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Procesado el exdirector de Anatomía II de la UCM por hacinar cadáveres

El juzgado decreta el sobreseimiento de las actuaciones contra el exdecano de la facultad de Medicina, Álvarez-Sala

Exteriores de la Facultad de Medicina de la UCM.

17 jul 2019. 10.40H
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El Juzgado de Instrucción número 37 de Madrid ha acordado el procesamiento del que fuera director del departamento de Anatomía y Embriología Humana II de la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid (UCM) José Ramón Mérida al considerar que las condiciones laborales que permitía atentaron contra la salud de cinco empleados.

En un auto, adelantado por El Mundo, el juzgado decreta el sobreseimiento de las actuaciones contra el resto de denunciados por varios técnicos de este departamento al entender que no tenían conocimiento de los hechos, entre los que se encontraba el entonces decano de dicha facultad, José Luis Álvarez-Sala. 

También da traslado de la resolución a la Fiscalía y las acusaciones particulares para que en el plazo de 10 días formulen escrito de acusación contra el exresponsable del departamento de cara a la apertura de juicio oral.

Tratamiento de cadaveres


El auto establece en su exposición que los técnicos de este departamento, situado en la planta baja y en el sótano de la Facultad de Medicina, actuaban bajo las directrices de José Ramón Mérida y consistía en la recepción y tratamiento de cadáveres provenientes de donaciones para prácticas para la docencia de alumnos, cursos externos y usos científicos.

Los técnicos desarrollaban su actividad laboral "sometidos" a niveles de contaminación alta

En este sentido, desde el periodo comprendido entre el 15 de mayo de 2009 y el 20 de mayo de 2014; fecha ésta en que se procedió por la Inspección de Trabajo a la paralización de los trabajos, cinco técnicos desarrollaban su actividad laboral "sometidos y expuestos" a niveles de contaminación ambiental de formaldehidos y otros compuestos químicos "muy superiores a los valores límites máximos permitidos", así como a agentes biológicos infecciosos o parasitarios relacionados con la manipulación de cadáveres "con el riesgo para su salud derivado de ello".

Lo hicieron sin que contasen "con los equipos de protección individual necesarios, ni hubiesen sido dotados de medios de protección adecuados para la preparación y manipulación de cadáveres; ni para estar en contacto con los compuestos químicos de alta toxicidad que utilizaban, de modo que pudiesen desempeñar su actividad con las medidas de seguridad e higiene adecuadas".

"Además no existían protocolos ni procedimiento de trabajo alguno; los equipos de trabajo que tenían que utilizar tales como el horno crematorio carecían de libro de instrucciones, de manual de funcionamiento, y de requisitos de seguridad; situación que era conocida, consentida e impuesta por José Ramón Mérida, faltando a sus obligaciones como director del Departamento de Anatomía y Embriología Humana II", argumenta  la exposición de los hechos de la magistrada para reprochar que el entonces director no adoptase "medida alguna tendente a evitar o reducir el nivel de concentración de formaldehido".

El trabajo "se hizo insostenible"


Añade que, a partir de 2012 las condiciones en que realizaba su trabajo el personal técnico del Departamento de Anatomía y Embriología Humana "se hizo prácticamente insostenible, degradándose día a día por incumplimiento por parte de Mérida de las obligaciones preventivas específicas y por la intensidad de riesgos existentes para la salud de dichos trabajadores que desarrollaban su trabajo en condiciones penosas, insalubres e indignas con una ausencia absoluta de seguridad e higiene  para su salud".

"No había sitio para almacenar los cadaveres; por lo que estaban apilados en la cámara frigorífica"

La resolución constata el ingente número de cadáveres procedentes de donaciones que se recibían en el Departamento, hasta el punto de que en el mes de mayo de 2014, había 534 cadáveres hacinados, se llegó a una situación en la que "no había sitio para almacenarlos; por lo que estaban apilados en la cámara frigorífica que no funcionaba correctamente, y amontonados en el suelo y en otras zonas del sótano; sin estar conservados adecuadamente".

Ello generó que los técnicos sufrieran un incremento "de las malas condiciones en las que venían realizando su trabajo y con grave peligro para su salud, con una ausencia absoluta de seguridad e higiene; en unas instalaciones sin extracción localizada, llenas de cadáveres, muchos de ellos en avanzado estado de descomposición; en un ambiente totalmente insalubre, soportando continuos y fortísimos olores a putrefacción; y, a partir del año 2014 con presencia en el suelo del pasillo que separaba las distintas salas del sótano de fluidos y líquidos; y de larvas e insectos procedentes de las salas donde había restos cadavéricos en putrefacción".

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