Las
intervenciones coronarias percutáneas (ICO) o angioplastias primarias, que consisten en la inserción de una malla o
stent para desobturar el
vaso infartado, reducen a la mitad la
mortalidad de los pacientes ingresados por
infarto agudo de miocardio frente a la mera
terapia fibrinolítica. Por lo tanto, merecen la pena los riesgos de la cirugía. Así se deduce de los resultados de un estudio, publicado en Revista Española de Cardiología, en el que se ha analizado el impacto en la
mortalidad de diferentes sistemas de asistencia en red para el tratamiento del infarto agudo de miocardio.
En el trabajo se evalúa una muestra de 302.471 casos de
alta hospitalaria por infarto en España, entre 2003 y 2012, y se concluye que la tasa de mortalidad bruta de los pacientes tratados con ICP fue del 4,8 por ciento, la mitad que la de aquéllos otros tratados con fibrinolisis.
Además, según ha explicado
Ángel Cequier, miembro de la Sociedad Española de Cardiología (SEC), que aparece como primer firmante del trabajo, se ha observado que las redes de reperfusión se asocian con un aumento en la
tasa de ICP del 50 por ciento, y con una
reducción de la mortalidad hospitalaria del 10,2 por ciento, en 2003, y del 6,8 por ciento en 2012, lo que supone una reducción relativa del 33 por ciento y del 14 por ciento, respectivamente, si se ajusta por riesgo.
Buenos resultados, en especial si existe elevación de ST
“La
ICP primaria consiste en obtener la apertura de la arteria ocluida responsable del infarto mediante un catéter con la implantación de un
stent o malla en el segmento ocluido, algo que se debe conseguir con la mayor rapidez posible”, ha explicado este experto.
Esta estrategia se revela como la que obtiene los mejores resultados, en especial en aquéllos que presentan una elevación del segmento ST, si la realiza un equipo experimentado y la apertura de la arteria se consigue en los primeros 120 minutos siguientes al primer contacto médico.
No obstante –han precisado los cardiólogos– son varios los factores que influyen a la hora de implementar estas redes de reperfusión en toda España, como los tiempos de traslado
según la región o la disponibilidad de estructura y recursos.
Lejos del cien por cien de redes asistenciales
Así, en el estudio se ha comprobado que existen importantes diferencias entre
comunidades autónomas en el tratamiento del infarto. Según el presidente de la SEC,
Andrés Íñiguez, a pesar de que la tasa de implantación de
redes asistenciales para tratar a los pacientes con infarto creció del 21 por ciento, en 2003, al 55 por ciento en 2012, e incluso en el momento actual supera esa última cifra, “aún no se ha llegado al cien por cien”.
Esto tiene repercusiones relevantes en términos de mortalidad, según este experto, ya que es casi dos veces mayor en aquellas comunidades sin red asistencial ni programa institucional establecidos. “Y lo que es peor: aquéllos pacientes que no reciben tratamiento de reperfusión, tienen una mortalidad tres veces mayor que los que lo reciben mediante
angioplastia coronaria primaria”, según ha indicado Íñiguez.
La notables diferencias en mortalidad hospitalaria que se dan dependiendo de la implementación o no de los
sistemas de redes de ICP regionales, ponen de manifiesto la “repercusión vital” que tienen las políticas de asistencia sanitaria en los resultados obtenidos en la práctica clínica real, y demuestra la importancia delas redes asistenciales regionales que den cobertura al mayor porcentaje posible de pacientes.
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