"A mí me destruyeron la vida". Así relata
Emilio Fernández, viudo de María Eugenia Moreno, residente de Familia en el Área IV de Murcia, el fallecimiento de su mujer. Moreno estaba realizando una guardia en el
centro de salud de Moratalla cuando un paciente disconforme con el trato recibido esa misma mañana entró de madrugada con una
pistola y
acabó con la vida de la médica.
"Estábamos en un
momento de felicidad máxima porque nuestro hijo acababa de cumplir dos años unos días antes y era un momento muy dulce", afirma Fernández, al mismo tiempo que destaca que "ahora, María Eugenia habría cumplido 45 años, este mismo 5 de marzo".
El suceso destruyó una familia y cambió la vida de Fernández, su hijo y su suegra para siempre, tal y como explica él mismo a
Redacción Médica. María Eugenia murió por los disparos recibidos a manos de un paciente jubilado que hacía poco que se había mudado a la zona y que murió dos años después del suceso, "por lo que nunca pudo ser condenado, generándose así una situación todavía peor, porque no se pudo aplicar la justicia que necesitábamos,
fue un mazazo muy duro", apunta Fernández.
Un largo proceso judicial
A pesar de las circunstancias,
Emilio Fernández destaca que tuvo que sacar fuerzas de la nada para criar a su hijo, que
perdió a su madre con tan solo dos años. Por ello, comenzó una dura batalla legal contra el Servicio Murciano de Salud
El asesino murió sin poder ser condenado por la Justicia
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(SMS), "para reclamar una indemnización patrimonial porque el centro
no tenía medidas adecuadas para velar por la seguridad de los trabajadores”, afirma Fernández.
Sin embargo, el proceso no fue bien desde el primer momento y la familia perdió la b
atalla legal en Murcia, por lo que decidieron acudir al Tribunal Constitucional, órgano que desestimó la demanda y que cerró cualquier puerta a una posible
indemnización para Emilio Fernández y su familia.
El proceso terminó en 2017, momento en el que Fernández volvió a empezar a vivir, según explica él mismo. "Lo que me duele es que no nos hayan dado la oportunidad de que nos digan que sí o que no, no nos han escuchado y he sentido que las
instituciones nos han dado la espalda en todo momento, necesitábamos una respuesta y no nos la han dado".
Una gran amiga
"Fue tremendamente duro, recuerdo aquél día al entrar con una
rabia, una impotencia…", así describe
Ángel Gambín, excompañero de María Eugenia Moreno en el centro de salud y médico de Urgencias en el hospital Virgen de la Arrixaca, la muerte de su amiga.
Gambín explica que él pasaba
muchas horas con Moreno y otra compañera, Julia, que fue precisamente “la que la atendió y la mantuvo con vida lo que pudo”. "Lo compartíamos todo, la amistad y
un trabajo que es especial, de noche, porque
Los compañeros de Moreno se encerraron en "sus propios pensamientos y sentimientos", asegura Gambín
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cuando estás metido en esa vida lo compartes todo porque es un
trabajo disruptivo", apunta el médico.
Además, Gambín recuerda que esos últimos días estaba
especialmente feliz ya que había sido su cumpleaños y Emilio le había regalado piezas para su pulsera 'Pandora'. También afirma que se encontraba en un buen momento, "disfrutando de su hijo" y a punto de conseguir su sueño, tener una plaza estable en el Área, "un trabajo por el que había luchado y esforzado mucho".
Tras el suceso, Gambín asegura que cambió la situación en el centro, "fue un momento que parecía que todo era mentira, pasaban los días y el servicio se sumió en una
depresión durante meses, malestar, no entender nada, no hablar entre nosotros, cada uno encerrado en sus pensamientos y sentimientos", finalmente, el médico se trasladó al Servicio de Urgencias del Virgen de la Arrixaca.
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