"La
piel sana va a jugar un papel muy importante en el
bienestar físico y mental de las personas. La imagen corporal va a afectar mucho. Tener una enfermedad cutánea en sí misma va a producir alteraciones físicas y a nivel emocional. Eso es importante tenerlo en cuenta". Así comienza la entrevista
Servando Marrón, investigador principal del Grupo Aragonés de Investigación en Psicodermatología, miembro del Grupo Español de Investigación en Dermatología Psiquiátrica (Gedepsi) y de la Asociación Española de Dermatología y Venereología (
AEDV), Tanto es así, que asegura que, en investigaciones que han realizado, han visto que uno de cada tres pacientes que acuden a consulta de primera visita tienen sistomatología ansiosa-depresiva producida por su patología. "Es importante tenerlo en cuenta", asegura.
A veces el estrés es lo que causa la enfermedad de la piel y otras veces es la enfermedad de la piel lo que causa estrés.
Efectivamente. A veces esto es la pescadilla que se muerde la cola. No sabemos muy bien si es causa-efecto o efecto-causa. En ocasiones es el propio estrés produce la aparición del brote o la aparición incluso de la enfermedad por primera vez. Otras veces hace que se mantenga o que se agrave.
¿Detrás de qué enfermedades de la piel suele estar el estrés?
A nivel de la enfermedad cutánea, el estrés, por una parte, nos va a producir una reducción de colágeno y de elastina, las proteínas responsables de dar elasticidad y la tensión a la piel. Por tanto, pueden producir una pequeña flacidez, que ya es algo importante que va a afectar a los pacientes. También puede producir un empeoramiento en el acné, por ejemplo.Todos tenemos experiencia de jóvenes que lo sufren y tienen más lesiones durante los exámenes. El estrés es la razón.
Además, es común que en situaciones de estrés, al alterarse la absorción de oligoelementos y aminoácidos básicos y, a la vez, reducirse el calibre de los vasos sanguíneos, llegue menos riesgo de sangre al cuero cabelludo, lo que hace que el pelo caiga en más cantidad. Vemos a muchos pacientes que después de una situación muy estresante han notado una gran cantidad de caída de cabello.
Los estudios también señalan que la psoriasis y la rosácea suelen verse afectados.
"Es común que en situaciones de estrés el pelo caiga en más cantidad"
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Sí, la rosácea, el eccema atópico o la psoriasis, por mencionar algunas de las más conocidas, pueden ser también la respuesta a una situación de tensión mantenida y mal controlada. Si hay una tensión laboral o personal muy grande, se puede producir un brote o o puede hacer que se mantenga o, inclus,o que mejore. Hasta con el tratamiento adecuado, si hay un nivel de estrés importante, este es menos efectivo que si se reduce el estrés. Por lo tanto, habría que intervenir también el estrés que el paciente tiene para que mejore realmente.
¿Han visto que haya habido un incremento de estas enfermedades en los últimos años por el estrés laboral?
Sí, cada vez más. Nosotros tenemos un grupo investigador, el Grupo Aragonés de Investigación en PsicoDermatología, y estamos focalizados desde hace muchos años en el análisis de estos problemas: la asociación entre el impacto psicosocial y la enfermedad cutánea. Este ritmo de vida acelerado, estresado, de trabajo, de familia, de mil problemas, hace que estemos en una espiral que no es nada sana, ni para la piel ni para el organismo en general.
Los dermatólogos, además, tenéis más pacientes.
Sí. Y de hecho es muy importante para nosotros explorar el impacto psicosocial del paciente. No nos podemos quedar en el corto plazo de la enfermedad cutánea. No basta diagnosticar y tratar al paciente con rosácea. Necesitamos hacer algo más.
Que el estrés se manifieste como enfermedad de la piel, ¿puede hacer pensar que hay más comorbilidades asociadas?
El que el estrés produzca efectos en al piel va a provocar efectos en muchas partes del organismo. Ahora estamos focalizados en la piel, pero el estrés puede producir desde dolores de cabeza o migrañas, dolores musculares, contracturas… Puede provocar cambios de ánimo recurrentes. O enfermedades digestivas o alteraciones en el aparato reproductor. Puede interrumpir, incluso, el periodo menstrual.
O producir trastornos del sueño, que son muy importantes en Dermatología, porque hay muchas enfermedades que cursan con picor y este suele ser más molesto por la noche, cuando uno se va a dormir y no tiene otra cosa que hacer que rascarse. El propio estrés va a influir en la alteración del sueño, con lo cual esta ansiedad altera el sueño, el picor altera el sueño, y se crea ahí un círculo vicioso en pacientes, por ejemplo, con eccemas atópicos severos. Incluso puede afectar a las relaciones interpersonales también, porque puede afectar a la líbido por ejemplo.
Teniendo en cuenta todo esto, a la hora de abordar una enfermedad de la piel causada que se sabe que el causante es el estrés, ¿se debería incluir la figura del psicólogo en el tratamiento multidisciplinar?
De hecho, en nuestro grupo de Psicodermatología tenemos integrados psicólogos y psiquiatras. La recomendación es que cuando se sospeche que un paciente pueda tener síntomas de estrés, acuda a un psicólogo, que es el profesional de salud que está altamente cualificado y entrenado para dar respuesta a este tipo de problemas.
"La recomendación es que, cuando se sospeche que un paciente pueda tener síntomas de estrés, acuda al psicólogo"
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Además, hay que
desmitificar este asunto: tener estrés no quiere decir que se tenga una enfermedad mental, sino que nuestras capacidades para controlar nuestra vida están sobrepasadas. Es bien sabido que hay personalidades que son resistentes al estrés y otras que son muy propensas a sufrirlo. Si, además, cada persona tiene una capacidad distinta para gestionarlo, tenemos un caldo de cultivo para tener una ansiedad y un estrés impresionante. Por lo tanto, el psicólogo va a ser quien vaya a dar solución y a poner las pistas y herramientas para que el paciente pueda disfrutar de su vida plenamente.
¿Y esto se hace? ¿Se deriva o se aconseja desde el dermatólogo al paciente que vaya al psicólogo?
Nosotros lo hacemos, desde la sanidad pública y desde la privada. Al hacer un gran número de estudios de investigación, cuando tratamos detección de depresión o de trastorno dismórfico corporal, que es la percepción errónea de fealdad que ocurre, por ejemplo, en pacientes con acné, nos parece que lo ético, razonable y profesional es que se remita a lo Unidad de Salud Mental para que lo evalúen. Allí comprueban si realmente padece ese trastorno o no, para posteriormente realizar el tratamiento adecuadoo. Nosotros en la consulta de Dermatología hacemos detección, el 'screening',
no diagnosticamos enfermedades psiquiátricas porque no es nuestra misión: no queremos hacer de psiquiatras ‘light’. Queremos hacer de dermatólogos y dar respuesta a todos los posibles retos que el paciente nos aporta.
¿Tienen constancia de que en todos los hospitales se haga esto? Que se derive a un psicólogo o a salud mental.
Lo normal es que sí. Si el profesional está capacitado y entrenado para detectar estos problemas, lo habitual es que lo haga. Ahora bien, nosotros hemos publicado en el 'British Journal of Dermatology' los resultados de un estudio multicéntrico que realizamos a nivel europeo, en el cual pretendíamos observar la 'finura' en la percepción del dermatólogo sobre si sus pacientes tenían sintomatología ansiosa o depresiva cuando los veíamos en la consulta, y comparándolo con lo que los pacientes contestaban al rellenar un cuestionario de detección de ansiedad y depresión. Y se ha visto claramente que los dermatólogos a nivel europeo tienden a
infraestimar las alteraciones de estado de ánimo de los pacientes (ansiedad y depresión).
Consecuentmente, si el dermatólogo no sabe detectar la ansiedad ni la depresión, difícilmente lo va a referir. En ese trabajo planteamos es que habría que mejorar, a nivel europeo, las
estrategias de detección de estas alteraciones de estado de ánimo. ¿Con qué? Con formación. Esto es como todo en la vida: el dermatólogo inicialmente se ha formado para ser dermatólogo. Luego nos han ido sobreviniendo una gran cantidad de comorbilidades asociadas que nos obligan a actualizarnos en muchos campos. Este es uno de aquellos en los que es importante que el dermatólogo se implique.
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