A través de pequeños trozos de piel del propio paciente se pueden realizar microinjertos en heridas que tenga ese mismo paciente. Una técnica muy básica y tradicional pero apenas utilizada en nuestro país, según comenta la dermatóloga Elena Conde, propulsora de esta intervención en el centro de especialidades Vicente Soldevilla, dependiente del Hospital Infanta Leonor de Madrid.
La médica, que lleva más de un año aplicando esta técnica para curar heridas con difícil pronóstico, asegura que con este método se consigue una disminución del dolor y un acortamiento de los tiempos de cicatrización en tiempo récord. “Hay heridas que tardarían en cerrar meses e incluso años pero con el microinjerto conseguimos que cicatricen en la mitad de tiempo o menos”, comenta la profesional.
El procedimiento es muy simple y se puede hacer en el mismo ambulatorio porque no requiere intervención quirúrgica, pues se trata de un pequeño raspado de la piel de la cara anterior o lateral del muslo del paciente. “Ponemos anestesia localizada y con un bisturí raspamos. Lo colocamos sobre la herida y lo tapamos con un apósito cicatrizante, sin la necesidad de puntos de sutura”.
Precisamente son los pacientes los que más agradecen esta intervención, pues empiezan a notar una disminución del dolor “de manera inmediata”. “La satisfacción que vemos en los pacientes es el motor para continuar con los microinjertos”, celebra la dermatóloga.
Actualmente Conde y su equipo cuentan con más de 100 pacientes que se han hecho un microinjerto y acuden ahora al centro de salud a realizarse las curas. La dermatóloga cuenta que las heridas más habituales con las que se encuentran son heridas de pie diabético, heridas en las extremidades, heridas post-quirúrgicas o cualquier herida de larga duración, es decir, que a las cuatro semanas no haya obtenido una correcta cicatrización.
El papel clave de la enfermería
El papel de la enfermería también es clave en este proceso pues a pesar de que es el especialista quien extrae los microinjertos, el equipo de enfermería ayuda a la colocación de estos sobre la herida y, además, se encarga de las curas posteriores.
“La enfermería es parte fundamental del equipo porque es esencial la limpieza conservadora en las primeras curas, evitando todo tipo de desbridamiento para no despegar los microinjertos y mantener el micro ambiente que se ha creado”, culmina la dermatóloga.
Una técnica novedosa por su desconocimiento en España
Conde reclama que esta técnica se implante en más centros porque no requiere ningún gasto en equipo técnico ni humano. “Solo se necesita anestesia, un bisturí, una jeringuilla y unas pinzas, y con dos personas es más que suficiente”, comenta.
La dermatóloga asegura que esta intervención es muy habitual en otros países como Francia, donde ella la descubrió en sus últimos años de residencia. “Desde que llegaron los apósitos en los años 80, en España se ha dejado a un lado la preocupación y el interés por las heridas y la evolución de estas. Cuando explico esta técnica en simposios y congresos muchos compañeros quedan impresionados por su facilidad y resultado”, comenta la especialista y anima a sus colegas a que realicen microinjertos.
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