En las últimas décadas, se ha observado
un alarmante aumento de infartos en mujeres menores de 50 años. Aunque tradicionalmente se asociaban las enfermedades cardíacas a hombres de mayor edad, hoy en día se ha visto que las mujeres jóvenes no están exentas de riesgo. Una de las causas es
el consumo de tabaco, según el profesor de Medicina de la Universidad Europea de Canarias, Alejandro de la Rosa. Y es que fumar no solo acelera el proceso de aterosclerosis, sino que también agrava otros factores como
el uso de anticonceptivos hormonales. De hecho, las mujeres que mantienen este hábito y utilizan estos productos orales tienen un mayor riesgo de sufrir trombosis, una combinación peligrosa que puede derivar en infartos a edades más tempranas.
A estos factores se suman otras causas importantes, como
las enfermedades autoinmunes -lupus y artritis reumatoide- que, según De la Rosa, afectan mayoritariamente a mujeres jóvenes y provocan una inflamación crónica que daña las arterias, aumentando así el riesgo de infarto. Además, complicaciones durante el embarazo, como la preeclampsia o la hipertensión gestacional, también pueden dejar una huella duradera en la salud cardiovascular de las mujeres. "Las mujeres que han experimentado estos problemas durante la gestación tienen más probabilidades de sufrir enfermedades cardíacas más adelante, incluso años después del embarazo", ha añadido el profesor.
El estilo de vida moderno también juega un papel crucial en el incremento de estos casos.
El sedentarismo, las dietas poco saludables y el estrés crónico son factores que favorecen la aparición de obesidad,
hipertensión y diabetes en edades tempranas, lo que incrementa significativamente el riesgo de infarto. Según De la Rosa, el estrés laboral, familiar y social al que se enfrentan muchas mujeres jóvenes puede llevar a hábitos poco saludables como el aumento del consumo de alcohol, tabaquismo y una mala alimentación. Estos factores, además de contribuir a la disfunción endotelial, pueden provocar inflamación en las arterias, elevando el riesgo de un evento cardíaco.
Confusión con otras patologías
Otro aspecto alarmante es que los síntomas de infarto en mujeres jóvenes pueden ser más sutiles y fácilmente
confundidos con otras dolencias. "Molestias en el pecho, dolor en el cuello, mandíbula, espalda o fatiga extrema son algunos de los síntomas más comunes en mujeres, pero tienden a ser menos reconocibles que el dolor agudo típico en hombres", ha comentado el facultativo a través de un comunicado de la institución en la que imparte clases. Este hecho
puede llevar a que muchas mujeres no busquen atención médica inmediata, lo que retrasa el diagnóstico y empeora las posibilidades de una intervención a tiempo.
Para hacer frente a esta situación, insiste en
la importancia de la prevención, por lo que ha asegurado que "adoptar un estilo de vida cardiosaludable es clave para reducir el riesgo de infartos. Hacer ejercicio regularmente,
evitar el consumo de tabaco y alcohol, y controlar factores como la hipertensión y el colesterol son medidas esenciales".
También ha recalcado
la necesidad de un diagnóstico temprano y un seguimiento adecuado, especialmente en mujeres que presentan factores de riesgo adicionales como las enfermedades autoinmunes o complicaciones en el embarazo.
En definitiva, la combinación de factores de riesgo, junto con un reconocimiento tardío de los síntomas y la falta de conciencia sobre la prevalencia de las enfermedades cardíacas en mujeres jóvenes, evidencia la urgencia de
adaptar los protocolos médicos y aumentar la sensibilización tanto en la población como en los profesionales de salud.
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