Este jueves la
banda terrorista ETA ha anunciado su disolución definitiva mediante un comunicado leído por
Josu Ternera, lo que pone fin a años de terrorismo que ha dejado por el camino
numerosas víctimas y también verdugos. Ciudadanos de todo tipo se vieron atraídos por el mensaje de la organización y acabaron militando a las órdenes de los dirigentes políticos y militares de turno.
Ese es el caso de
Beñat Aginagalde, condenado en 2015 y 2017 por dos asesinatos cometidos en 2008 que acabaron con la vida del empresario
Inaxio Uria y del consejal socialista
Isaías Carrasco. Por el primero le sentenciaron a 44 años de cárcel, mientras que por el segundo la condena fue de 32 años de prisión.
Se da la circunstancia de que
Aginagalde había estudiado Medicina, e incluso había superado las pruebas de Formación Sanitaria Especializada previas al acceso a su residencia como MIR. El entonces joven de 24 años formó parte del
comando Ezuste -no fichado por la Policía-, junto a Joanes Larretxea y Manex Carrasco y fueron los autores de más de 14 atentados en Guipuzkoa después del fin de la tregua.
76 años de cárcel
Por el crimen del
concejal socialista en 2008 este médico había sido absuelto previamente por haberse vulnerado el derecho a la tutela judicial efectiva, pero finalmente la audiencia nacional le impuso
32 años de cárcel como culpable de un delito de asesinato terrorista, otro de tenencia de armas y uno de daños con finalidad terrorista. Además le prohibió acudir a Mondragón durante 10 años y una indemnización para la mujer e hijos de Carrasco de medio millóns de euros por el daño moral ocasionado y la pérdida de ingresos en la unidad familiar.
Por su parte, Aginagalde fue condenado junto a Larretxea por el
asesinato en Azpeitia de Uria, también por matar a tiros al empresario justo cuando se introdujo en su coche, principalmente por considerarle responsable del proyecto de Tren de Alta Velocidad (TAV) del País Vasco y por negarse a pagar el impuesto revolucionario.
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