Todos los
profesionales sanitarios pueden sufrir, en cualquier momento de su carrera,
agresiones o amenazas por parte de los pacientes. Enfrentarse a diagnósticos complejos puede hacer que las personas lo gestionen de manera violenta y carguen su rabia e ira contra los pacientes. Así lo cuenta desde la
experiencia una oncóloga que relata, con detalle, como una de sus pacientes le amenazó de muerte tras transmitirle que su cáncer ya no tenía cura.
El
testimonio de la oncóloga ha sido publicado en la revista académica Journal of Clinical Oncology (JCO), en la que la profesional, en primera persona, narra cómo se dio la situación de amenaza. "
Si pensamos que solo sanitarios solo son atacados en Urgencias o en Psiquiatría nos estamos
engañando a nosotros mismos", asegura la profesional.
"Había visto a esta paciente durante tres años. Fui su oncóloga desde el momento que le diagnosticamos cáncer en estadio III. Había conocido a sus hijos, conocía el nombre de sus mascotas y me gustaba ver su nombre entre las citas del día", relata la especialista. Además, explica en su testimonio que la paciente "
no tenía antecedentes de enfermedad mental, metástasis en el cerebro, o se había comportado en ningún momento de manera violenta".
La paciente no tenía antecendentes de enfermedad mental o comportamientos violentos
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En el momento de explicarle a la paciente que su cáncer había llegado a un punto en el que era incurable, la profesional explica que
utilizó el método ‘Spikes’ para transmitir las malas noticias. Este modelo es un proceso de seis pasos que pueden utilizar los sanitarios para pautar y mejorar la manera en la que explican a los pacientes información negativa y difícil de asimilar. "He utilizado este método muchas veces y nunca me ha puesto en peligro", asegura.
Tras contarle las malas noticias a la paciente, la reacción de esta fue expresar, de manera directa, lo siguiente: "
Te quiero matar. Quiero partirte la cara. Nunca deberías hacer sido médica". Aunque la especialista explica que "entendía que pudiera tener una relación así por diagnóstico dado" y que "buscaba alguien a quién culpar", se sintió en peligro en ese momento. Después la paciente aseguró que "podía encontrar la dirección de su casa", lo que hizo que
la especialista se pusiera más en alerta. Llegó a sospechar que la mujer podía guardar un arma en el bolso. De esta manera, consiguió abandonar la consulta y la paciente fue acompañada fuera.
Falta de apoyo desde la institución hispitalaria
La segunda parte del testimonio de la especialista se centra en la falta de apoyo directo e indirecto que experimentó la profesional tras la agresión. Tras un par de semanas en
estado de alerta constante e insomnio, y un ataque de ansiedad, la especialista acudió a un programa de su hospital que le proporcionó ayuda psicológica y sirvió de vehículo para que pudiera coger una baja tras los eventos.
Debido a la situación vivida por la oncóloga, desde el hospital comenzaron a destinar más herramientas y recursos en pro de mejorar la seguridad de los médicos. Se aumentó la seguridad y
se creó un protocolo para los momentos en los que un paciente necesitaba acompañamiento pero solo había un profesional de oncología disponible.
Tras la agresión se establecieron protocolos de actuación para manejar situaciones similares
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Aun así, la médica señala que no se realizaron algunos cambios a su juicio necesarios, como mantener las puertas de las consultas abiertas o poder cambiar la disposición de los despachos, para que el paciente no se encontrara entre el médico y la puerta de salida.
"Entiendo que reconfigurar las salas tiene un coste, pero por ejemplo
pedí botones del pánico en las consultas y me trasladaron que no era posible tenerlos. Cuando pedí una sala en la que mi mesa estuviera más cerca de la puerta me ofrecieron un espacio sin material médico y sin camilla", comenta.
Situaciones de riesgo para sanitarios
Así, la profesional hace hincapié en que no solo en Urgencias y áreas de psiquiatría hay
riesgo de agresión a profesionales sanitarios. "Como oncóloga, doy malas noticias todos los días, controlo las recetas de opiáceos y muchos de mis pacientes sienten que su dolor no está bien controlado", ejemplifica. Además, recuerda que tras la pandemia muchas personas dirigen su rabia hacia los profesionales de la salud.
"Sé que mi experiencia fue peor por la falta de respuesta de mis superiores y el sentimiento de que no se trabaja por mi seguridad", comenta y termina: "Necesitamos jefes y trabajadores en los hospitales que
sepan qué hacer cuando ocurren situaciones violentas como estas, además de un acceso más fácil a terapeutas que nos puedan ayudar a gestionar la situación".
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