La
Medicina preventiva marcada por el estilo de vida y los avances en
prótesis valvulares y
stent han marcado el rumbo de la Cardiología a lo largo de 2016, según
una reseña difundida en The New England Journal of Medicine.
Firmada por el cardiólogo
Harlan M. Krumholz, el escrito recopila los principales
hitos de la especialidad en un año y pone el acento en el margen de maniobra que proporcionan los hábitos para eludir
accidentes cardiovasculares a raíz de los últimos estudios al respecto.
En concreto hace referencia a dos de ellos. En uno, se postula que el
esfuerzo muscular intensivo y el
ejercicio físico continuado a partir de los 18 años de edad proporcionan beneficios a largo plazo a la hora de prevenir arritmias y episodios cardiovasculares.
Un hallazgo que, en opinión del especialista, “sugiere la posibilidad de que la práctica temprana de ejercicio prolonga el tiempo de vida”.
La segunda investigación de 2016 seleccionada por su especial impacto en la Cardiología prueba que la
carga genética predisponente a la enfermedad cardiovascular también se neutraliza con el deporte, ya que su práctica reduce a la mitad el riesgo de padecerla.
Dieta rica o pobre en sal, igual de peligrosa
Otro estudio sobresaliente del año para los cardiólogos examina la
presencia de sal en la dieta como factor de riesgo en una cohorte de 133.118 pacientes de 49 nacionalidades diferentes.
El trabajo descubre que tanto la ingesta excesiva como deficitaria de
sodio se relacionan con un aumento del riesgo de efectos adversos cardiovasculares, pero también desvela que, en el caso de la primera, el efecto nocivo solo se produce en personas
con hipertensión arterial.
Un descubrimiento y nuevos avances en cardiomiopatías
Por otro lado, forma parte de los hitos del año un importante descubrimiento que, no obstante, necesita ser confirmado –según este especialista– y que parte de una investigación sobre un
análogo del péptido del glucagón utilizado para la
diabetes con potencial valor preventivo de la enfermedad vascular.
Asimismo, se citan dos estudios sobre
miocardiopatías. Uno se centra en el uso de
desfibriladores implantables cardioconversores, indicado para pacientes con síntomas de cardiopatía no isquémica y que, al parecer, mejora las tasas de mortalidad.
El otro trabajo se corresponde con un ensayo de diez años de duración que contrasta la indicación de la cirugía para
insertar un bypass con la terapia médica sin intervención para enfermos de cardiopatía isquémica.
Según sus resultados, la mortalidad por todas las causas baja en el grupo que recibe el
bypass; con todo, las tasas de fallecimiento son elevadas en ambos casos.
‘Stent’ de metal y test de anticoagulantes
Otros tres avances coronan el año recién concluido en el campo de la Cardiología.
Se trata, por una parte, de una comparación entre
stent liberadores de fármacos y otros revestidos solamente con metal: no se ha visto, en un trabajo publicado en 2016, diferencia alguna en la mortalidad por todas las causas (al usar ambos tipos de
stent) debida a
infarto de miocardio.
Sin embargo, sí se aprecia que los pacientes con la primera clase de estos dispositivos, los que liberan medicamentos, tuvieron la mitad de riesgo de padecer una
lesión por revascularización.
Otro estudio examina los
test de anticoagulación para pacientes con fibrilación auricular y el uso de un nuevo
stent. Y concluye que los episodios de trombosis fueron más o menos equivalentes en los enfermos tratados con diferentes dosis de anticoagulantes pero advierte de que el uso de la warfarina (conocida como Sintrom) dio pie a más eventos hemorrágicos.
Por último, se incluye como punto de inflexión en la especialidad la entrada en el mercado de
una prótesis para la válvula aórtica comparada con la cirugía en dos muestras de pacientes.
Su conclusión fue que, al cabo de dos años, no se apreciaron diferencias entre los dos grupos en relación con la mortalidad o la probabilidad de sufrir un infarto, al menos que fueran significativas desde el punto de vista estadístico.
De modo que el hallazgo abre las puertas a una intervención mucho menos invasiva que la quirúrgica para un amplio rango de pacientes cardiacos.
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