Un estudio de investigadores estadounidenses determina que la mitad de las personas que sufren un
infarto repentino presentan síntomas previos como
dolor torácico, disnea y diaforesis o sudoración abundante, una información que podría ayudar a prevenir y detectar las paradas cardiacas inminentes de cara a
reducir la mortalidad asociada a ello, cuya tasa supera actualmente el
90 por ciento.
El trabajo, elaborado por científicos del
Centro para la Prevención de Paros Cardíacos del Smidt Heart Institute, de Los Ángeles, y publicado en el portal especializado
The Lancet Digital Heart, se basó en el
estudio de más 400 personas con paro cardiaco súbito recogidos en dos estudios previos, el
Prediction of Sudden Death in Multiethcnic Communities (Presto) de Ventura (California) y el
Sudden Unespected Death Study (SUDS) de Oregón. Los investigadores concluyeron que, aproximadamente el
50 por ciento de los pacientes tenían diversos síntomas antes de sufrir el infarto. En concreto, más del
30 por ciento se quejaban de dolor en el pecho y disnea, y menos del
18 por ciento presentaban otros síntomas previos.
En el análisis se subraya le importancia de que se mejoren los métodos de predicción y prevención del paro cardiaco repentino. Los científicos lamentan que la mayoría de pacientes analizados
no acudieron a los servicios de urgencia pese a sufrir “señales tempranas de emergencia”, dado lo cual consideran que, de cara a la detección temprana del paro cardiaco, es necesario
complementar la información de esos síntomas con “características adicionales como el perfil clínico y las medidas biométricas”.
La tecnología, clave para una mejor prevención
Los investigadores estadounidenses apuntan al uso de las
tecnologías digitales e inalámbricas para ayudar a identificar a los pacientes con alto riesgo de sufrir un paro cardíaco repentino. En concreto, se alude a una posible
“plataforma basada en teléfonos inteligentes” que podría
recopilar características, como datos de síntomas de advertencia, y compararlas con información demográfica, el perfil clínico del individuo, mediciones fisiológicas de sensores biométricos y un electrocardiograma generado por un teléfono inteligente “para
generar una puntuación de riesgo de un paro cardíaco repentino inminente”. Con todos estos datos se podría formular una recomendación sobre si un individuo con síntomas de advertencia ha de buscar una evaluación de emergencia, urgente o no urgente con el objetivo de prevenir el infarto repentino.
No obstante, en el trabajo se advierte de que a ello habría que sumar la elaboración de estudios prospectivos "para
evaluar la eficacia de los síntomas de advertencia de cara a predecir la inminencia de los paros cardiacos repentinos". En ese sentido, se destaca que los hallazgos de este estudio "proporcionan la primera base para diseñar y realizar estos estudios prospectivos", en los que se combinaría la información acerca de los síntomas previos con otras características. "Además, las investigaciones en personas con paro cardíaco repentino con síntomas de advertencia que incluyen perfil clínico o biomarcadores, o ambos, podrían ser útiles para predecir un infarto inminente entre aquellos que no presentarán síntomas de advertencia", inciden.
La detección temprana se complica entre las mujeres
El análisis también determina que la mujeres se enfrentan a un
mayor riesgo de sufrir un infarto repentino que los hombres porque, al presentar menos síntomas previos, la parada resulta
más difícil de detectar. De acuerdo a los resultados del estudio, esos síntomas varían según las características de los pacientes, “lo que indica la necesidad de considerar
la edad, el sexto y la historia clínica” de cada uno para poder
predecir con garantías un paro cardiaco repentino. Según el análisis, mientras que en los hombres el infarto súbito se asocia a todos los síntomas antes aludidos, el dolor torácico, la disnea y la diaforesis, en el caso de las mujeres sólo se ha detectado la disnea como dolencia previa vinculada a la parada, lo cual “enfatiza la posibilidad de que se pierda el reconocimiento de eventos cardiacos inminentes”.
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