La
prevalencia de las
insuficiencias cardíacas (IC) crece de forma sostenida en las
sociedades occidentales desde hace años y ahora se estima que afectan a un porcentaje de entre el
1 por ciento y el 2 por ciento de la población. La mejora continua de las herramientas terapéuticas y los tratamientos ha propiciado un aumento de la
supervivencia media de los pacientes de IC, que se sitúa por encima de un
60 por ciento a los 5 años. Tras recibir el alta médica, la capacidad de los pacientes para adoptar hábitos y prácticas saludables en su vida cotidiana, que van desde la alimentación a la actividad física, se convierte en un componente esencial para mejorar su
calidad de vida y reducir los
riesgos de agravamiento de la enfermedad.
Un estudio realizado por profesionales de enfermería y medicina del Servicio de Cardiología del
Hospital de Bellitge y el
Idibell, junto con la
Atención Primaria Metropolitana Sur, analiza el hecho de utilizar los
factores psicosociales como
predictores de los resultados del autocuidado. La investigación, publicada en la revista
International Journal of Nursing Studies, se ha llevado con un total de
1.123 personas con IC con el objetivo de
identificar los factores psicosociales asociados a un peor autocuidado.
De este modo, se ha realizado una
evaluación detallada de los
parámetros demográficos, clínicos y sociales de cada uno de estos pacientes. "Esto ha permitido identificar la
falta de recursos de apoyo social y familiar, así como la aparición de síntomas de depresión como principales factores de abandono del autocuidado", explica
Esther Calero, enfermera del Servicio de Cardiología del Hospital de Bellvitge e investigadora del Idibell y una de las autoras del trabajo.
Entre las implicaciones derivadas de la investigación, destaca la recomendación de complementar la
evaluación clínica del paciente con otra
psicosocial y
socioeconómica integral, “para identificar los
obstáculos potenciales que pueden dificultar un autocuidado óptimo”, subraya Esther Calero. Las evaluaciones precoces de este tipo actuarían como elementos predictivos y facilitarían el diseño de actuaciones específicas para cada caso, "un proceso en el que la enfermería juega un papel decisivo", concluye Calero.
Las mujeres presentan niveles más elevados de autocuidado
El proceso de autocuidado supone también la
educación y conocimiento voluntario del paciente del manejo de la insuficiencia cardíaca. En este sentido, el empeoramiento progresivo en el seguimiento de las medidas de autocuidado puede llevar asociado otro efecto negativo: la incapacidad del paciente para reconocer los primeros síntomas de posibles descompensaciones.
Otra de las conclusiones del estudio determina que los
niveles más elevados de autocuidado en pacientes con IC se registran entre las
mujeres, lo que se asocia con el papel cuidador que tradicionalmente han desempeñado para con hijos, parejas, personas mayores o personas con dependencia.
El estudio se enmarca en las acciones emprendidas desde el Programa Territorial de Atención Integrada al Paciente con Insuficiencia Cardíaca Comunitaria de la Gerencia Territorial Metropolitana Sur del ICS. Este programa, que cuenta con un liderazgo compartido entre el HUB y la Atención Primaria, está coordinado por
Josep Comín, jefe del Servicio de Cardiología del hospital, y
Coral Fernández, adjunta a la Dirección de
Atención Primaria Metropolitana Sur, y se basa en el mantenimiento de la continuidad asistencial entre el hospital y la atención primaria.
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