Las
agresiones en el ámbito sanitario son una constante y, para hacer frente a estas situaciones, numerosos colegios e instituciones han puesto en marcha cursos de formación para sanitarios. Uno de los principales factores que debe tener en cuenta el profesional es saber a qué
tipo de paciente “difícil” se está enfrentando.
En esta línea,
María Pilar García ha elaborado una
tipología de “paciente difícil” dividida en
seis tipos: regresivos, agresivos, obstinados, desmotivados, incurables y dependientes. En el primer caso, lo define como aquellos que muestran
conductas infantiles; los
agresivos manifiestan enfado e ira dirigidos al profesional, pudiendo llegar a la agresión verbal.
Por su parte, los
obstinados niegan que necesiten algún tipo de atención sanitaria o que el tratamiento propuesto vaya a ser útil. Los
desmotivados son aquellos que muestran una actitud de talante pasivo ante el tratamiento; los
incurables son los que recaen con gran frecuencia, se quejan y parecen querer poseer o mantener sintomatología y no buscar la curación y, por último, los
dependientes que son los que reclaman una atención constante.
Los profesionales sanitarios tienen como función cuidar a otras personas, y por lo tanto las características y el tipo de personas a las que atienden influyen y repercuten de forma directa en la relación profesional sanitario - paciente.
Cómo actuar ante estos pacientes
El profesional sanitario debe
mantener la calma y actuar desde la comprensión en el caso de los pacientes regresivos. En ningún caso debe manifestar un grado de atención mayor que a otros pacientes ya que esto supondría reforzar su conducta. Si el profesional se enfrenta a un paciente agresivo, debe mantener la calma, no actuar con agresividad aunque sin tolerar dicho comportamiento. Aquí es importante barajar la opción de que otro compañero atienda a este paciente.
Para los pacientes obstinados, la mejor terapia es mostrar una
actitud paciente y comprensiva para conseguir que el paciente confíe totalmente en el profesional. En el caso de los pacientes desmotivados, el sanitario debe ser comprensivo, sin caer en el error de pensar que el paciente es vago o que realmente no quiere curarse. Aquí recomiendan, siempre que las circunstancias lo permitan,
anular el tratamiento que no hace efecto e intervenir en las causas que hacen que se mantenga su actitud apática.
Si el profesional se encuentra con un paciente “incurable”, debe barajar la opción de que el enfermo presenta algún motivo para
conservar los síntomas, y es fundamental intentar identificarlos. En este caso, es importante que el profesional identifique los
factores psicológicos que expliquen su comportamiento.
Por último, encontramos a los pacientes dependientes. Aquí, es fundamental que los profesionales establezcan unos límites muy marcados sin ir más lejos de lo que les corresponde como sanitarios, llegando incluso a romper la relación terapéutica o ponerla en manos de otro profesional.
Aunque pueda contener afirmaciones, datos o apuntes procedentes de instituciones o profesionales sanitarios, la información contenida en Redacción Médica está editada y elaborada por periodistas. Recomendamos al lector que cualquier duda relacionada con la salud sea consultada con un profesional del ámbito sanitario.