Investigadores del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares Carlos III (CNIC) han hallado una nueva diana terapéutica para la prevención de la insuficiencia cardiaca, una de las causas más importantes de mortalidad a nivel global.
Este descubrimiento, que ha sido publicado en Science Translational Medicine, hace alusión a una proteasa localizada en la mitocondria, la OMA1, que se activa cuando se ‘estresa’ el corazón y cuya inhibición protege a las células cardiacas o cardiomiocitos, evitando así su muerte y el deterioro de la función cardiaca.
La insuficiencia cardiaca se caracteriza por la incapacidad del corazón para cumplir adecuadamente con los requisitos energéticos del cuerpo y para su tratamiento las guías clínicas actuales aconsejan el cumplimiento de cambios de estilo de vida, restricciones dietéticas y el uso de varios medicamentos.
Sin embargo, los investigadores del CNIC han lamentado que la eficiencia de estos tratamientos es limitada y varían en función de cada paciente. Por ello, se está buscando dilucidar qué la produce y cómo poder evitarla.
Para que el corazón funcione correctamente es necesario que haya una capacidad contráctil y una producción de energía constante y controlada para que todos los tejidos reciban el oxígeno necesario. La mitocondria es el organello subcelular encargado de coordinar ambos procesos y también es el mayor productor celular de especies reactivas de oxígenos (ROS), que a niveles elevados resulta toxico para la célula.
Además, según han explicado los investigadores, con el objetivo de garantizar una función adecuada de las células musculares del corazón, la mitocondria tiene que mantener una correcta estructura interna y ser capaz de controlar la excesiva producción de ROS causada por el sobresfuerzo contráctil en situaciones de exceso de trabajo, hipertensión y otros tipos de estrés.
¿Cómo se llevó a cabo el estudio?
En la investigación, que estuvo coordinada por José Antonio Enríquez, se evaluaron tres modelos independientes de insuficiencia cardiaca que cursan con diversa sintomatología: taquicardia crónica, hipertensión crónica e isquemia de miocardio con hipertrofia.
En los tres modelos se indujo un incremento de la producción de ROS mitocondrial, seguido de cambios en la morfología de la membrana interna mitocondrial y perdida de la capacidad para producir energía por parte de la mitocondria que conducen a la muerte de los cardiomiocitos.
Por otro lado, los investigadores observaron que para que se desencadenen las alteraciones morfológicas de la membrana interna mitocondrial es preciso la activación de la proteasa OMA1, que según ha explicado Rebeca Acín Pérez, “procesa su única diana descrita hasta la fecha, una proteína mitocondrial responsable de mantener la estructura característica en crestas de la mitocondria”.
En definitiva, se trata de un estudio en el que se ha visto que en el modelo de ratón la eliminación de la proteasa OMA1 previene la insuficiencia cardiaca en los tres modelos estudiados y, por lo tanto, juega un papel directo en la protección de cardiomiocitos, lo que la sitúa como una prometedora diana terapéutica para la insuficiencia cardiaca.
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