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"La fructosa produce una desregulación hepática mayor que la glucosa"

La investigadora Laura Herrero detalla a Redacción Médica cómo son los azúcares que alteran la oxidación de grasas

Laura Herrero.

08 oct 2019. 09.00H
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Un estudio internacional ha descubierto recientemente el mecanismo por el cual una dieta alta en fructosa ralentiza el proceso de oxidación de las grasas. La investigación, realizada por la Escuela de Medicina de la Universidad de Harvard ha contado además con la participación española de Dolors Serra y Laura Herrero, del Ciber de Obesidad y Nutrición (Ciberobn), adscrito al Instituto de Biomedicina de la Universidad de Barcelona (IBUB). Herrero ha atendido las preguntas de Redacción Médica para detallar cómo son y de dónde proceden los azúcares que modifican el metabolismo hepático y ralentizan la quema de grasas.

¿En general, a qué nos referimos cuando hablamos de azúcares?

Dentro de los tipos de carbohidratos o azúcares generales, los dos tipos más importantes son la glucosa y la fructosa. La glucosa se encuentra en muchos vegetales y frutos, como la patata (donde el almidón es un polímero de glucosa), mientras que la fructosa se encuentra en otras fuentes como la miel, las frutas y otros vegetales. Por otra parte, comercialmente la fructosa se obtiene de la caña de azúcar, del maíz, o la remolacha.

¿Qué tipo de azúcar contienen las bebidas azucaradas, como los refrescos?

El contenido de azúcar que tienen las bebidas azucaradas, normalmente, un 60 por ciento es fructosa, mientras que el 40 por ciento es de glucosa. Es decir, que tienen más fructosa que glucosa. Y cuando hablamos de bebidas azucaradas estamos hablando de todo tipo de refrescos, e incluso de zumos, a los que también añaden azúcares. También encontramos un alto contenido de fructosa en los condimentos de las ensaladas, en las chucherías o los caramelos.

¿En qué consiste la novedad de este estudio?

Hasta ahora lo que se sabía es que los azúcares en la dieta, como la glucosa y la fructosa, aumentaban la síntesis de ácidos grasos en el hígado. Es decir, que se fabricaban más grasas en el hígado, dando lugar a lo que los especialistas llamamos el hígado esteatósico, es decir, hígado graso. Esto es perjudicial para la salud, genera resistencia a la insulina, y puede producir diabetes.

La contribución que estamos haciendo es describir por primera vez el diferente comportamiento que tienen la glucosa y la fructosa cuando están en una dieta alta en grasa. Este es el menú típico que podemos encontrar en cadenas de comida rápida: una hamburguesa con patatas y un refresco, por ejemplo. Por eso, la pregunta que nos hemos hecho es: "¿Qué pasa cuando tienes una dieta rica en grasa y además estás tomando una bebida azucarada y qué diferencias hay en cuanto a los tipos de azúcar que contiene?".

¿Y cuáles han sido los resultados?

Hemos visto que la fructosa altera todo el metabolismo del hígado. La fructosa produce una desregulación del metabolismo hepático mayor que la glucosa, por lo que diríamos que es un azúcar más perjudicial, puesto que lo que hace es disminuir la oxidación de grasas. Hay un problema también en el tamaño de las mitocondrias, los orgánulos que hay dentro de la célula, que son como nuestro motor de energía, y disminuye su tamaño.

¿Cómo surgió la iniciativa?

El trabajo principalmente ha sido realizado por la Universidad de Harvard, en un instituto que es líder mundial en investigación y tratamiento de la diabetes, el Joslin Diabetes Center. Ellos se pusieron en contacto con nosotros, porque llevamos mucho tiempo estudiando el metabolismo de las grasas y la oxidación de ácidos grasos, un proceso determinado por la enzima CPT1a.


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