear, mediante varias capas de cera, la máscara que llevará el paciente durante la radiación. Sin embargo, esto resulta "muy incómodo", según ha explicado Meritxell Arenas, una de las autoras, ya que implica que el paciente tenga que ir más de una vez al hospital.
Máscara nueva en siete horas
En este caso, el procedimiento para elaborar la máscara que se describe en su investigación es muy distinto ya que es mecánico. Se escanea la cara del paciente para digitalizar la forma del rostro y, con la ayuda de un programa informático especializado, se diseña la máscara, que se envía a una impresora 3D, que la termina en siete horas. Esta técnica innovadora proporciona una solución más cómoda para el paciente, que únicamente debe permanecer quieto unos segundos, mientras el escáner manual pasa por delante de su cara, sin que sea necesaria una actuación directa en la piel, como si tuviera que hacerse una radiografía.
Por otra parte, la producción de la máscara es más rápida y económica, porque no precisa de material previo para hacer un molde. Además, la máscara obtenida mecánicamente permitirá aplicar la radioterapia con mayor precisión. De hecho, el estudio de viabilidad concluye que la nueva técnica permitiría reducir a la mitad el coste de realización de cada máscara, "ya que ahorras una tomografía", afirma Andreu Sintas, ingeniero eléctrico por la URV y técnico de laboratorio que ha liderado la investigación.
Menos costoso que la cera
"Su coste es más económico en general porque la cera que se utiliza ahora es más costosa que el material que necesita la impresora 3D", añade Sintas. Tras un año de pruebas para dar con esta nueva manera de elaborar las máscaras, falta dar un paso más. Los radiofísicos del Hospital Sant Joan de Reus estudian cuál es el material más adecuado para hacerlas. Hasta ahora, las pruebas se han realizado con PLA, el material más habitual en las impresoras 3D.
Tan pronto como se determine el material más adecuado, la nueva técnica estará lista para implantarse en el día a día del hospital. Con todo, será preciso realizar una inversión para adquirir los materiales y formar al personal en el uso de estas nuevas herramientas.
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