La científica española
Susana González, que fue expulsada del
Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC) por utilizar datos poco fiables de difícil reproducción en al menos una de sus investigaciones, ha visto cómo sus propios colegas reconocen la invalidez científica del trabajo que publicaron en
Nature que aceleró su despido.
El artículo en cuestión se centra en el efecto de una proteína, la
BMI-1, en la
miocardiopatía dilatada y el
fracaso cardiaco y en la
inhibición del envejecimiento de este órgano. La idea de fondo a que daban pie los buenos resultados del estudio radicaba en “rejuvenecer” el corazón para prevenir esas dos principales
afecciones que experimenta en la
población de edad avanzada.
En ella, los investigadores del estudio (salvo la autora correspondiente, que no es otra que González) se muestran de acuerdo con las conclusiones al respecto: “Reconocemos que ha habido
duplicados inapropiados de imágenes en las diferentes figuras publicadas en el artículo”, explican en
Nature, y, por lo tanto, “estamos de acuerdo con la retirada del artículo”.
De hecho, se hace mención, acto seguido, a “trabajos previos” del segundo de los autores, I. Hidalgo, de los que se habrían reproducido, a su vez, figuras
sin que correspondiera hacerlo.
Un escándalo de un año de duración
El conflicto salió a la luz hace un año, cuando trascendió la
expulsión de González del CNIC, que dirige el cardiólogo Valentín Fuster, por haberse detectado errores relevantes en el método del trabajo que, se presupone, excedían, por su intención, toda ética científica.
Entonces, el Comité de Ética del CNIC no consideró probado el fraude o la intención de hacerlo, pero sí, en todo caso, las
irregularidades suficientes en los resultados obtenidos como para justificar el despido.
En cuanto a la propia González, negó la mayor al asegurar que no había incurrido en falseamiento alguno pero sí, confesó, en “posibles errores”. Ahora esos fallos se han mostrado suficientes como para que
Nature invalide la aportación española e incluso los mismos autores tengan la honestidad de admitirlo a ojos de la comunidad científica.
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